Los testimonios de liberación me remueven. Quizás, porque me aproximo a ellos con sentido aspiracional. Quizás, porque esconden esperanza. Quizás, porque en sus páginas proyecto mi mayor deseo: una Venezuela democrática. Lo cierto es que me producen especial deleite humano, político e intelectual. Además, estos relatos son insumos fundamentales para la comprensión de momentos que pueden marcar el devenir de la historia. Esto aprendí a valorarlo con más rigor durante mis estudios doctorales. Más allá de mi pasión por este tipo de textos, su importancia está en otro plano. Los testimonios son las hebras que van tejiendo la memoria que puede forjar la identidad de una nación.

Este libro recoge el testimonio de Julio Borges, político venezolano que ha trabajado durante décadas por la libertad de nuestro país. Es una conversación humana y cercana. Relata lo vivido entre 2017 y 2022. Es una aproximación “en caliente” a nuestros convulsos años recientes. Esta introducción breve tiene como fin describir el trabajo que hicimos y ofrecer algunas ideas que pueden guiar al lector. Y está dividida en tres partes: (i) sobre la metodología, (ii) tres ideas y (iii) consideraciones finales.

Sobre la metodología

Estos párrafos están dedicados a quienes deseen profundizar en el período histórico que abordamos en esta publicación. Van dirigidos a estudiantes, académicos, investigadores y periodistas. A continuación, describiré el camino que nos trazamos para sistematizar la información que guió las conversaciones que contiene esta edición. Antes de avanzar, precisaré dos criterios generales que orientaron nuestros esfuerzos.

Primero, el centro de esta publicación es el relato personal de quien fue testigo de excepción en momentos de crispación política. En tal sentido, su hilo conductor no es cronológico, sino temático. Y segundo, es un relato soportado en hechos. Nos propusimos un testimonio riguroso que esté al servicio de la noble tarea de cultivar nuestra memoria colectiva. Por tal razón, recurrimos al uso de pie de página para hacer precisiones de contexto y los invitamos a visitar la página www.julioandresborges.com, en donde encontrarán documentos oficiales e inéditos que complementan lo narrado. Esta tarea de sistematización de fuentes primarias es un aporte para la investigación periodística y académica, dentro y fuera del país. La edición de este volumen se hizo en cuatro tiempos. Primer tiempo, investigación documental. Esta fase la dedicamos a construir una cronología que precisara los momentos que sacudieron al país entre 2017 y 2022. Acudimos a fuentes hemerográficas y documentales (formales e informales). También hicimos entrevistas en profundidad. Segundo tiempo, redacción de guiones. Después de delimitar el contexto, construimos la columna vertebral que marcaría el ritmo de nuestras conversaciones. Estos documentos nos permitieron estimar el número de horas que debíamos dedicar a cubrir los años señalados. Tercer tiempo, las conversaciones. Este volumen incluye aproximadamente 30 horas de diálogo. Todos los encuentros fueron hechos a distancia: Julio Borges en Colombia y yo, en Venezuela. Las grabaciones están resguardadas para ese futuro de libertad que nos espera. Cuarto tiempo, redacción. Juntos, trabajamos las transcripciones y escribimos el libro que hoy presentamos. 

Espero que esta publicación contribuya con la lucha democrática que nos une.

Tres ideas

Antes de comenzar la lectura de La Patria que viene, sugiero tener presente tres ideas que pueden ayudar a ponderar sus aportes presentes y futuros. Primero, el momento de su publicación. Segundo, su talante pedagógico y autocrítico. Y tercero, su autoconciencia de “obra inconclusa”.

Comencemos por el momento de su publicación. Esta historia se hace pública antes de alcanzar nuestros anhelos de democracia y en medio de una ola de hartazgo político. Es un momento difícil. Después de más de dos décadas de lucha democrática, el país está cansado y el miedo ha penetrado las fibras de nuestra sociedad. Sin ligereza puedo decir que ese terror perverso que nubla conciencias avanza también en forma de desencanto, hipercrítica y ensimismamiento. Y, en este contexto país tan complicado, el testimonio de Julio Borges verá la luz. Usualmente, este tipo de trabajos cristalizan después de un triunfo, cuando quienes lo lideraron avanzan en hombros hacia un futuro mejor… no antes. En este caso, no ha sido así. Por eso, es un texto inusual y valiente. Segundo, la disposición a la reflexión y a la autocrítica es poco común en nuestro país. Somos poco dados a eso. Y no me refiero únicamente al espectro político, incluyo en esta valoración a los distintos sectores de nuestra sociedad. Es un rasgo cultural que han observado quienes han escudriñado en nuestra alma criolla. Mario Briceño-Iragorry, en “Pequeño tratado sobre la presunción”, describió los efectos de nuestro “afán desordenado” y pidió —nos pide— encarecidamente tiempo para hacer un “examen sincero de nosotros mismos” que nos ayude a superar los obstáculos que nos alejan de la democracia. De esta manera, en un contexto cultural habituado a “escurrir el bulto”, aparece este relato que nos interpela y que es un llamado respetuoso a la deliberación colectiva. Espero que lo podamos aprovechar y sirva de impulso para la maduración política de todos.

Tercero, La Patria que viene es una obra inconclusa. Está “inacabada” en dos sentidos. El primero es evidente: no hemos alcanzado la libertad. Es el relato de un líder político en los caminos zigzagueantes de la lucha democrática. Por tal motivo, me llena de esperanza pensar que este es solo un primer tomo. Y, más temprano que tarde, tendremos la alegría de escribir un segundo volumen para narrar nuestro regreso a la Constitución. Este texto, además de estar abierto a las actualizaciones que dará el devenir del tiempo, agradecerá los complementos que ofrecerán los re- latos de otros actores políticos que participaron activamente en los episodios que acá se describen. Cada voz enriquecerá nuestra memoria histórica.

Caracas, 25 de septiembre de 2022.

Prefacio de “La Patria que viene”