China importa hoy 72% de sus necesidades de petróleo. En cualquier estrategia o posicionamiento que ella emprenda en la escena global esta situación tenderá a determinar sus actuaciones.  Su dependencia de la energía externa ha convertido a la segunda potencia mundial en un país estrechamente ligado a sus proveedores. De Rusia proviene cerca de una quinta parte de sus importaciones de crudo. Arabia Saudita provee cerca de una sexta parte de sus importaciones.

Tal situación ha sido determinante para que Xi Jinping nunca haya condenado la invasión rusa a Ucrania. China se ha convertido en uno de sus mejores aliados en estos momentos de dificultad. Mas bien es Pekín a través de sus importaciones de Rusia quien ha conseguido aliviar a Moscú del efecto de las sanciones estadounidenses. 45% del presupuesto federal ruso proviene de su sector petrolífero y gasífero así como la mitad de sus exportaciones. Cada vez se hace más evidente que la proclamada neutralidad del gigante chino alberga posiciones pro rusas y el motivo más protuberante es su dependencia del suministro petrolero que Moscú estimula y facilita con precios altamente preferenciales.

En los últimos días nuevos elementos han venido a sumarse al conflicto bilateral Israel-Hamas, lo que agrega tensiones superlativas y sugieren una conflagración de mucho mayor calibre. Ello coloca de nuevo a la gran potencia mundial frente a un requerimiento de posicionamiento político. Hasta ahora es la ambigüedad lo que caracteriza las declaraciones oficiales de personeros del gobierno chino en torno a hechos que mantienen al mundo con la respiración contenida. “China pide a las partes implicadas que actúen con calma y moderación para evitar una nueva escalada” reza el comunicado de su cancillería.

Lo cierto es que el reciente ataque de Irán sobre Israel puede provocar en la región una escalada de tensiones que necesariamente afectarán la seguridad energética china. La Agencia Internacional de Energía, a fines de la semana pasada alertaba al mundo sobre los riesgos de volatilidad de los precios. Mas allá de ello, los expertos se pronuncian sobre una nueva disrupción en las cadenas de suministros y en los precios mundiales de crudo por la fragilidad manifiesta del tránsito de los tanqueros a través del estrecho de Ormuz.

La inclinación de China a estrechar aún más los vínculos con sus proveedores energéticos privará igualmente en esta ocasión si la cosa pasa a mayores. China es el  socio comercial de Irán por excelencia y lo ha sido así los diez últimos años. Según cifras de Kpler, por hoy el 90%  de las exportaciones de petróleo iraní van a suelo chino con precios beneficiosos para los importadores. La mayor parte de las 40 refinerías independientes chinas procesan crudo iraní que pagan en moneda china contraviniendo así también las sanciones americanas. En el 2023 Irán llegó a vender un promedio superior a 1,05 millones de b/d a China. Así que, sin duda, Pekín puede jugar un rol determinante en el conflicto tal como lo viene sugiriendo y exigiendo Washington.

Cuesta saber que tan abierta será su solidaridad política con Irán, si Teherán también apela a un pronunciamiento chino en su favor, o en contra de Israel.  Hasta el presente las autoridades chinas no han ido mas lejos que anudar mejores y mayores lazos comerciales.

Lo repetimos una vez más. China no se la jugará a favor de ningún lado mientras su seguridad energética esté en peligro. Esa es la China pacificadora de Xi.

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