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Mueren en alta mar o de hambre: la realidad de quienes pescan con tripas en Vargas

La necesidad ha llevado a decenas de varguenses a buscar alternativas para garantizar la comida en sus hogares. Una de ellas es la pesca con tripas de cauchos, modalidad que no solo ha cobrado auge, sino que también le ha segado la vida a unos cuantos.

Solo entre el 22 y el 26 de febrero fueron rescatados los cuerpos son vida de dos hombres. Uno identificado como Jean Martínez Matey, de 40 años; y otro aún sin identificar.

Martínez pertenecía al grupo de pescadores de Tanaguarena, en Caraballeda, donde hay unos 49 miembros. Lamentablemente salió a pescar solo en alta mar y con una tripa de caucho, pero perdió la vida.

Uno de los sobrevivientes de este tipo de práctica es José Gregorio Yánez, de 23 años, quien contó que debió nadar más de 3 horas durante una milla y media para poder salvarse.

Y es que su tripa se le reventó luego de una larga faena de pesca. «Cansado pero llegué. Perdí todo: tripa, chapaletas. Todo lo perdí».

Al consultarle cómo fue su travesía esto fue lo que nos contó: «Eso fue puro brazo y chapaleta. Para no ahogarme pensaba en mi familia, en mi carajita. Cuando vi la orilla me confié un poquito más».

Sostuvo que al llegar a la orilla prácticamente estaba muerto en vida. «Estaba tan cansado que no quería levantar las piernas ni los brazos. Estuve media hora así».

Yánez está consciente que pescar con tripas es desafiar a la muerte. Pero también sabe que la necesidad es tan fuerte que no hay alternativa: o mueres de hambre o en alta mar pescando.

Refirió que antes se dedicaba a vender mangos en la playa. Pero dejó de ser rentable y por eso optó por convertirse en pescador con tripas.

Asimismo, criticó que no reciben ayuda de ningún ente, a pesar de que son muchos los que les han prometido tenderles la mano.

Brayner Rodríguez, otro pescador, es uno de los líderes de este grupo. Tras lamentar el fallecimiento de su compañero tripero Jean Martínez, recordó que no es aconsejable por ningún motivo pescar con tripas.

Señaló que hace pesca de altura. Es decir, que sale entre dos y tres millas, casi 5 mil metros desde la orilla. «Pescamos pargo, mero, cazón, cunado, ojón».

Dijo que dejó el oficio de la construcción para dedicarse a pescar con tripas de caucho, pues en un día malo hace 10 dólares, pero en un bueno consigue hasta 25 dólares en un día.

Para evitar otra muerte en el mar manifestó que piensan organizarse en una cooperativa. «Para que nos atiendan como tiene que ser y no nos prohíban la pesca».

Foto: Amy Torres
Foto: Amy Torres

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