Es práctica consumada y vieja del populismo (lo de vieja porque no viene de la V República siquiera, sino de la IV) lo de otorgar un “aumento” del sueldo mínimo el 1 de mayo. 

De “aumento” en “aumento” (no me ayude, compadre) hemos llegado al sueldo mínimo actual, que no llega a 4 dólares mensuales, y sobre el que los economistas hacen apuestas en relación con cuándo llegará a $1.

Dice Nicolás Maduro muchas cosas cada tarde en televisión, y por allá por 2018, cuando este ligerísimo atisbo de lo que se debe hacer antes de un ajuste económico empezaba, anunciaba “disciplina fiscal prusiana” para evitar la emisión de dinero inorgánico, y así sostener al bolívar soberano. 

El bolívar soberano, ya lo sabemos, se fue tanto a la porra que cualquier cifra de inflación en estos tres años, la más descabellada, es posible. En consecuencia, la “disciplina fiscal prusiana” podría ser otro de los muchos cuentos que nos echa Scherezada todas las tardes, aunque este cuento ya va mucho más allá de las 10 millones y una noches. 

Ese pequeño atisbo de ajuste, sin embargo, ha ayudado a que el factor trabajo (una mercancía como cualquier otra, a fin de cuentas) haya tenido una ligera alza en su demanda, y este año, el salario real promedio de los venezolanos ha crecido 44%. 

No en el Estado venezolano, causante de toda esta miseria, por supuesto, sino en el sector privado, porque tras 22 años intentando a posta destruir la economía venezolana, el chavismo ahora culpa a las sanciones por ello. 

Cada sociedad tiene el aumento de salario que se crea

El punto aquí es que cada sociedad tiene los salarios que su productividad le permite. Esto, que tantos años despreciamos en Venezuela (como también despreciamos que el mercado fije el precio de todos los precios de la economía: el de su moneda), es una verdad como que va a amanecer mañana. 

Usted puede fijar el precio del salario que usted quiera, pero si eso no responde a la realidad de la economía, más tarde o más temprano se volverá sal y agua. 

Lo otro que es indispensable para tener algún día salarios de verdad es dominar al Estado venezolano, para que sea un Estado que la sociedad pueda financiar, y eso solo se logrará el día en que a ese Estado se le impida emitir dinero inorgánico. 

¿Cómo? El camino más fácil, y cada día es más patente en Venezuela, es la dolarización.  

Estoy seguro de que esos dos objetivos se pueden lograr en Venezuela, tan seguro como estoy de que “esta gente” no va a ser la que pueda lograrlo. 

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