Son muchos los bancos chinos cargados de dinero y negocios, parte vital del desarrollo del país milenario estas últimas décadas después de la muerte de Mao. Los que están en las grandes ciudades, y los de las áreas rurales limitados a sus alrededores. Pero los ahorristas no están muy felices, asoman problemas en China que no estaban en los planes del Comité Central del Partido Comunista Chino.

Mao Tsé Tung encabezó al Partido Comunista de China que él había fundado, promovió, organizó y lideró la revolución popular que sacó del poder a los poderosos,  del pensamiento a los intelectuales y de la China que después sería llamada “continental”  al líder conservador Chang Kai Shek quien, militar y políticamente derrotado, huyó a la pequeña isla de Formosa, a no muchos kilómetros de la China de toda la vida, acompañado por militares de diversas jerarquías, veteranos que odiaban a los comunistas.

Mao y Chang, con ayuda más bien indecisa de Estados Unidos, habían contribuido a combatir y sacar a los invasores japoneses de China, mientras los estadounidenses con australianos, británicos, holandeses y franceses y asiáticos originales como se ve en algunas películas, los iban combatiendo isla a isla en el extenso Pacífico, donde se produjeron las principales decisiones; en la base naval de Pearl Harbor, en el archipiélago de Hawai, los japoneses comenzaron una guerra mal anunciada hundiendo la flota estadounidense con la suerte para Washington y la mala suerte para la entonces poderosa Marina Imperial japonesa de que no hundieron los portaaviones.

Pocos años después esos mismos portaaviones y algunos otros buques de guerra derrotaron a la marina nipona frente a Midway en medio del Pacífico, flota localizada por los aviadores, y ahí los japoneses perdieron la guerra mucho antes de que los achicharraran con las dos primeras –y únicas- bombas atómicas lanzadas en una guerra en el mundo, lanzamientos más debidos al temor estadounidense por la terquedad de los japoneses con generales y almirantes que se sentían samurais, hoy los samuráis son empresarios.

Entretanto en China el país se acomodaba, borrada la debilitada aristocracia y extendido con fuerza el marxismo, la que ya era la nación más poblada del mundo limpiaba a tiros sus fronteras, mantenía el hambre de sus centenares de millones de campesinos, pero controlados por el Partido, y se organizaba como dictadura comunista cada día un poco más poderosa.

Frente a ella. atrincherado en su pequeña isla de Formosa, Chang Kai Shek gobernaba con mano de hierro y el respaldo estadounidense, que mantenía así un establecimiento importante contra el comunismo que crecía en Asia –y que llevaría a tres guerras, la de Corea hoy dividida en dos países que siguen enfrentados, Vietnam de donde los vietnamitas echarían a los colonizadores franceses para enfrentarse a los estadounidenses que, tras gastar miles de hombres y millones de dólares, ganarían todas las batallas pero perderían la guerra; y la de Cambodia, donde el exitoso ejército vietnamita debería acudir para aplastar al bárbaro y enloquecido Pol Pot.

Murió Mao y China cambió

Con la vejez y la muerte de Mao Tsé Tung se esfumó el poder de sus camaradas de mando como Chou En Lai, Li Li-san, Wang Ming, Chan Po Ta y el militar Lin Piao. Era una China poderosa en ejército pero pobre como país.  Estados Unidos crecía ya como primera potencia económica del mundo, los países una vez en guerra en Europa y Asia se consolidaban, la Unión Soviética se derrumbaba carcomida por su propia economía estatista y compitiendo con los estadounidenses en áreas tan costosas como la industria espacial, la militar, el espionaje, el sostenimiento de la Cuba inoperante de Fidel Castro –en este caso no con ayuda de la Casa Blanca sino por ls remesas de los exiliados- y el emprendimiento de sus propios ciudadanos, privados y por su cuenta en Norteamérica, oficialistas  y favorecidos por el Estado en la Unión Soviética de la cual se desprendían Polonia, Hungría, Checoeslovaquia, Estonia, Lituania, Letonia, Bulgaria, Rumania y la Yugoeslavia que se autoescindiría en una guerra, en el sur y este Ucrania, Moldavia, Bielorrusia y todos los “tán” del este.

En tiempos de Richard Nixon, vivo todavía Mao, Estados Unidos entendió con el pragmatismo de Henry Kissinger que no podía ser  la enorme y milenaria China una pequeña isla, y los chinos cambiaron entendiendo que el concepto clave era la economía.

Todo esto en un agitado lapso de cuarenta años, casi de inmediato uno nuevo tras la muerte del tirano seductor de niñas.

Mao y el maoísmo murieron, llegaron al poder chinos de generaciones de relevo que estaban convencidos de que el camino empezaba por la economía con las industrias y el crecimiento del consumo, y que al capitalismo había que superarlo en su propio terreno, el de la industria y las exportaciones.

Y por ahí se fueron, con la ayuda de numerosas empresas de Estados Unidos y Europa que vieron en aquella sociedad de hombres y mujeres controlados por el Partido Comunista, para quienes dejar de ser campesinos hambrientos y enterrados en barro para convertirse en trabajadores de grandes empresas con apartamento pequeño pero moderno asignado en enormes edificios, era ya un gigantesco paso de avance personal y social. Y con sueldos bajos, aspecto importante para las nuevas empresas chinas, y las estadounidenses y europeas.

Fue un mundo en expansión hasta que los mismos chinos, seguramente sin querer queriéndolo, dejaron escapar un virus que lo enredó todo.

La ganancia neta por producto, ésa es la diferencia

Ha sido innegable el crecimiento chino, y hasta llegó a hablarse de que China era la demostración de que no todo era necesariamente libre economía en el mundo.

Pero las economías de Estados Unidos donde cada estadounidense se juega personalmente su vida, su destino, su éxito o su fracaso y encima paga impuestos,  de la Unión Europea con libertad de emprendimiento pero enorme, vasta y costosa protección social y el Estado como gran gestor,  y el poder comunista chino con el Estado como principal inversionista y productor, no son lo mismo.

Porque el sistema de centralismo y control del todopoderoso estado comunista produce una enorme variedad de productos, algunos incluso más baratos a la venta que sus competidores estadounidenses, surcoreanos, japoneses o europeos con la ventaja adicional de sueldos comparativamente muy bajos, tienen al mismo tiempo costos originarios superiores en China, justamente por ser productos del Estado. Un tornillo puede costar 1 dólar en cualquier país del mundo, pero en Estados Unidos, Corea del Sur o Alemania, por ejemplo, le cuesta al fabricante US $ 0,70 puesto en cualquier lugar del mundo, pero a China le cuesta US $ 0,90 –cifras figuradas a título de ejemplo.

De esa manera China ciertamente compite en precios, e incluso en calidad y disponibilidad, pero gana mucho menos en cada unidad porque siendo un Estado centralista y controlador cada cosa le cuesta más. Eso aparte del viejo complejo comunista, de que si el empresario se porta mal, si es parlanchín y rebelde, puede ir preso y quedarse sin empresa. Y arruinado, muerto o expurgado.

El gran poder en países de menor capacidad económica

Los chinos vienen de una escuela de miles de años de paciencia. “Hay que subir la montaña como viejo para bajar y llegar como joven” es un revelador proverbio chino. Ellos saben que es importante crecer como productor y proveedor, y lo están haciendo. No se están enfrentando a Estados Unidos, como pensó erradamente Donald Trump, están compitiendo, es decir, están ofreciendo opciones a quienes más las necesitan.

Quieren petróleo, por ejemplo, e inundan al ingenuo Hugo Chávez con miles de millones de dólares que irán recuperando lentamente, a lo largo del tiempo, con cargamentos de petróleo que van partiendo semana tras semana de puertos venezolanos. Cuando Grecia cayó en un desplome económico que la Unión Europea se hartó de tratar de frenar, aparecieron los chinos solos, amables, sin controladores fondos monetarios internacionales, echaron dinero en las vacías arcas griegas pero se quedaron con un puerto en plena acción, griego cargado de historia, El Pireo. No por tenerlo, sino que El Pireo es un puerto en Europa.

Los europeos ven África subsahariana como un continente de piel oscura, mucha hambre, incompetencia y enfermedades, que sólo sirve para enviarles flacos hambrientos que se convertirán en peso muerto de la seguridad social europea; los chinos la ven como una extensa región en la cual todo está por construir y se dedican a construirlo, y a comercializar las materias primas africanas que se llevan a cambio de su ayuda. De alguna manera es un acuerdo de mutua conveniencia, construyen infraestructura que los africanos necesitan, se llevan productos básicos que África produce. Y no son sólo bananas y frutas, minerales estratégicos también.

Ya están planificando la Ruta de la Seda, un camino quizás largo pero que tiene la ventaja de que extenderá por la interminable Asia entre Europa y China, chinos de diversas especialidades y preparados para intercambiar y administrar su cortesía y sus productos y servicios.

No están tratando de aplastar al dólar, mantienen miles de millones en sus bolsillos mientras poco a poco van introduciendo al yuan al lado de los mercados de dólares y euros. Ése es el poder del yuan, que estadounidenses y europeos les deben billones de dólares y euros.

Lo que Nicolás Maduro y el castromadurismo no terminan de entender, que la china es ideología con dólares y euros en las manos y que el yuan no será sustituto ni alternativa, sólo otra importante divisa más. Que China es comunista y al mismo tiempo imperialista, que están abiertos a negocios pero así como Trump gritaba “América first!”, los chinos no gritan sino afirman “Zongguó  di yi”, China primero.

¿Se acuerdan de Evergreen?

Con una población gigantesca que masivamente iba abandonado los campos para irse a las ciudades, el sistema chino se lanzó a un monumental programa de construcción inmobiliaria respaldada por bancos de todos los tamaños y atiborrados de dinero. Es verdad que millones de chinos han mejorado y habitan en las ciudades en expansión, pero no todos ganan lo suficiente para pagar adecuadamente los créditos bancarios inmobiliarios.

Y en poco tiempo la banca china, especialmente la del interior del país, se encontró asfixiada por demasiados créditos otorgados a constructores que no lograban vender y cobrar a tiempo las viviendas que construían con rapidez y regularidad. Porque el negocio y la prosperidad de un banco no es ser dueño de muchos inmuebles y vehículos, sino la ganancia entre prestar para comprar y vender para cobrar.

A ver si nos entendemos, porque está incluso en las leyes bancarias. Un banco presta dinero como capital, que cobrará, en el caso inmobiliario, a lo largo de varios años; es decir, se descapitaliza para irse recapitalizando mes a mes con intereses. Teóricamente, debe recapitalizarse con un aumento de su capital. Eso, si las viviendas se venden en cantidad suficiente y los que recibieron los créditos, constructores y residentes, pagan a tiempo y con regularidad.

Lo que a veces pasa es que un banco se encuentre un dia con demasiadas viviendas no vendidas, o no adecuadamente pagadas, para las cuales no tiene suficiente mercado con la eficiencia y la rapidez productiva necesarias.

Entonces el banco cae en la necesidad –o en la tentación- de endeudarse con otros bancos con más efectivo disponible para cubrir su propia capitalización mientras vende los inmuebles (y vehículos, y créditos rotativos con tarjetas de crédito y otros préstamos). Pero estas deudas bancarias no son préstamos a largo plazo, sino a corto, pagarés. O sea, si el banco no logra rescatar efectivo para pagar a quienes a su vez le prestaron a él, entra en difíciles problemas.

Un negocio bancario es el de los ahorros como fortalecimiento de efectivo (disponibilidad) para a su vez prestar, que es donde está el negocio. Por ejemplo, Perico Metralla deposita 100 bolívares mensuales en su cuenta de ahorros, con ganancia de, digamos, 9 %. O sea, al final del año el ahorrista Metralla tiene un capital de Bs. 1.308.oo, redondeando. Se supone que el banco ha prestado esos 1.200 bolívares al 12 %, o sea, debe tener cuando el que recibió el préstamo Bs. 1.344.oo, su ganancia bruta es de Bs. 36.oo. Si esto lo lleva a una gran cantidad de préstamos con fondos de una gran cantidad de depósitos de ahorristas y resta sus propios gastos operacionales, le quedará un beneficio neto.

Pero si muchos de los que recibieron préstamos no los pagan porque no disponen de fondos, el banco se descapitaliza, porque no puede hacer esperar a sus ahorristas. Y entre los grandes solicitantes de créditos bancarios, en el mundo entero, están los constructores: los bancos les prestan para que construyan, luego venden ellos venden los espacios y le pagan al banco, o le transfieren las deudas de los compradores con ellos. Pero si los compradores no compran viviendas, si hay más viviendas construidas y debidas a los bancos –sea en inmuebles u otros tipos de créditos bancarios, como financiamientos a asuntos agrícolas, fortalecimiento de empresas, fundación de nuevas empresas, etc.- que dinero cobrado y crecido, el banco tiene problemas.

El problema pasa al Estado, que toma medidas para que los bancos enredados no se vayan al diablo. Puede adueñarse del banco ya que tiene que meter dinero fresco, o puede establecer medidas para que los ahorristas y otros depositantes no reciban sus dineros cuando quieran o en la fecha predeterminada, lo cual puede tranquilizar a los banqueros pero enfurecerá a los depositantes. Y si los depositantes se enfurecen, otros acudirán en masa a que les devuelvan sus yuanes, y los que tienen yuanes no acudirán a depositar, y así sucesivamente. Lo que suele llamarse en Venezuela, “una corrida”.

Bueno, esto es lo que está pasando en China, especialmente en innumerables bancos del interior, estén o no afectados, a cuyas puertas se agolpan miles de depositantes de todos los tamaños, especialmente los pequeños que hacen masa y no saben de detalles legales bancarios, ni confían en ellos. Para evitar las “corridas” el Gobierno ha prohibido que los depositantes puedan sacar de sus cuentas sus capitales completos, independientemente de para qué ni por qué los quieren.

Un problema grande para un país que tiene, sí, enormes reservas, pero también gastos en actividades espaciales, fortalecimiento y crecimiento del sector militar y de la fábrica de armas, inversiones en la vasta amplitud especialmente de países asiáticos y africanos, y aparentemente un exceso de construcciones inmobiliarias por encima de la realidad del mercado.

China no va a quebrar, ni siquiera lo piensen. Pero tiene demasiados problemas que resolver ahora, mientras Estados Unidos se enfrenta a la mayor inflación en 40 años, pero sigue produciendo más que nunca y Europa discute cómo resolver sus problemas de energía.

Entretanto, Rusia y Putin se arruinan con la guerra.

https://www.analitica.com/opinion/la-que-se-propone-ser-primera-potencia-economica-no-lo-sera-tan-rapido/