Guillermo Morón acaba de morir a 95 años de edad, convertido en un verdadero patrimonio cultural de Venezuela y del mundo hispanoamericano contemporáneo, a quien Carora y Cuicas se pueden disputar con fraternidad y honor como hijo predilecto. Hijo de una maestra de escuela, Rosario Montero de Morón, y alumno de un maestro de juventudes, Cecilio Zubillaga Perera, recibió de ambos una permanente y sistemática orientación para el estudio y la disciplina en el trabajo intelectual.

 Desde muy joven comenzó a escribir artículos y reportajes para El Diario de Carora y El Impulso de Barquisimeto, mientras terminaba sus estudios de bachillerato en ambas ciudades. Según carta de Chío Zubillaga que yo reseñé en la biografía sobre el maestro y humanista caroreño, éste le recomienda estudiar historia, convencido de la capacidad de Morón para analizar e interpretar los hechos del pasado y del presente que reflejaba en sus trabajos periodísticos. Ingresó al Instituto Pedagógico Nacional de Caracas del que egresó como Profesor de Historia y Geografía.

Después de una breve pasantía como profesor del Liceo “Lisandro Alvarado” y Secretario Privado de otro de sus maestros, el Dr. Carlos Felice Cardot, Gobernador del Estado Lara en 1949, su madre lo conminó a abandonar el país por el temor a que fuera arrastrado por la vorágine de la dictadura que se veía venir. Felice Cardot lo ayudó a conseguir una beca y se fue a España y luego a Alemania donde realizó estudios de Historia y Filosofía respectivamente. A estos estudios debe Guillermo Morón su excepcional formación en ambas disciplinas y en idiomas modernos e incluso en latín y griego.

         A su regreso al país con una visión universal de la historia y la cultura en general, ejerció la docencia en la Universidad Simón Bolívar y dedicó el mayor tiempo posible a escribir la Historia General de Venezuela y su obra narrativa, en la que destacan Historia de Francisco y otras Maravillas, El Gallo de las Espuelas de Oro, Catálogo de Mujeres, Los Hechos de Zacarías y Ciertos Animales Criollos. Tanto su obra historiográfica como narrativa ha despertado polémica entre expertos y neófitos. En los primeros porque tienen una óptica diferente a la de Morón para enfocar los problemas del hombre y de las luchas sociales y política en los grandes escenarios y acontecimientos de nuestra historia. Sin embargo, su obra histórica permanece como un testimonio de quien se ha dedicado con seriedad a la investigación en archivos nacionales e internacionales y a la observación directa de nuestro acontecer, para crear una conciencia aproximada al hecho histórico, sin la distorsión y los dogmas que lo han deformado por prejuicios y posiciones ideológicas intolerantes. Y en torno a su narrativa la polémica también ha estado presente, aunque sin una trascendencia crítica contraria a sus valores literarios. Por lo contrario, su obra ha sido recibida con respeto y admiración por quienes conocen la originalidad y el dominio de la lengua que exhibe en sus mejores páginas, en las que la imaginación trasciende la realidad, en un juego controvertido propio de la narrativa moderna.

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