«No es ni chicha ni limonada», esta es la opinión del economista César Aristimuño, director general de la consultora Aristimuño Herrera & Asociados, sobre la ampliación del cono monetario, anunciada por el Banco Central de Venezuela este viernes 5 de marzo. El especialista sostiene además que el ente emisor no tiene los recursos para imprimir las nuevas piezas de billetes.
Para el economista y exejecutivo bancario, la decisión no tendrá ningún impacto real sobre la economía, y no baja la presión para que el ente emisor haga una urgente reconversión monetaria.
«Como mucho, se trata de un reconocimiento de la enorme pérdida de valor del bolívar y, posiblemente, no sea más que una medida transitoria para paliar los problemas que existen con algunos gastos, como el transporte público superficial y subterráneo, sectores en los que no se ha resuelto el tema de medios de pago digitales«.
«Yo no veo al BCV haciendo grandes emisiones de billetes de estas nuevas denominaciones -200.000, 500.000 y 1.000.000 de bolívares-, porque no cuenta con los recursos para ello; y si no hay respaldo en papel moneda esta decisión no pasará del anuncio, con la consecuencia añadida de que se volverán a incentivar las largas colas de personas en las agencias bancarias«, subraya Aristimuño.
De fuerte a soberano: una historia de amor y dolor
Para el Director General de Aristimuño Herrera & Asociados, la medida anunciada por el ente emisor revela, una vez más, la indefinición sobre la estrategia económica que, en su opinión, frena expectativas más positivas.
El economista pone el acento en el desorden existen en la determinación del cono monetario en Venezuela, más allá de la histórica pérdida de valor del bolívar. «Hasta el momento, los billetes en circulación en Venezuela pertenecen principalmente a tres denominaciones: 10.000, 20.000 y 50.000 bolívares. Existe otra cadena de billetes en circulación, de más baja denominación, que prácticamente han desaparecido del mercado por su incapacidad de compra, ante la acelerada inflación, siendo ellos los de 10, 20, 50, 100, 200 y 500. Y ahora se suma otra serie. Eso no tiene ningún sentido».
Para Aristimuño, la ampliación solo se justificaría como medida de transición, porque los planes de digitalización van más lento de lo previsto. En todo caso, la idea es que la gente tenga billetes que compren, que permitan agilizar las transacciones. Cuando se instaure la economía del bolívar digital, este cono, evidentemente, no tendrá sentido«. Al final, el valor de un bolívar, desde el punto de vista de su capacidad de compra, es el mismo en papel impreso que en digital.
El analista no deja de lado factores como la precariedad financiera del Ejecutivo nacional y las graves deficiencias que existen en la infraestructura de servicios de telecomunicaciones, así como los problemas de carácter cultural que tiene una transición tecnológica, en buena medida, sobrevenida, en sectores donde priva la informalidad, como el transporte público.
«La historia reciente del bolívar, vigente en Venezuela desde 1879, ha sido de amor y dolor. El 1 de enero de 2008 fue aplicada una reconversión monetaria que estableció el Bolívar Fuerte, quitándole tres ceros al bolívar. Una década después, y ante una inflación descontrolada, específicamente el 20 de agosto de 2018, se produce otra reconversión monetaria, entrando en vigencia el bolívar soberano, restándole o eliminándole 5 ceros a la moneda. En tan solo una década al bolívar le fueron eliminados 8 ceros. Podemos señalar como ejemplo, que Bs. 5.000.000.000 (cinco mil millones), fueron convertidos con el llamado bolívar fuete y soberano en tan solo Bs. 50 actuales», recuerda el economista.
Para César Aristimuño, la ampliación del cono ni siquiera tiene sentido económico, en términos de estructura de costos, para el Banco Central. «En todo caso sería más económico emitir un billete de un millón que emitir 10 de 100.000, porque esto tiene menos costo. Imprimir un billete de 100.000 tiene el mismo costo que uno de 1 millón, pero aquí tampoco vemos ese razonamiento, porque estos nuevos billetes, como unidad, no tienen el más mínimo poder de compra frente a los precios dolarizados de la economía».
Lo que hay que hacer
El director general de Aristimuño Herrera & Asociados sostiene que es indispensable acelerar una nueva reconversión monetaria, básicamente para que el signo monetario nacional sea más eficiente como unidad de cuenta y establecer el bolívar digital como medio de pago; sin embargo, deja claro que estas decisiones no tendrán ningún impacto decisivo en la solución de los problemas monetarios, financieros y económicos estructurales que padece el país.
«Se ha demostrado que las reformas simbólicas, como quitar ceros a la moneda o ampliar el cono monetario, no son suficientes para derrotar la inflación, sino que se deben encarar políticas monetarias y fiscales consistentes, que tengan como norte el fortalecimiento de la unidad monetaria, a través de la estabilidad de precios y el ahorro fiscal. Otra medida, combinada con las anteriores y con un peso específico y muy importante, es ganarse la confianza de los agentes económicos con la finalidad de incidir de manera positiva en el manejo de las expectativas, las cuales terminan condicionando buena parte de la dinámica de los precios en procesos inflacionarios. Nuestros estudios señalan que el peso de las expectativas en Venezuela tiene un impacto de 36% en la variación final de los precios«, apunta.
Con información de Banca y Negocios
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