Si te preguntara, ¿Cómo defines la palabra éxito? Qué abarca el concepto de esta palabra tan usada en la actualidad ¿Qué me responderías? Alguna vez te has preguntado: ¿Qué significa para ti el tener un matrimonio de éxito? 

Sin duda, que la pregunta sobre el significado del éxito en la vida suscitaría innumerables respuestas; sin embargo, al hablar del éxito específicamente en el matrimonio, por más que tuviéramos diferentes perspectivas de la vida, el hilo conductor de la mayoría de las respuestas sería, es, el amor entre la pareja. Porque para eso es el matrimonio. ¿No? Para amar y ser amado.

La palabra éxito proviene del latín exitus cuyo significado es salida. Es decir, que tener éxito significó, en algún momento de la historia, encontrar la salida de alguna situación difícil o complicada. Por supuesto, que este significado se ha ido desdibujando a lo largo de la historia y, en nuestra actualidad, el éxito tiene muchas connotaciones, la mayoría de ellas relacionadas con el reconocimiento, la fama y el dinero.

Quizá la primera “salida” que ofrece el matrimonio es la de la comunión o amistad profunda con un ser que amamos y que nos ama, lo cual es una puerta para salir de la soledad. Para vivir en compañía, en edificación y ayuda mutua. La historia del Génesis nos cuenta que Dios vio que no era bueno que el hombre estuviera solo. Y entonces, creó a la mujer. 

Desde el principio Dios creo nuestras almas para tener comunión y nuestros cuerpos para fundirse con el de nuestro cónyuge. La amistad que se desarrolla en el matrimonio es como esas raíces de un gran árbol sembrado junto a las corrientes de las aguas. Martín Lutero dijo una vez sobre el matrimonio: “No hay relación de comunión y compañía más agradable, amistosa y placentera que un buen matrimonio”.

La segunda salida que nos ofrece la unión matrimonial es la de juntos poder compartir la crianza de los hijos, de la manera que Dios lo estableció con un padre y una madre. Muchas mujeres han criado hijos solas. Reconocemos el inmenso sacrificio y la hermosa labor que hacen muchas madres solteras. También sabemos que hay hombres que han levantado a sus hijos sin una compañera de vida. Ellos no tuvieron la salida, no pudieron entrar por la puerta donde las cargas son compartidas. Creo profundamente, que ningún niño debería carecer del amor de su padre y de su madre conjuntamente. 

Otra, entre las múltiples salidas que nos ofrece el matrimonio, es la construcción de un hogar juntos. Es ese trabajo en conjunto que hace del matrimonio el mejor equipo para construir el refugio de nuestra vida, el nido de nuestros hijos; el lugar físico donde podemos reír y llorar con la misma libertad. Ese lugar espiritual que siempre llevarán nuestros hijos en el corazón, donde quiera que vayan.

Considerando que la mayoría de las batallas que libra el ser humano se llevan a cabo en el alma, en el fuero interno de cada ser, el éxito o victoria, para darle otro nombre, no es algo siempre notorio ante los ojos de otros. Al contrario, las miles de victorias o fracasos a los que cada individuo se enfrenta en su vida cotidiana pueden pasar completamente desapercibidas, aun para los mas íntimos. De tal manera que, el éxito no siempre es una algarabía que despliega colores luminosos como un aviso publicitario.

Pero, cuando podemos tener toda la libertad para contarle a nuestro esposo (a) nuestro progreso en la consecución de nuestros sueños. Cuando podemos compartir la tristeza que en algún momento se adueña de nosotros; cuando ese ser amado nos enjuga una lágrima o sencillamente, llora con nosotros, es simplemente maravilloso.

Desafortunadamente, vivimos en un mundo en el que muchos han enfilado toda su fuerza y poder para denigrar al matrimonio. En la actualidad hay toda clase de pensamiento y movimientos para destruir el concepto del verdadero matrimonio cristiano. Vivimos en un mundo que le da mas peso e importancia a las cosas efímeras de la vida. Todos quieren libertad para vivir la vida sin compromisos; sin darse cuenta que proclamando libertad se privan de una vida plena.

Hacemos énfasis en lo que se ve. Queremos lucir bien, nos esmeramos en lucir bien, pero no en ser amables y bondadosos. El éxito en el matrimonio no solo está en lucir lo mejor posible de acuerdo con los años, sino ir creciendo en bondad, en ternura, en tolerancia, en paciencia el uno para con el otro. No se trata solo de la apariencia externa sino en la manera como vestimos nuestro ser interior. 

Nos afanamos por hacer dinero; pero más tarde, nos estrellamos, al darnos cuenta que el dinero no compra el amor. Podemos comprar todo, pero nunca un corazón que nos ame en hechos y en verdad. Si has encontrado a esa persona que te amó cuando solo tenías amor para ofrecerle, continúa amándola con la misma intensidad, porque nunca todo el dinero que puedas tener comprará el amor. Podrás comprar compañía, a ratos, pero nunca el amor.

Escogemos atajos en la vida, sin darnos cuenta que la brevedad del camino que hemos escogido, se convierte también en la brevedad de nuestra felicidad. Es más fácil divorciarse que lidiar con el proceso del perdón. (Por supuesto, que hay casos irremediables en los que el perdonar no necesariamente significa reconciliación).

Es más fácil dedicarnos a hacer dinero que construir una familia con valores. Por supuesto, se pueden hacer las dos cosas; pero, les aseguro que la primera es mucho más sencilla. Es más fácil levantar una empresa que criar hijos que sean capaces de bendecir a otros con sus actos.

Nos hemos empeñado en medir el éxito con parámetros muy efímeros. Hemos olvidado que las cosas realmente trascendentes de la vida se construyen con el esfuerzo diario. El verdadero éxito pués, más que un resultado, es un proceso de vida para el cual es necesario el compromiso con nosotros mismos de convertirnos en la mejor persona posible. El verdadero éxito en el matrimonio, es el éxito de cada uno, el cual unido al del cónyuge se potencia, inexorablemente, en el bien del hogar. 

“Bebe el agua de tu misma cisterna, Y los raudales de tu propio pozo. ¿Se derramarán tus fuentes por las calles, Y tus corrientes de aguas por las plazas? Sean para ti solo, Y no para los extraños contigo. Sea bendito tu manantial, Y alégrate con la mujer de tu juventud, Como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, Y en su amor recréate siempre.”

Proverbios 5:15-19 RVR1960

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