Pluma

Más allá de sus pendencieras declaraciones para la galería interna, los capitostes del régimen pretenden dialogar directamente con EEUU en un descaminado intento de llegar a un arreglo excluyendo a la oposición democrática.

Ciertos analistas nos fomentan ilusiones sobre el futuro inmediato de Venezuela en función de sus enormes reservas petroleras y su ubicación geográfica como factor que diferencia a Venezuela de otros países en crisis como Haití, Sudán, y otros puntos del planeta.

Pero sobreestiman nuestra importancia en el complicado tablero de prioridades internacionales porque para aumentar nuestra producción petrolera se requerirá un tiempo considerable y billonarias inversiones que pocos están condiciones o disposición de emprender.

Tampoco ayuda que Venezuela esté endeudada hasta los teque-teques con países como China y otros, que serán los primeros en cobrar cualquier ingreso adicional que venga por el lado petrolero.

Ante el desastre reputacional de la nación en el último cuarto de siglo, Venezuela tendrá que ir muchísimo más allá de simplemente quitar el cartel que dice “exprópiese” para atraer inversiones nacionales y extranjeras.

El daño hecho al prestigio internacional de Venezuela es casi irreparable: Con palabras bonitas, invitaciones y sonrisas no será suficiente para recuperar la confianza del capital serio. Los inversionistas domésticos y foráneos ya han sido escaldados repetidamente en Venezuela con iniciativas anteriores que se tradujeron en costosos fracasos debido a las veleidades de los gobiernos.

Por eso la prioridad de la comunidad internacional hoy parece limitada a evitar una crisis adicional en Venezuela entre tantos problemas globales. Saben perfectamente que aquí queda mucho por negociar y resolver con el concurso de todos; y que el camino de la recuperación está hoy trancado entre dos posiciones que parecen inamovibles.

La oposición democrática debe ofrecer al mundo prueba contundente de su fuerza electoral el próximo 28 de julio y en los días que le sigan para así garantizar su participación efectiva en un genuino diálogo con dos factores de fuerza como son el régimen y la comunidad internacional. Y el régimen debe aceptarla.

Todo ello apunta a que en el mejor de los casos nos tocará una larga y azarosa transición y un titánico esfuerzo de todos para restablecer la credibilidad y viabilidad de nuestra sociedad. El daño reputacional que ha sufrido Venezuela a nivel internacional es incalculable. Se dice en Colombia que es fácil quitarle todas las plumas a un gallo, lo difícil es volvérselas a poner.
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Autor: Antonio Herrera-Vaillant
11 de julio de 2024

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