Los estadounidenses le tumban un globo espía a los chinos después que el tal enorme globo había sobrevolado buena parte de Estados Unidos y, casualmente, los vientos del imperialismo habían parado el globo encima de una base militar –y dicen que nuclear- de Montana. Después centroamericanos poco tecnológicos descubren otro sobre Costa Rica pero este país no tiene F 35 para derribarlo y el globo entendemos se alejó tranquilamente, aunque si lo agarra Bukele es capaz que lo mete en la nueva cárcel que construyó. Los estadounidenses aseguran que los chinos han enviado globos por montón, ahora los chinos acusan a Estados Unidos de haber enviado también globos a China.

O sea que ahora, entre adversarios, la cosa en la era de la tecnología de avanzada va en globos que tienen el problema, supuesto, que van no para donde son destinados sino a donde los vientos quieren. Ya hubo un caballero inglés que, a cuenta de los vientos europeos, terminó en la pequeña y encantadora población española de Chinchón, donde este servidor se bebió unos cuantos ardientes chichones con su primo y Cantinflas toreó en su estilo en una plaza desarmable de prestigio taurino.

Se pregunta uno cuál es el interés de dos superpotencias como Estados Unidos y China en andar enviándose globos unos a otros, por muy extensos que sean sus territorios. Muy grandes deben ser, pues flotan a alturas mayores que las que utilizan los grandes aviones modernos y terminan poniendo en vergüenza a esas potencias, ¿cómo con tanta tecnología pudieron filtrarse los cielos democráticos y los dictatoriales?

Claro, orientales impertérritos y  yankees persistentes tienen mucho que discutir y alguien recordó que los globos no habían sido todavía utilizados, y ahora nos vendrá encima una avalancha de globos de todo origen y objetivo. Por ejemplo, no sería de extrañar que los fanáticos  iraníes, mientras tratan de mantener a sus mujeres con las caras como globos religiosos, lanzarán los suyos sobre Israel y quizás terminen en Egipto, esos vientos orientales son cosa seria, recordemos que los apóstoles de vaina no se ahogan en aguas turbulentas en el lago aquél por creer que podían caminar sobre las aguas igual que Jesús. Y seguramente sabremos también que los israelíes mandarán via globo judío alguna bomba a los palestinos, aunque de repente y tal cae en el  Líbano.

Habría que prever también globos rusos sobre territorios ucranianos arrancados a Rusia, para tratar de ver por qué sus tanques son volados sin globos por la gente de Zelensky, y alguno para saber de verdad qué es lo que hace el tirano de Bielorrusia cuando Putin no lo ve, y en qué se enredan los gobiernos y ejércitos de otros retazos de la Unión Soviética –que no se derrumbó por globos sino porque el comunismo realmente es insostenible a menos que cuelgue de globos rojos que ni Stalin ni Malenkov ni Gorbachov tenían, eran aquellos tiempos cuando los chinos no pensaban en globos sino en Mao  Tsé Tung y el G 4 chino liderado por la señora Tung.

Podría uno pensar en que Andrés Manuel López Obrador le pida unos globos a Estados Unidos –Cuba, que sepamos, no tiene y, de tenerlos los usaría para tratar de entender qué es lo que de verdad está haciendo Nicolás Maduro- para vigilar al hijo del Chapo Guzmán y otros poderosos narcotraficantes mexicanos, aunque Biden y su Secretario de Defensa lo más probable es que se los nieguen, los estadounidenses son así, pero AMLO igual podría pedírselos a los chinos. O a la fuerza Qum de los iraníes, que ya deben estar preparando sus propios globos por amor a Alá o en honor a aquél general que Obama les voló de un solo y tecnológicamente preciso misilazo.

En realidad quienes deberían tener globos son la Venezuela castromadurista y la nueva Colombia de Gustavo Petro, donde crece el desempleo y aumenta el costo de la vida, para espiarse mutuamente sobre los cielos de Monómeros, digo yo, o sobre los puentes fronterizos a ver quién pasa de lado a lado, o para que Petro se entere de verdad de cuáles son las actividades de los narcoguerrilleros del ELN.

Si acaso los globos colombovenezolanos no terminan cayéndose sobre las feas y grasosas cabezas de la pareja Ortega.

Maduro, en cambio, podría ahorrarse esos reales, son muchos los confidentes y los que aportan traidores a la patria a sus organismos de represión, que deberían andarse con más paciencia porque sus celdas están llenas. Maduro, por ejemplo, no necesita espiar a Guyana, que ya se quedó con el Esequibo y sus únicas preocupaciones las discute con Exxon.

Y en cuanto a Brasil, ya Lula da Silva está llegando a acuerdos con Joe Biden sin preocuparse demasiado por lo que haga Venezuela ni por la extensa selva amazónica, donde terminarían los globos de Maduro, en caso de que vuelen tanto.

En cualquier caso más cuidado hay que tener con los aviones, porque de tantos globos que ahora se descubren cualquier aparato podría embestirlos, y ésa si sería una verdadera tragedia.

https://www.analitica.com/opinion/entre-globos-va-la-cosa/