El monte en la Universidad de Carabobo (UC) es su carta de presentación actual. Así es como demuestra que está inmersa en la desidia y la falta de presupuesto. También es evidente con la falta de vigilancia en la mayoría de sus espacios, lo que expone a la institución educativa más importante del centro del país a la delincuencia.

Hay zonas en las que simplemente no hay personal de seguridad por el elevado déficit en la nómina de la dirección de Prevención de Incendios, Protección y Seguridad (Pipsu), que no ha podido contratar al personal faltante porque nadie quiere trabajar por sueldo mínimo.

Un importante número de vigilantes ha renunciado “porque los sueldos de la administración pública no son atractivos. Hace dos años teníamos una nómina de 280 personas, ahorita no cuento con más de 150. Si por mi fuera, tendría 500 vigilantes, pero no pudimos ingresar ni uno solo el año pasado”, relató el director de Pipsu, José Luis Antón.

Robos sin parar

Los robos son la consecuencia directa de esta situación. Solo en el año 2019 se registraron 17 robos, 12 durante el periodo vacacional de agosto y cinco en diciembre, mientras que en 2020 fueron ocho los eventos de este tipo.

A comienzos de enero de 2021 se presentó un hecho delictivo en la Unidad de Litiasis y Enfermedades Metabólicas de la que, no solo se llevaron casi todo, sino que dañaron equipos valiosos porque los delincuentes ni sabían para qué se utilizan y lo poco que quedó fue trasladado a otro espacio y mantenerlo en resguardo.

El 5 de marzo se registró el robo más reciente en el laboratorio de Ingeniería Química de donde se llevaron varias bombas esenciales para las prácticas de la escuela.

El problema es claro. Los pocos vigilantes que quedan no están operativos en todo momento porque se dividen en cuatro turnos. “Hay áreas donde por limitaciones de personal no tenemos vigilancia fija, sino a solicitud de los usuarios si nos dicen que necesitan se les manda, y algunos directores han contratado vigilante privado para cubrir ese déficit”.

Ciencias de la Salud a la deriva

De acuerdo a lo establecido por la dirección de Pipsu, en términos de seguridad la UC está divida en cinco zonas. La que ha estado más expuesta a los robos es la dos, y que abarca el área de los pabellones, Ciencias de la Salud, Odontología, Biomédica, el Anfiteatro de Bárbula y el campo de fútbol.

“Es un espacio muy abierto con acceso a muchas comunidades en las que viven más de 80 mil personas. En avenidas internas ahí hay más de tres kilómetros. Es imposible cerrar esos accesos”.

Lo peor de todo es que con el déficit presupuestario de la institución, es imposible reponer lo que se han robado o dañado y eso incide de forma directa en la calidad educativa.

“Lo primero que buscan son equipos tecnológicos como computadoras, de radiología y para hacer exámenes médicos, y hay bienes que antes no se pensaba que los iban a robar como luminarias, bombillos y tomacorrientes, lo que no era atractivo hace cuatro o cinco años se lo llevan y lo único que podemos hacer para prevenir es reforzar las rejas y puertas con protectores”.

Deserción y clases semipresenciales

Aunque la Universidad de Carabobo fue pionera en el país al reactivar las clases en la modalidad semipresencial durante este año, tras más de nueve meses de cuarentena, entre la falta de transporte, comedor, la inseguridad creciente, el robo de equipos para las prácticas de laboratorios y becas que no superan el millón de bolívares, son pocos los alumnos que acuden.

Según el presidente de la Federación de Centros Universitarios (FCU-UC), Marlon Díaz, la deserción estudiantil es de 60%.

Él es estudiante de medicina y sabe muy bien la crisis que les toca enfrentar. “Prácticamente no queda nada que robarse en la UC. Los directores de escuelas, jefes de departamentos y de cátedras se llevan los insumos que quedan, previa acta, a otros sitios de resguardo para proteger lo poco que queda como los microscopios. Y esta situación no es solo del año pasado sino desde hace cinco años, y se ha incrementado producto de la falta de seguridad e inacción de los cuerpos de seguridad del estado que no han dado respuesta”.

Y son precisamente los alumnos quienes se llevan la peor parte porque la calidad educativa ya no es la misma sin los equipos necesarios para sus prácticas.

Foto: Dayrí Blanco
Foto: Dayrí Blanco

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