El gremio de enfermeros de Vargas alzó su voz, dejó el miedo y protestó este martes por segundo día consecutivo. Estos padres y madres de familia están desesperados al tener la nevera vacía y sin nada que darle de comer a sus hijos.
Karenlys Obeso compartió su desgarrador testimonio. Esta mujer con más de 11 años de servicio estudió cinco años para no ser buhonera, como le insistía su mamá. Pero hoy, para sobrevivir, no solo ejerce su carrera de enfermería con fe y vocación, sino que además se dedica a hacer uñas y a secar cabellos para poder mantener a sus dos hijos.
“Me duele lo que estamos viviendo mis compañeros. No contamos con servicio de transporte, muy poco tiempo nos ayudaron con una cesta básica que para mí era insuficiente y tengo apenas dos niños”, contó.
Con lágrimas en los ojos refirió lo terrible que se siente l saber que ni siquiera puede brindarle una merienda a sus hijos. “Me da tristeza llegar a mi casa y que mi hijo me diga que necesita una merienda y no tengo para darle”.
Obeso también hace tortas y vende relojes para poder medio comer. “Me mantengo aquí por fe y por vocación y porque vivo cerca, pero me pongo en el zapato de cada una de mis compañeras y para mí es difícil ver cómo ellos vienen”.
Con dolor dijo que muchos acuden al centro de salud con el estómago vacío y con los zapatos rotos, mientras que otros han tenido que usar sandalias tipo Crocs porque no les alcanza para el calzado reglamentario.
Sobre cuánto gana, precisó: “El 15 cobro Bs. 2.700.000 y el último 3.700.000 o lo que a ellos les convenga y eso trabajando fines de semana dejando dos bebés a mengua porque no tengo quién me los cuide”.
Obeso lamentó que trabajar en un hospital no les da garantía de recibir atención en caso de alguna complicación de salud. “No contamos institucionalmente con un remedio por si nos enfermamos”.
Con zapatos de guerra, como le llaman a los zapatos rotos que llevan, sostuvo que les ha tocado mendigar los medicamentos. “Somos mendigos de nuestro mismo hospital, donde crecimos y al cual amamos”.
Reiteró que son profesionales venezolanos y que no se quieren ir del país. “Queremos lograr que nos ayuden, queremos ayudar a nuestra gente, a nuestra comunidad”.
Maryori Díaz, presidenta del Colegio de Enfermeros de Vargas, manifestó que este es solo el despertar del gremio que inició una escalada de protestas en la región dispuestas a ser escuchadas.
Alertó que ya hay amenazas en el país de que si salen a tomar las calles no les colocarán las vacunas, lo que repudió. Asimismo, afirmó que estos profesionales reciben un solo tapabocas para trabajar durante toda una semana en plena pandemia y con la segunda ola de contagios en ascenso.
“El día lunes llegan al trabajo y le dan una mascarilla que deben mantener durante toda la semana, cuando es un elemento descartable. Pero, lamentablemente, aquí las enfermeras hacen milagros para mantener una mascarilla”.
Agregó que deben llevarse el tapabocas a sus casas, desinfectarlos y volverlos a usar. “La colocan en cloro o algún desinfectante para reutilizarlas. Y eso no puede ser. Lee están violando su derecho a la salud y exponiendo a un riesgo de contagio”.
El gremio de enfermeros del Litoral Central no protestaba desde noviembre del año pasado, pero después de ese largo letargo están decididos a insistir hasta que les paguen un sueldo digno.
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