Los puntos de control o alcabalas que se instalan durante la cuarentena radical en el estado Mérida, afectan la movilidad de los trabajadores de los centros de salud y en consecuencia la atención de los pacientes, ellos deben esperar por más de dos horas en las agotadoras filas de vehículos que se forman.

Uno de los puntos de control que perjudica más a los trabajadores de los sectores priorizados es el que se instala en la avenida Monseñor Chacón, por donde tienen que transitar quienes se dirigen hasta la ciudad de Mérida desde El Vigía, Ejido, Lagunillas, Chiguará, Tovar, entre otras poblaciones. Ahí los funcionarios de la Guardia Nacional solicitan documentación de vehículos y salvoconductos a todos los conductores.

Akbar Fuenmayor, médico del Instituto Autónomo Hospital Universitario de Los Andes (Iahula), dijo que las alcabalas no tienen ningún sentido desde el punto de vista epidemiológico, además, el personal que vive en zonas alejadas sufre para atravesarlas, «ojalá pudiera resolverse ese problema porque tenemos poco personal y algunos por eso llegan tarde».

Un taxista que presta servicio en el referido hospital, lamenta que en varias oportunidades no lo dejan circular por algunas avenidas, «tiene uno que calarse las colas de subida y bajada, aparte piden el salvoconducto que uno no tiene», agrega que cuando necesita trasladar a un paciente, lo han obligan a devolverse o desviarse por otras rutas que alargan el recorrido y hacen sufrir a los enfermos.

De acuerdo con Rigoberto Lobo, coordinador de la ONG Promedehum, se deben aplicar medidas preventivas y restricciones, pero no se puede vulnerar el derecho de las personas. «El libre tránsito es un derecho fundamental, cómo discrimina un funcionario policial quién tiene una urgencia y quién no, eso hablando del ciudadano común».

Lobo considera que aglomerar personas en una cola va en contra de las medidas preventivas contra la COVID-19 y califica que los puntos de control no son más que una forma de represión. «Es común conseguirse con funcionarios policiales bastante hostiles en la búsqueda de cualquier detalle mínimo para retener vehículos y abusar de las personas», explica.

También hizo mención a las denuncias que han recibido sobre policías que exigen salvoconductos a las personas durante las horas de la mañana, «si no pueden circular personas sin salvoconductos para qué están abiertos los supermercados o estaciones de gasolina», se cuestionó.

Por otra parte, los merideños se rehúsan a hacer recorridos innecesarios debido al bloqueo de calles y avenidas por los organismos de seguridad, en los que consumen más combustible del normal, en un momento en el que se debe comprar en dólares debido a la escasez que desde hace años azota la región andina, o hacer colas de varios días y noches por unos pocos litros.

Emergencia del Hospital Universitario de Los Andes. Foto: Jade Delgado

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