El régimen de Maduro cayó en una trampa que, irónicamente, él mismo ayudó a construir. En lugar de quitarse la máscara y declararse abiertamente como el jefe de una dictadura al estilo cubano, decidió mantener la fachada aparente de la democracia. Esta decisión, que en su momento podría haber parecido astuta, ahora ha dejado al régimen en una posición comprometida.
La sagacidad de María Corina Machado al seguirles el juego, participando en las primarias y posteriormente llevando la lucha a las elecciones generales, tomó por sorpresa a la dictadura.
Hoy por hoy, la situación se ha vuelto insostenible para Maduro y su círculo cercano. Las elecciones del 28 de julio no solo revelaron un fraude masivo, sino que lo hicieron de manera pública y descarada. Las pruebas del fraude son innegables, visibles ante los ojos de miles de militares del Plan República, funcionarios gubernamentales, testigos de la oposición, y los pocos observadores internacionales que se permitieron en el país, como los del Centro Carter.
Este fraude, más que un simple acto de manipulación ha expuesto al régimen como lo que realmente es: un grupo de tramposos aferrados al poder a cualquier costo.
El fallo reciente del chavista Tribunal Supremo de Justicia que declaró ganador a Maduro después de una parodia burlesca con unas urnas de votación ficticias, solo ha profundizado la crisis. Para el pequeño grupo de funcionarios cómplices de este fraude monumental, la situación se vuelve cada vez más difícil. La presión de un pueblo indignado, que ve cómo sus anhelos de libertad son brutalmente pisoteados, se suma a la creciente repulsión de la comunidad internacional ante un régimen violento y desafiante.
¿Y ahora qué? Esta es la pregunta que resuena en toda Venezuela y en los pasillos de las embajadas alrededor del mundo. La respuesta, en gran medida, dependerá de la capacidad de resistencia del pueblo venezolano y de la comunidad internacional para mantener la presión sobre el régimen.
Sin embargo, una cosa es clara: el liderazgo de María Corina Machado será crucial en los días venideros. Su habilidad para desafiar al régimen en su propio terreno y exponer sus mentiras ha galvanizado a la oposición y ha mostrado al mundo que la lucha por la libertad en Venezuela está bien encaminada.
En este momento de incertidumbre, la voz de María Corina se erige como una guía para un pueblo que ha sido traicionado repetidamente, pero que sigue luchando por su derecho a vivir en una democracia verdadera.
¿Qué pasará después? La respuesta no es clara, pero lo que es innegable es que el régimen de Maduro ha perdido cualquier vestigio de legitimidad y, con ello, ha sembrado las semillas de su propia desaparición. Ahora, más que nunca, es tiempo de escuchar a nuestra líder y seguir adelante con la lucha por la libertad de nuestra patria. ¡Hasta el Final!
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Autor: Alfredo González [VenezuelaUnida.com]