Luis Barragán @LuisBarraganJ

Los presentimientos y los pronósticos  cumplimentaron una realidad ineludible al anunciarse apenas el siglo: afrontábamos a todo un régimen, más allá de las circunstancias pasajeras que cultivaron muchas voces ingenuas y también interesadas, revalidándolo. Terreno minado el del XXI, todavía lo trillamos, interminables fueron los sucesos y las vivencias.

Convencidos, asumimos nuestras tareas parlamentarias enfrentando solitariamente el por entonces proyecto de Ley Orgánica de Cultura de un oficialismo agresivo, dentro y fuera del hemiciclo. Cierto, tuvimos  una escuela política que contribuyó a soportar la dura prueba de un régimen al que ya habíamos protestado, entre gases y disparos, desde el primer instante, con el cierre del Congreso, siendo numerosas las jornadas a cuestas.

Ninguna satisfacción tuvimos con el desempeño asambleario de la oposición y, en lugar de amargarnos, resignados, persistimos, siendo cada vez más frecuente la coincidencia con las ideas, las posturas e iniciativas de María Corina Machado hacia 2012. Conversábamos recurrentemente el diputado José Gregorio Contreras y el suscrito, procedentes de una tradición política distinta, ante la invitación de incorporarnos a Vente Venezuela, organizado en fecha reciente.

Jamás nos ofrecieron ni pedimos absolutamente nada a cambio, como todavía se estila en el paisaje clientelar de la vieja política, concretando un paso limpio y decidido. Siendo tiempos duros, difíciles y riesgosos, nos incorporamos a la construcción cívica de un partido como Vente Venezuela ya de nueve años en su haber. En lo particular, partidario de una economía social y ecológica de mercado, reavivó una vieja reflexión, la de  los ’90 del ‘XX, expuesta a través de Economía Hoy y El Globo, impresos ya extintos; la convicción de una perfectible República Liberal Democrática, como base para un futuro destino para una Venezuela diferente; y, lo admitimos, nos atrajo la dimensión profética de todo liderazgo que sea tal, porque ya María Corina había advertido la catástrofe humanitaria que desgraciada y deliberadamente se cebó contra los venezolanos.

Nos inscribimos en Vente Venezuela al ejercer la vocería parlamentaria a cabalidad, pero – puede decirse – lo formalizamos con la ruda experiencia de Puerto Ordaz (https://www.youtube.com/watch?v=cjflQVCG6PI&t=336s). Una faena muy dura aquella, aunque ya habíamos alzado la voz con María Corina en la refinería de Falcón, en el Esequibo, en el SEFAR de Caracas, en las calles del Táchira, y otros escenarios que rubricaron el compromiso, además del hemiciclo.

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