Algunas materias jurídicas relevantes y actuales requieren una explicación racional, toda vez que el embrollo político que resulta de buenas y malas suposiciones, nos lleva a la desilusión y al desencanto desesperanzador, toda vez que muchos juristas actores políticos, quieren imponer la bruma que surge por la falta de luz, y por terquedad no se dan cuenta que es el resultado de la frustración sin pensar. Sin darse cuenta, o mejor dicho, por taparse los ojos y oídos, prefieren el rumor zonzo y vacío que deja la molesta derrota del autoengaño.
Si, pareciera un error impensado lo que ha ocurrido jurídicamente, cuando en Venezuela surgió el ¡vete ya! y el ¡hay que sacarlo! Nos referimos al régimen tildado de ilegítimo, dictador, perverso, usurpador y muchos epítetos más, que pudiéramos decir que no viene al caso, pero precisamente, es uno de los motivos que nos llevan al origen inicial del tema: “la necesaria ficción jurídica”, única forma que el derecho permite como formalidad para normar conductas que asumen la tipicidad delictiva, o al menos la disidente falta.
Pero que en política, deja de ser un subterfugio normativo para convertirse en estúpida e inepta decisión; es la ficción que no lleva a no votar en los procesos electorales porque van a hacer fraude, o pedir acciones de fuerza para cambiar el régimen, que en connivencia viene acompañada de la triste y vergonzosa euforia, que sin mucho pensar, pide a gobiernos de países, que impongan medidas económicas o jurídicas a los gobernantes, para que cese la “usurpación”. En realidad, debiera darnos vergüenza la tilde que se nos ha impuesto de “pobre pueblo”, como si hubiéramos todos los venezolanos perdido la euforia y el brío para lograr cambiar el régimen.
Más triste aún, cuando bandera en manos se despotrica del gobierno con la frase de “fuera el usurpador” y se abandona el país, no importando la debacle de El Darién, ni las amenazas y el desvalor en la frontera de Estados Unidos, deseando coronar “el sueño americano”, como si esa fuera una salida a la crisis. En contrario, nosotros insistimos en pedir a pensadores venezolanos en el exterior, que deben “volver a Venezuela” para que nos ayuden en la tarea de lograr “el sueño venezolano”, y, aunque no nos guste, permitir que aquellos venezolanos que sufren las penurias y el mal trato en otros países, aprovechen el programa de “vuelta a la patria” implementado por el régimen.
Todos debemos entender, que las acciones emprendidas desde el “11 de Abril” han fracasado. Son muchos los muertos por su sacrificio, la industria petrolera decayó cuando creyeron que su paro podría servir para la renuncia de Chávez. Esa fue una “ficción política”, que no solo fracasó, sino que nos hizo perder la ilusión victoriosa y nos condujo al desencanto. Sabíamos que a Chávez no lo iba a amedrentar ninguna medida de paro ni de huelga, pero era peligroso accionar en contra del maniobrar político, que se enardeció con la tumultuosidad, sin embargo estuvo claro, como lo sigue estando que no ha habido ni hay un solo líder político que logre el encanto de la generalidad, sino que por el contrario, existe una lucha avivada desde el exilio para hacernos creer que nada hay que hacer hasta que no se cumpla el cese de la usurpación, sin entender que este es solo un canto de sirena, que solo sirve para fanfarria y engaño al inculto en las redes sociales. En esas redes donde se esconden muchos dragonarios que insisten en que Venezuela no existe, pero los que entramos todos los días a la labor cotidiana, no entendemos como es el reflejo de esos opositores, porque lo que vemos no es la miseria que tuvimos hace algunos años, sino que lo que falta es más emprendimiento para que fluya el trabajo y cese el engaño sobre la real Venezuela.
Nuestro mensaje seguirá siendo optimista, porque la experiencia que hemos acumulado en la docencia, en el derecho y en la participación activa en la política, nos permite reflexionar con sincera honestidad sobre el grandioso país que tenemos, sobre el desarrollo de la democracia que ayudamos a instaurar con fortaleza el 23 de Enero de 1958; y con énfasis en la Unidad de la MUD, donde se perdió la oportunidad del cambio al promover la nefasta abstención que nos corroe. Debemos insistir en acciones positivas para recuperar la vocación democrática de Venezuela, teniendo claro, que lo que falta son acciones políticas, muchas de las cuales se han desechado con el erróneo pensar que no hay CNE y con el supuesto fraude; olvidan la existencia de acciones constitucionales para la defensa del voto. Pero con mayor énfasis, se debe ayudar a las acciones de desarrollo y emprendimiento. Se percibe un gran movimiento de capital, pero pareciera que no existe un control acertado en la economía, lo que ha creado un temor mercantil sobre el “control del Estado”, que pudiera ser irracional.
Ha quedado claro, que en contra del pesimismo que nos insumen muchos politólogos mayormente en el exterior, que alertan sobre los posibles desajustes en Venezuela, sin embargo esperamos que todos se unan en lo que fue pedido hace algún tiempo, la llamada resiliencia opositora, esa que se deriva de crecerse ante la infortunio; ese estado que obliga a la capacidad de adaptación para superar el infortunio, preparándonos para que terminada la perturbación a la que hemos estado sometidos, iniciemos un nuevo estatus social y político superior, donde estemos claros que las adversidades que hemos sufrido, se originaron de un error del pueblo que creyó en la turbada confusión de comunismo y la social democracia; y logremos desechar de una vez por todas ese arraigado nacionalismo idealizado e idólatra.
¿Y cuál es la máxima reflexión? Sinceramente, nos puso a pensar la pegunta de un alumno en el tema de “ecología humana” en nuestra cátedra de Derecho Ecológico, cuando nos espeta: ¿Doctor, que podemos responder para la reflexión sobre la futura Venezuela, cuando todo lo que leemos o escuchamos es que Venezuela se perdió, que ya no existe país, que todo lo que se hace es el robo de su erario, que este régimen no sale con elecciones ya que el fraude es inevitable, que no se puede confiar en el CNE, que todos los líderes de la oposición están vendidos, que la negociación en México es para complacer a Maduro, que son inciertas las remodelaciones y las fastuosas obras que crecen y vemos en el país, que no hay electricidad, que el agua está contaminada, que la gente que abarrota los inmensos centros comerciales que han surgido, son ladrones de la “roboluciòn”, que la decoración en navidad adelantada es para tapar la corrupción, que la miseria es tan grande, que todos los venezolanos se arriesgan a la odisea de pasar el tapón del Darién y los gringos les impiden su odisea para cumplir “el sueño americano”; que ya no hay nada que hacer y Latinoamérica también se perdió. Doctor, pero más grave es que muchos venezolanos se largan del país para cumplir su sueño y se van directo a la Corte Penal Internacional para pedir al Fiscal que venga a recuperar al país porque todos están vendidos y ya no existen derechos humanos, que no hay poder judicial y los asambleístas electos son puros alacranes. Puede usted doctor explicarnos que podemos hacer?
Sinceramente, la respuesta es: ¡hay que hacer una necesaria reflexión!, pero insistimos: ¡Venezuela es grande! y el venezolano siempre se engrandece cuando entiende lo que no se puede comprobar solo con palabras. Los que estamos aquí sabemos, porque vemos, lo que existe de país, Nada se hace no haciendo y el murmullo irreflexivo, más que hacer, destruye. Por eso pedimos a los que no están, una necesaria reflexión.
@Enriqueprietos
https://www.analitica.com/opinion/una-necesaria-reflexion/