Al comenzar un nuevo año tenemos la opción de verlo como un nuevo comienzo, para hacer los ajustes necesarios a fin de llevar a cabo aquellas metas que nos han dado vuelta en la cabeza desde hace mucho tiempo. También tenemos la opción de seguir haciendo lo mismo de la misma manera, lo cual no necesariamente sea algo errado, ya que una de las cosas más admirables de la vida es mantener la constancia en el tiempo de aquellos proyectos que hemos logrado consolidar.
La idea de ver un nuevo año como un amanecer es sencillamente traer a nuestra vida las herramientas necesarias para continuar creciendo como seres humanos. Es buscar la excelencia en nuestra práctica profesional, elevar el carácter de nuestras relaciones, explorar el vasto mundo del conocimiento que yace incógnito frente a nuestros ojos; en fin, se trata de conocernos más profundamente, de dar más de nosotros mismos, de alcanzar cumbres hasta ahora desconocidas.
Nunca he creído en las fórmulas mágicas, la vida no es una receta de cocina, todos somos tan diferentes unos de otros y cada uno aporta su esencia en lo que hace. Sin embargo, creo que hay verdades universales, principios que aplicados en la vida que pueden crear estabilidad, confianza y excelencia. Por supuesto, es necesario que cada uno reconsidere el concepto que tiene sobre el éxito. Pues, el éxito no se trata de esa algarabía llena de color que el mundo nos muestra como tal.
La vida se va forjando de pequeñas batallas que se libran a diario, los verdaderos retos de un ser humano trascienden la barrera de lo material. El verdadero éxito es ese que se alcanza cuando logramos dominar nuestras pasiones y deseos egoístas, es ese que hace que lo que hacemos por nosotros mismos redunde inexorablemente en el bien de otros, es ese que se convierte en un proceso de vida más que en un logro momentáneo.
Solo un porcentaje mínimo de la población mundial puede llegar a alcanzar lugares de relevancia publicitaria. Solo un grupo muy reducido es premiado por el reconocimiento de los medios audiovisuales, y un porcentaje mínimo recibe una paga justa en concordancia con lo que hace; de tal manera que si partimos de esta errada premisa en la consecución del éxito, muy probablemente solo obtendremos una gran frustración y nos sentiremos desolados.
No obstante, al considerar un nuevo año como un amanecer podemos considerar siete principios que nos permitirán seguir adelante en la consecución del propósito de nuestra vida. El primero se trata de hacer un balance del camino recorrido, de las metas logradas y lo que quedó por hacer. De manera práctica, se trata de escribir en una columna los logros del año pasado y en otra los retos que tenemos por delante en este nuevo amanecer.
El segundo principio es la planificación. Es necesario establecer un mapa del recorrido que queremos transitar. Esto no quiere decir que durante el trayecto no tengamos que hacer cambios, tomar un camino diferente al que teníamos planificado. Siempre hay la posibilidad de encontrarnos con obstáculos, también la de cambiar nuestra perspectiva una vez que hayamos avanzado en nuestro plan. Por esa razón, no se puede ser inflexible en el plan.
En tercer lugar, el trabajo en equipo es una clave fundamental del logro. No somos entes aislados, por más independencia que practiquemos, dependemos de otros en un porcentaje muy alto del quehacer de la vida. Así que es mejor planificar delegando tareas, apoyándonos en otros, buscando la asesoría de un mentor. Cuando la vida se concibe desde la perspectiva de un equipo desde el hogar hasta el trabajo la carga es más ligera.
El cuarto lugar es para la regla de oro de las relaciones interpersonales: Trata a los otros como quisieras ser tratado. El respeto a la dignidad de cada ser humano es esencial para tener una vida de paz. La dignidad es intrínseca a la condición humana, no se mide ni por ninguna clase de logro, ni tampoco por el dinero que una persona pueda poseer. Algunos pueden llegar a acumular grandes fortunas, como podemos constatarlo en el mundo actual. Pero, si tus logros se fundamentan en detrimento de la dignidad de otras personas, serás solo eso, una persona con dinero. Y a todos nos llega el día en el cual el dinero no puede comprar lo más importante de la vida.
En quinto lugar debemos considerar la conquista de nuestro propio ser antes que cualquier otra conquista. El mundo está repleto de gente controladora, de personas que pretenden ejercer dominio sobre otras; personas que usan su posición de poder para subyugar a otros. Sin embargo, son incapaces de subyugar sus propias voluntades que los traicionan constantemente. Cada uno en el silencio de su alma, en la conversación íntima con su propio ser sabe todas las batallas que ha ganado y todas las que ha sido incapaz de conquistar. Como dice el final del famoso poema Invictus del inglés William Ernest Henley: “Soy el amo de mi destino, el capitán de mi alma.” En referencia a la respuesta que decidió darle a toda la adversidad que tuvo en su vida.
El sexto principio es el amor. Es necesario comprometernos con el amor, que todo lo que hagamos, más allá de perseguir un objetivo claro profesional o económicamente, produzca bien para otros. La esencia del amor radica en dar. Y no hablamos de dádivas de caridad social, hablamos de dar de esos talentos con los cuales cada uno ha sido bendecido. Todos venimos a esta Tierra con la capacidad intrínseca de dar de nosotros, de lo que somos, a otros. Cuando hacemos nuestro trabajo con amor sabemos que la recompensa no depende del ser humano en sí, sino de Aquel que posee la abundancia de todo el Universo.
Y por último, entendemos que la vida es demasiado frágil. Hoy estamos aquí y mañana no sabemos qué puede pasar. Solo Dios es nuestro consuelo cuando humanamente no podemos hacer nada; por eso, renueva tu fe, vuelve tu mirada a esa parte de tu vida de la que no te has ocupado en mucho tiempo. No solo eres un cuerpo y una mente, eres también un ser espiritual que necesita tener comunión con su Creador.
Siempre hay un nuevo amanecer, aun después de la noche más oscura.
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