Salir expulsado de un país es sin duda un gesto brusco del gobierno. En el caso de la embajadora de la Unión Europea, Isabel Brilhante Pedrosa, coinciden varias fuentes con reconocida experiencia en que al menos tres poderosas razones detonaron el gesto de Nicolás Maduro.

No era la primera vez que el régimen madurista había amenazado a la diplomática. De hecho en junio de 2020, cuando se emitieron sanciones para 11 funcionarios allegados a Miraflores, le dieron 72 horas para abandonar el país, pero el “canciller de la Unión” Joseph Borrell, presionó de tal forma que Maduro reculó.

Ahora, con una lista de 19 nuevos sancionados, se eleva a 55 el número de funcionarios que son señalados por la presunta comisión de delitos graves, de corrupción y crímenes contra los derechos humanos. Pero la naturaleza de estos nuevos dictámenes traza clara pista de lo que hizo explotar al mandatario chavista.

Hay que revisar la razón principal de las nuevas sanciones europeas contra el régimen

El comunicado de la Unión prioriza como justificación de estas nuevas sanciones el socavamiento de los derechos políticos y electorales de la oposición venezolana. Estas acusaciones, justo en este momento, parecen ser “un dedo en la llaga que más duele”.

De hecho, en el “bululú” de su reacción, Nicolás Maduro soltó la lengua y dijo que sus delegados se encontraban adelantando contactos con los europeos, pero que si esas sanciones no eran levantadas, no solo botaba a la embajadora, sino que además paraba en seco los contactos.

Ciertamente el régimen venezolano, sobre todo después que hubo cambio de gobierno en Estados Unidos, ha lanzado una campaña lobista, en Washington y en Europa, para que el cuento del cese de la usurpación y el gobierno de transición sean cosa descartada por la comunidad internacional.

Y hay que recordar que, cosa de una semana antes de que la Unión Europea emitiera estas nuevas sanciones, por Venezuela anduvo otra vez una representación del reino de Noruega, famoso por el auspicio de lo que terminaron siendo unas fracasadas conversaciones en Barbados, entre los representantes de Maduro y Juan Guaidó.

1. El adiós de Isabel Brilhante estuvo acompañado de un mensaje clave para Maduro

Que las nuevas sanciones se hayan titulado por el perfil de los “delitos electorales”, que son ciertamente graves violaciones a los derechos humanos, con toda claridad para el equipo madurista, fue un mensaje contundente de que Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña y los países de la Unión Europea, si coinciden en que la salida al caos venezolano es electoral, no quiere decir que coincidan con los planes del cuestionado gobernante.

Este dos de marzo la embajadora que iba a salir expulsada en breve, expresó en un tuit muy difundido que quería a Venezuela y que su corazón “se quedaba aquí”. Ese fue un mensaje clave para Maduro. No fue cosa de sentimentalismos.

Y de nuevo hay que revisar el comunicado que informó de las sanciones, más la reacción del régimen venezolano, para sacar las claves que convierten en un explosivo desafío, al “corazón quedado en Venezuela de la señora Brilhante Pedrosa”

2. Se sancionó el descaro electoral extremo al cual llegó el régimen venezolano

Entre los 19 sancionados, saltan a la vista los nombres de Indira Alfonzo y otros dos rectores del Consejo Nacional Electoral, que de manera arbitraria fue constituido violando en un constructo de varios meses de conspiración, la prerrogativa que sobre esta designación tenía la legítima Asamblea Nacional electa en el año 2015.

Una cosa es que Maduro esté moviendo a sus misioneros internacionales para sentarse en una mesa en la que se va a hablar de cronograma de elecciones, y otra, muy distinta, que la comunidad internacional esté dispuesta a que este cuestionado mandatario, piense que con este Consejo Nacional Electoral, o con cualquier otro que salga de su propio sombrero, pueda haber siquiera una oportunidad de conversar.

Recuérdese que en esa Asamblea Nacional electa el 6 de diciembre, desconocida por varias decenas de países en el mundo entero, ya se hace la mueca de supuestamente nombrar a un nuevo poder electoral. Con estas sanciones, los europeos dan un brinco adelante, como diciéndole a Miraflores que “no se saldrá con la suya otra vez”.

Así que como Nicolás Maduro no fue oído en eso de que si la Unión Europea levantaba las sanciones, estaría dispuesto a continuar con sus contactos; parece claro el mensaje de que si él quiere contactos, pues deberá aceptar nuevas reglas de juego, blindadas contra trampas.

La embajadora Isabel Brilhante también salió de Venezuela por el golpe a los impostores

Además de los rectores del cuestionado Consejo Nacional Electoral, saltan como cotufas en la lista de nuevos sancionados, los nombres de dos personas sobre quienes recae el mote de impostores, y que conste que es de las cosas más decentes que les lanza la ciudadanía que juzga mal sus actos políticos: José Brito y Bernabé Gutiérrez.

El primero de ellos fue sancionado, justo en los días en que llegaba a señalar que a Juan Guaidó le saldrían imputaciones que podrían representarle unos 200 años de cárcel. Brito, en la Asamblea electa el seis de diciembre, preside una comisión para determinar delitos de sus antiguos, y ahora traicionados, hermanos de lucha política.

En el caso de Bernabé Gutiérrez, las sanciones apuntan al que el régimen entrego “cosa robada”, nada menos que Acción Democrática.

Entonces, otra razón por la que expulsaron a la diplomática de la Unión Europea, fue sin duda la negativa del viejo continente a que el equipo de Maduro pretenda meter en las negociaciones un “paquetazo de contrabando” como la falsa oposición.

Se conoce que los escarceos internacionales del madurismo, han pretendido que las negociaciones para cualquier asunto electoral “Modelo Nicolás” sin año definido, en todo caso se realicen con representantes calificados por el segmento más numeroso de la oposición, como alacranes y convidados a “la mesita del régimen”.

La inmensa mayoría de los países dela Unión, sigue reconociendo a quien denominan presidente interino de Venezuela, como quien ejerce la interlocución política de la oposición venezolana.

3. La gota que derramó el vaso fue la de la representante del gobierno de España en Cúcuta

Pero si algo hizo irreversible la decisión de expulsar de Venezuela a la embajadora europea, fue el gesto del gobierno español, a través de su ministra de relaciones exteriores en la localidad colombiana de Cúcuta.

Arancha González Laya estuvo en la frontera entre Norte de Santander y el estado Táchira, viendo de la crítica situación de los refugiados venezolanos, que han huido a causa de la peor crisis humanitaria que haya vivido Venezuela, por la que el mundo libre y democrático acusa directamente a Nicolás Maduro.

Que el gobierno conformado por una alianza que incluye al señalado de archi-chavista Pablo Iglesias, también metiera el dedo en la llaga de la crisis de refugiados más grave del mundo, que sin duda está amalgamando más la organización de la comunidad internacional en pro del cambio en Venezuela; no es cosa de despachar a la ligera.

Significa, con toda seguridad, que Pedro Sánchez y el Partido Socialista Obrero Español, también van a oponerse a que si hay elecciones en Venezuela, sean para perder el tiempo en cabalgata de engaños, en vez de lograr una solución verdadera.

Esa visita de la canciller española a Cúcuta, fue calificada por los mandos del madurismo como una agresión que desata la necesidad de revisar toda la relación con España.

Pero el canciller del régimen venezolano tuiteó lo que se puede considerar toda una confesión: que considera una paradoja el que España diga que quiere colaborar con el diálogo, pero se auto anula con sus acciones.

Entonces, luego de una danza en la que Maduro se creía cómodo y bailarín lucido, la Unión Europea le ha cambiado el ritmo, lo deja desubicado en la pista, y desnudo en sus intenciones: no busca mediadores sino cómplices de su plan.

La embajadora se fue de Venezuela, y es casi obligatorio pensar que al expresar que dejó aquí su corazón, le gritó al régimen que lo que queda claro en Venezuela es que ahora, ni impostores, ni falsos organismos electorales, ni medias tintas por las que se infiltre la trampa, serán permitidas por los europeos.

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