El Estado Comunal tiene una larga historia. Esta historia  está compuesta por trazos teóricos que, maliciosamente, han venido avanzando en su implantación. Sólo que se ha visto enredada con presunciones que, por inconsistentes, perdieron su centro de gravedad. Y en su recorrido, fueron a parar en el sumidero de la praxis política prosaica. 

Es posible deducir que muchos de los reparos hechos sobre la textura de los postulados que han suscrito la teoría del Estado Comunal, han contribuido en el derrumbe de algunas de sus hipótesis. Quizás, entre las mismas, es posible contar la que habla de la analogía entre Estado Comunal y Estado Comunista. Aunque sus ideologías sostienen consideraciones que parecieran demostrar criterios semejantes y por otro lado, diferenciados, hay quienes hablan indiferentemente de uno y otro.

Esta cercanía frenó el proyecto que presentaba el Estado Comunal como modelo a ser candidato a regir los destinos de Venezuela. El mismo fue consultado en una primera reforma constitucional que buscó el apoyo mediante consulta que el régimen adelantó en Diciembre de 2007. Sin embargo, el anhelo de realzar el concepto y ejercicio de una gestión que afianzara el sentido de “democracia”, o de “Estado democrático”, tuvo mayor pegada. Por tanto, arrasó con la lúgubre idea que encubría el llamado “Estado Comunal”. 

El evento electoral realizado en Diciembre de 2007, fue representativo de cuánto valor para el venezolano tenía (y sigue sosteniendo) la noción de “democracia” en comparación con aquello de “Estado Comunal”. Sobre todo, luego de advertir que cualquier tratamiento político que evaporara u apestara a “socialismo del siglo XXI”, corría el riesgo de salir abollado del análisis comparativo que pudiera hacerse. Y en efecto, así sucedió.

El mentado “Estado Comunal” que ha pretendido aplicarse en Venezuela, es el remedo de lo que el socialismo, en su sentido lato, refiere. De ahí, que la concepción de “Estado Comunal” se hizo trizas. Particularmente, frente al concepto de “democracia” que fijó el comportamiento del Estado venezolano durante un espacio de tiempo que correspondió a algunas décadas del siglo XX. Y que supeditado al concepto de libertad, civilidad, de diversidad política y de autonomía política, marcó el entramado sobre el cual descansa, actualmente, la cultura política del venezolano.

La vivencia que pautó la condición de “república democrática” a lo largo de la vida institucional venezolana, sirvió para configurar y acentuar el pensamiento político del venezolano. Razón por la cual, sería bastante engorroso intentar mutar una concepción política de actitud abierta, por otra cerrada o de corte vertical. Por otra que busca ordenar la República, según los intereses y medidas de un proyecto político sin la fuerza suficiente para desplazar la cultura política asimilada en más de doscientos años de recorrido político.  

¿Qué esconde todo esto?

Esto así expuesto, permitió que el ejercicio de la política en el lapso anterior a la intención de cambiarle la dirección a la República de Venezuela, como en efecto se dio con la aprobación de la Constitución en diciembre de 1999. Y que ahora, pretende enfatizarse dicho viraje mediante la aspiración de transformación del modelo político venezolano a través de la idea del “Estado Comunal”. Aunque no será fácil por cuanto el sentimiento político del venezolano, está profundamente marcado por el concepto de pluralidad humana. O sea, la pluralidad entendida como la diferencia que permite la posibilidad de dialogar y de encontrarse los venezolanos en la disconformidad. Es cuando a decir de Hannah Arendt, “(…) la política referida como la posibilidad de ser diferentes”.

Esto, dicho ante lo exacto de la situación, es lo que ha distinguido al tejido sociocultural venezolano. Siempre caracterizado por la solidaridad, la convivencia y la interrelación, lo cual retrató la actitud del venezolano durante el siglo XX. Todo ello, a pesar de las diatribas que originaron las distintas dictaduras padecidas toda vez que las mismas no tuvieron afectaciones más  allá de las que zarandearon la  vida institucional o el espacio público del país. 

Aún así, no ha habido cambios gruesamente diferenciados en el comportamiento del venezolano que lo alejen del anhelo de vivir un clima político radicalmente distinto. El libre albedrío, primó la vida del venezolano a lo largo del siglo XX. Muy contrario a lo que ha sido el siglo XXI con el advenimiento de un sistema político que raya en el totalitarismo para así invadir la privacidad del venezolano con la intención de someterlo.

En el fragor de estas situaciones políticas, se ha pretendido imponer el modelo de “Estado Comunal” que actualmente es razón de debate que el régimen mantiene y hasta promueve. Así ocurre frente a problemas cuyos detalles han consumido la salud de la población, su economía, su productividad acabando con la libre empresa, y aboliendo cuantos valores dignifican a la persona y posicionan la sociedad. 

Este pretendido “Estado Comunal”, basa su gestión en la eliminación de todo cuanto ha distinguido la democracia durante algunas décadas del siglo XX. Tanto como del concepto de política basado en los elementos políticos que dieron formalidad a la cultura política del venezolano. Y es lo que hace ver que el susodicho “Estado Comunal” funciona distante de lo que constituye una “República” en su concepción politológica.

Y que expuesto el concepto de “República” con la brevedad que estas líneas exigen, y sin sacrificar su sentido,  puede afirmarse que sólo “república” se tiene donde existe un país libre y democrático. Cuyas prácticas civilistas, están determinadas por el ejercicio de la justicia, la igualdad, la honestidad, la responsabilidad social, “(…) la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político” (Del articulo 2º constitucional).

Entender la república exenta de estas virtudes, hace imposible el cultivo de la política. Más, si quiere hacerse prevalecer el militarismo por encima de la organización y la territorialidad  civil cuya importancia luce preponderante según el concepto de república expuesto por el académico italiano, Nicola Matteuci. Explica este polítólogo que “república” es “un ordenamiento jurídico elaborado a los fines de proteger y garantizar los derechos de los ciudadanos”. 

El “Estado Comunal”, tal como lo describe la normativa preparada por el régimen para su implantación en el caso Venezuela, no tiene cabida. No sólo porque desmiembra la democracia para que sobre sus ruinas pueda erigirse el manido “socialismo del siglo XXI”. Este concepto fue, además, cuestionado incluso por su estratega, el sociólogo alemán, residente en México, Heinz Dieterich Steffan.  

El “Estado Comunal” pretendido, funcionaría ajeno a las cualidades que le imprimen valores a la democracia. Sin división de poderes, ni distinción entre estado y sociedad. Pero con poderes concentrados en manos del partido representativo del oficialismo en curso. 

En fin, cualquier intención de imponer un “Estado Comunal” por encima de la denominación de “República de Venezuela”, sería un abismal engaño. Trampa ésta que agravaría el problema de violación de derechos humanos, entre otros de igual significación. Más, al advertir que su fortaleza está basada en el control que impone sin mediar consecuencias. Por eso, se apoya en el poder militar y en el delincuencial para lograr sus objetivos. 

En medio de tal pandemónium, podría justificarse que el régimen oprobioso venezolano siga trabajando la idea de imponer el “Estado Comunal”. De ahí la pertinencia de preguntarse ¿tiene cabida el “Estado Comunal”?

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