Ya en un artículo anterior asomábamos las serias dificultades de elección que tendrían los electores colombianos ante la segunda vuelta electoral del pasado domingo 19 de junio. Ello, particularmente por las características particulares de sus dos aspirantes que se traducía entre decidirse por un candidato de izquierda con antecedentes guerrilleros (Gustavo Petro) versus un aspirante populista e incierto del ala de derecha y que se presentaba como un “anti establishment” a la política tradicional, justiciero ante la corrupción. Traducido de otra manera: cuál de los dos candidatos representaba el menor costo para Colombia.

Resultados Electorales

Realizadas las elecciones, los votantes decidieron experimentar con el movimiento de izquierda por primera vez en su historia y ganó Petro. Pese a vislumbrar con dificultad en mi artículo anterior quien podría ser el vencedor en la contienda electoral, Hernández parecía tener la mayor carga para ser elegido, pues tenía el gran reto de amalgamar de su lado a una gran masa de electores de variados frentes y actitudes ante las elecciones (expresados a través de votantes en blanco, votantes nulos, votantes de otros candidatos de derecha, votantes contrarios a las ideas de izquierda que no se identificaban con Petro, o simplemente de abstencionistas).

Los resultados electorales de la segunda vuelta parecen sugerir que Hernández, si bien logró captar muchos más votos de los que estaban en disputa (por encima de la base dada en la primera vuelta que reflejó a Hernández con  6,0 millones de votos y a Petro con 8,5 millones de votos), estos no fueron suficientes para alzarse con la victoria definitiva. Efectivamente, Petro le sacó a Hernández una diferencia cercana a los 700 mil votos (Petro: 11,3 millones equivalentes a 50,4% vs Hernández: 10,6 millones equivalente a 47,3%, según el computo casi total de los votos).

Es de hacer notar que en el caso imaginario y extremo de que los votos nulos y en blanco se hubiesen dirigido a Hernández, este último le hubiese ganado a Petro por un escasísimo margen de 73 mil votos (0.33% del total de sufragios), y estaríamos en otra fase muy distinta del proceso.

Reto a la Institucionalidad

Los resultados anteriores hacen reflexionar acerca de si Petro podrá llevar adelante su plan de gobierno sin alterar la institucionalidad colombiana u optará por proponer otros mecanismos, incluida la convocatoria a una asamblea constituyente, que le facilite el camino. Asimismo, cabe preguntarse: ¿Hasta qué punto la actual institucionalidad colombiana le “permitirá” las libertades necesarias para que el camino de reformas se materialice?  ¿Tendrá que recurrir a la movilización de calle para lograr los cambios? ¿Se realizará la transición deseada en “paz democrática”?

Lo señalado parece ser parte del camino que seguramente transitará  Colombia en los tiempos por venir y que hará repensar a los electores y votantes de si la elección de Colombia se realizó al menor costo posible. Ojo, no digo que la misma pregunta o reflexión no sería válida si Hernández hubiese salido vencedor; seguramente sí. Por ahora, lo que sí sabemos es que el transito será con bases en el pensamiento de la izquierda colombiana, no de la derecha, así que mucho oxigeno habrá que tomar para concretar la propuesta de Petro.

Pero como ha ocurrido en tantos otros países, habrá que ver no solo los posicionamientos de la institucionalidad económica colombiana (que pesan mucho), sino también la legislativa, judicial, militar y política, y por supuesto la propia de la sociedad civil que es quien en definitiva puede o no hacer viables las reformas que se propongan, bajo los términos y condiciones que se planteen las mismas. Un gran reto institucional.

Fuga de Capitales

Mientras tanto, y por solo mencionar una arista de los problemas previsibles, no es nada descartable que los tenedores del capital colombiano comiencen a reacomodarlos fuera del país como ha ocurrido extensamente en América Latina en casos similares (y no tan similares). Los capitales son temerosos, huyen cuando las condiciones le son adversas. Otras preguntas surgen: ¿Cómo saldrá parada Colombia de este nuevo ensayo latinoamericano? ¿Dará esto margen para que el Gobierno de Petro imponga medidas prohibitivas para evitar la salida de los capitales? Lo haga o no, las repercusiones, al menos en el corto plazo, son altamente conocidas: desinversión, pérdida de capacidad productiva y devaluación de la moneda como mínimo, pues los capitales requieren un buen ambiente para los negocios y para generar mejoras en la calidad de vida en general.

Reflexionar acerca del verdadero deseo del nuevo gobierno de dialogar y arribar a acuerdos para evitar estos potenciales (pero reales) efectos será otro gran reto.

El Lenguaje del “Haciendo” y el “Diciendo”

No obstante todo lo antes dicho, muy recientes declaraciones/pronunciamientos del nuevo Presidente de Colombia Gustavo Petro, hacen incorporar en “la ecuación” un elemento nuevo: la incertidumbre en cuanto a “lo que se dijo o dice y lo que se hace o hará”.

Hasta ahora se conocía de la filosofía socialista de Petro, pero ahora él mismo ha introducido expresiones como «nosotros vamos a desarrollar el capitalismo en Colombia, no porque lo adoremos sino porque debemos acabar el feudalismo en Colombia». Esto agrega un grado de incertidumbre muy grande a su propuesta, a menos que interpretemos que Petro ha entendido que “se le viene el mundo abajo” si persiste en sus ideas en contra del empresariado. Asimismo, vale preguntarse si Petro habrá querido decir que “el capitalismo es un mal necesario”.

Puede también interpretarse como una estrategia para poder avanzar en el proyecto que hasta ahora ha estado sosteniendo y planteándole al país, minimizando la resistencia que pudieran ejercer los distintos sectores de la sociedad. Esperemos por lo que Petro estará “haciendo” y así conocer si es consistente con lo que ha estado “diciendo”.

Reflexiones Finales

La primera pregunta que surge es si ahora si se estará conformando la nueva América Latina bajo los ideales del Socialismo del Siglo XXI (con sus posibles variantes para acercar las visiones de izquierda y mantenerlos unidos en procura de un fin común, más sólido y duradero, que bien pudiera consolidarse de producirse una victoria de Lula Da Silva en las venideras elecciones presidenciales en Brasil. Y más allá de esto, que facilite la anunciada reforma de las instituciones multilaterales y regionales como forma de interpretar la independencia y autonomía de la región.

Finalmente, pudiera resultar redundante pero cabe preguntarse nuevamente si Colombia habrá escogido al candidato que le generaba el menor costo para la transición deseada. En todo caso, se estaría frente a otro experimento muy riesgoso para la región que podría derivar en grandes costos sociales e institucionales a nivel de países en particular, pero también a nivel regional, como ya se ha observado.

https://www.analitica.com/opinion/resultado-de-las-elecciones-en-colombia-al-menor-costo/