Desconsiderada la Cámara Venezolana de Centros Comerciales (Cavececo) cuando demuestra una actitud disconforme por la medida de cuarentena radical, que, el régimen como responsable por la salud pública de la nación ha debido imponer ante una situación casi incontrolable a escala mundial, solo por el hecho de las “pérdidas”, preferibles y no a la muerte de millares de conciudadanos, a lo que parecieran responder encogiérse de hombros, diciendo: “¿…y A NOSOTROS…, ¿QUÉ NOS IMPORTA? Deberían reflexionar sobre las responsabilidades de las autoridades en donde se originó tal flagelo: Whan, China, desde donde estas no hicieran un solo intento por informar al mundo la aparición de la Covid-19. Solo el pequeño brote de un virus desconocido en el polo industrial de esa localidad, casi unos seis meses después, una pandemia ha cobrado la vida de más de medio millón de personas y casi con igual cantidad de infestados, y algunos no computados aún, situación que ha retraído a la economía mundial en cerca de un tres porciento y arriscado los empleos en la relación de uno de cada dos de estos.
Y, para colmo, con países endeudándose para poder financiar los intentos de refrenar el virus dela Covid-19; millones de empresas sin ingresos y sectores internos como el turismo paralizados de la noche a la mañana. No obstante, durante 2020 el comercio internacional de China creció en cerca de un 1,9 porciento y ha logrado su mayor superávit en unos cinco años. Nada menos, el saldo de su balanza comercial alcanzó para 2020 la friolera de unos USD 535030, equivalentes a unos 440553 millones de euros, el monto más elevado desde 2015, a pese al impacto en el comercio mundial por la pandemia de Covid-19 y de las tensiones comerciales, lo que refuerza la posición del gigante asiático por tratarse de la única economía mundial con crecimiento positivo durante el pasado año. Pero, sin reparar en responsabilidades por su omisión. Entonces, muy recomendable y pertinente la organización y/o formalización de movimientos y federaciones a escala mundial, demandantes de indemnizaciones por daños y perjuicios y hasta promoverle un boicot comercial absteniéndonos de comprar bienes y servicios provenientes de allá; vale decir, rechazo absoluto de sus ofertas, representadas en mercancías muy de segunda “PACOTILLA” y hasta basura tecnológica.
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