Tanto como sucede en países regidos por el totalitarismo absoluto, Venezuela sigue los mismos pasos que dieron al traste valores morales y políticos en escenarios políticos oprimidos y reprimidos. La ética y la moralidad siguen copando discursos y declaraciones de ocasión. Pero en el fondo, son profundamente intimidatorios, vulgares y demagógicos.

Mirar por el espejo retrovisor de la información, u observar la realidad de países dominados por regímenes absolutistas, apegados a ideologías obtusas dado el carácter personalista y sectaria como lo representa el caso Zimbabue, país socio del socialismo del siglo XXI, permite un análisis de la Venezuela actual. Y cómo en Venezuela se ha abusado del ideario populista, así como de encarecidos dispositivos socialistas, para haber frenado el desarrollo nacional anunciado y prometido desde 1999. 

Tan patética situación, devela razones que se explican en los conflictos sucedidos a lo interno de la política nacional venezolana, tanto como a lo externo. Y que ha reproducido problemas geopolíticos con países ganados al liberalismo económico. O a la causa democrática. Es decir, el rechazo de estos hacia Venezuela. 

Tan controversial dinámica sociopolítica y socioeconómica, viene oscilando entre contradicciones o paradojas que reflejan una Venezuela entrampada por causa de las mismas decisiones tomadas por el régimen. Pero a pesar que sus gobernantes han advertido el elevado grado de crispación al que ha llegado el país, por la obstinación que estos personajes detentan, Venezuela ha continuado escalando posiciones que la sitúan entre los países del mundo con los peores indicadores de crecimiento, deuda pública, inflación, opacidad y corrupción.

Sobre todo, indicadores que hablan de valores morales y políticos. Por consiguiente, todas las cifras que dan cuenta del desarrollo de un país, en Venezuela revelan el grado de promiscuidad política, relajo económico y daño social que lo ha hundido más abajo de lo imaginado.

Estos gobernantes han buscado desvanecer a toda prisa el desempleo basándose en el discurso del emprendimiento confundiendo -intencionalmente- emprendimiento con buhonerismo. Inflación, con manipulación financiera externa. Pobreza, con condición necesaria para mantenerse en el poder. Precariedad alimentaria, con insuficiencia de producción agrícola. Dignidad con vanidad.

Estos gobernantes han querido “tapar el sol con la mano izquierda” mientras ocupan la mano derecha en señalar a quienes van a reprimir. Hasta las sanciones del gobierno norteamericano, las han aprovechado como excusas para acentuar la coacción ordenada sin medir consecuencias. Es el criterio utilizado para infundir el miedo como recurso de dominación. 

El discurso del odio y de la desinformación, al lado de una política infectada de “patria”„ siguen siendo los instrumentos políticos más expeditos para continuar extendiendo la agonía del venezolano. 

Por tanto, de esa forma se permiten estos gobierneros mantenerse enroscados ilegítimamente en el poder. Y para lo cual, la manipulación de la palabra cobra la fuerza necesaria para seguir hurgando esperanzas con la descalificación al voleo de valores como el de “igualdad” el cual se extravió entre las iracundas falsedades que a diario manifiestan en sus canales de difusión de realidades. Es lo que se llama: hegemonía del poder.

Será entonces que ¿seguirán aprovechándose de la pobreza explotando y sacrificando la humildad que caracteriza al venezolano de escasa condición económica? Porque de ser así, ¿qué verdad, según el juicio revolucionario, soporta el concepto de “igualdad? 

O quizás ¿será cierto que la igualdad, tanto como la libertad y la justicia, quedó sólo para servir de relleno a la teoría de la cual se insufla la praxis del socialismo del siglo XXI? Queda preguntarse si la igualdad es acaso¿otro criterio perdido en la retórica socialista?

https://www.analitica.com/opinion/otro-criterio-perdido-en-la-retorica-socialista/