Un puñado de integrantes, de la pandilla que desgobierna Venezuela, asistió a la ceremonia de beatificación de nuestro, doctor José Gregorio Hernández, capilla del Colegio La Salle, La Colina, Caracas. Llegaron todos, a bordo de sus coches blindados, enfundados en chalecos antimisiles, pistolones al cinto, enjambres de escoltas motorizados, guardaespaldas y una vez en el templo, tomaron la comunión.
¿Tienen, en general, los autores, colaboradores, facilitadores, encubridores, de crímenes aberrantes, derecho a recibir la comunión, como cualquier inocente cristiano?
Todo bautizado, en principio, “puede y debe ser admitido a la sagrada comunión” (Código de Derecho Canónico, art. 2, 912).
La regla tiene sus excepciones. A los efectos de esta crónica, interesa destacar la siguiente: “(915) No deben ser admitidos a la sagrada comunión los excomulgados y los que están en entredicho después de la imposición o declaración de la pena y los que obstinadamente persistan en manifiesto pecado grave.”
http://www.vatican.va/archive/ESL0¡020/_P37.HTM
Esta última frase, “los que obstinadamente persistan en manifiesto pecado grave”, ha sido invocada para que a ciertos políticos de países extranjeros, se les haya negado el derecho a comulgar, por haber apoyado o votado a favor de alguna ley pro aborto. En razón del alto cargo que hoy ejerce, quizás, el más prominente, ha sido el caso del actual presidente de los EE. UU., a quien en sus tiempos de candidato, octubre de 2019, el reverendo Robert Morey, de la Iglesia Católica Saint Anthony, Florence, South Caroline, le negó la sagradísima comunión porque “cualquier figura pública que defienda el aborto se pone a, sí misma, fuera de la enseñanza de la Iglesia”.
Los casados en matrimonio eclesiático que se divorcian ante juez civil y vuelven a contraer matrimonio, también, ante autoridad civil, son asimilables, a la “jurisprudencia Joe Biden”. V.gr., dado el caso, que determinado sacerdote sepa y le conste que uno de sus parroquianos, se encuentra en tal situación, debe negarle la comunión, porque se le considera en adulterio persistente. No hace falta, en tal supuesto, declaratoria previa, de la autoridad eclesiástica. Algunos curas, les niegan comunión a tales divorciados pero, les aconsejan a hurtadillas, recibir el Cuerpo de Cristo, en jurisdicciones eclesiásticas distantes, donde nadie les reconozcan. Creo que “El Vaticano” finge ignorar tales consejos.
Mutatis mutandi, como decimos los abogados, los desgobernantes gamberros, públicos, notorios, urbi et orbe, tampoco pueden ser admitidos a la Eucaristía.
Temo, haberme desviado del propósito inicial de esta crónica. Esta última, no era de Derecho Canónico. Lo que realmente intriga al gentío, el cronista incluido, es saber, qué mosca picó a cuatro o cinco sujetos (y “sujetas”) muy representativos del desgobierno felón, que les dio por comulgar y posar cual fervorosos feligreses, en vivo, directo, ante los millones de televidentes que presenciaron la mencionada beatificación.
Hay quienes aseguran, que con ello intentaron desacreditar, sin éxito -o “rayar” como dicen nuestros jóvenes, en su expresiva jerga- a la Santa Madre Iglesia. Otros, que se trató de una cortina de humo, para que el negociado a todas luces turbio, con las vacunas cubanas contra el COVID-19 (que ni son vacunas, ni son contra virus alguno) pasara por inadvertido.
El cronista no es tan desconfiado. Existe la muy remota posibilidad, imposible, casi, pero posibilidad al fin, que haya operado el milagro fulminante, sin aviso y sin protesto, de conversión o arrepentimiento de pecadores gravísimos, muy contumaces. Lo que sí, es imposible de un todo, es que, en el supuesto prodigio, haya mediado el doctor Hernández. No veo al Médico de los Pobres metiendo la mano por una caterva de mega enriquecidos, producto de dinero de procedencia dudosa.
Me parece ver y oír al hatajo que llamaremos, primocomulgantes, pues no me sorprendería que, nunca antes, habían visto una hostia:
“Antes de comulgar, camaradas, debemos confesarnos -habrían expresado, una vez producida la conversión, express, en cambote, ceremoniosos, confesándose, ante éllos mismos, porque no hay cura que metabolice pecados tan aberrantes- ¿Cumplir, nosotros, penitencia alguna? ¡Qué va, oh! Ni siquiera un Ave María, ni un Padre nuestro. Pecatas minutas, son las que hemos cometido a lo largo de estos últimos 22 años. Uno que otro bolígrafo y demás cositas sueltas, que nos llevamos de algún ministerio, del Banco Central, de la Tesorería Nacional, Cadivi, ¡Pdvsa! O de la Asociación de Niñitos Pobres, Huérfanos y Paralíticos, del Distrito Metropolitano y estado Miranda. ¿Azuzar al SEBIN, la GNB, el FAES, las policías de rolito, los colectivos de la paz, para que maten, torturen, metan ¡Presos, carrizo! les violen los DD. HH., a cuanto opositor, haya tenido o llegue a tener nuestra RoboLución? Habladurías ¿Colocarnos en decúbito ventral “miti-miti” ante, rusos, chinitos, castrocubano, faracos, elenos y todo bicho de uña que venga del extranjero para que saqueen nuestro país (¿Venezuela, es nuestro país? ¿Eh? ¿Ah? Tenemos que averiguarlo), destruyan su medio ambiente, esclavicen niñitos, asesinen soldados y campesinos? ¡Calumnias! ¿Corrupción? ¿Cuál corrupción? ¿Devolver lo robado? Suficiente, con una limosnita que le depositemos al mochito que, se pone a pedir, con una perola a la salida de la iglesia. Comulguemos, camaradas, para que los venezolanos, se convenzan de una vez, que hacemos los que nos “sale del forro”, guapos y apoyaos, “po´ que pa´ eso semos gobielno ¡Y pa´gozá!”
Pensar, que los susodichos comulgantes, tal vez, tampoco es que esté muy seguro, no sean los peores de la RoboLución.
@omarestacio
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