Luego de un acuerdo aparente por abordar pacífica y sesudamente el tema de la Guayana Esequiba conforme a las pautas del Acuerdo de Ginebra, como logro del encuentro Ali/Maduro en San Vicente y Las Granadinas, parecieran estarse suscitando algunas fallas de comunicación, por la llegada de una nave británica de combate a las costas guyanesas, lo que ha hecho motivar al presidente Nicolás Maduro al calificarla como amenaza de Reino Unido, ordenar una “acción defensiva” en el Atlántico y el Caribe ante tal circunstancia, que le conlleva el inicio de unos ejercicios militares sobre dichas áreas, mediante el despliegue inusitado de unos cinco mil efectivos; mientras el régimen del país vecino niega planes de una “acción ofensiva”, pues de estarse fraguando realmente una amenaza, el hecho podría repercutir por el resto de la región cuyos países estimaron de saludable el acuerdo, aunque no formal, logrado durante el encuentro precitado.
En diplomacia las actitudes precipitadas, tal y como quizá podría darse en este caso de la nave británica, pues entendemos que tales ejercicios se llevan a cabo cada año. Pero, como estamos ante una disputa centenaria tensa de hecho, las notas y conversaciones diplomáticas sobre tales acciones deberían fluir oportunamente, a objeto de evitarse malos entendidos que induzcan a imprudencias nada deseables en las relaciones internacionales y en un tema tan álgido y complejo como el de la Guayana Esequiba que por atención muy deficiente al tema, el mismo se ha venido desvirtuando; situación que se agudiza porque tales “ejercicios rutinarios” coinciden con la disputa territorial producto, entre otros, del Laudo de 1899 calificado de nulo e írrito desde el mismo momento del fallo e inmediata observación del gobierno venezolano de entonces, a cargo del presidente Ignacio Andrade mediante su agente consular, dr José María Rojas.
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