Maria Corina: La Voz del Pueblo

En un día que pasará a la historia como un capítulo más de la tragedia venezolana, el descarado Nicolás Maduro se juramentó nuevamente como presidente, después de haber sido abiertamente derrotado en las urnas el pasado 28 de julio. Este acto, una consolidación del tan anunciado golpe de Estado, deja a la nación sumida en una frustración abrumadora y a la mayoría del pueblo venezolano con la sensación de haber sido traicionado una vez más. Sin embargo, en medio de este panorama desolador, se erige la figura de María Corina Machado que simboliza la esperanza, la resistencia y el decoro.

El Golpe de Estado y la posposición de la libertad

El golpe de Estado de Maduro no solo se traduce en la usurpación de un cargo que no le pertenece, sino también en la destrucción de las instituciones que conforman el Estado. La Asamblea Nacional, el Tribunal Supremo de Justicia, el Consejo Nacional Electoral y el Consejo Moral Republicano han sido reducidos a escombros por un régimen que opera bajo la órbita de narcotraficantes, corruptos y criminales dispuestos a eliminar cualquier obstáculo para sus fechorías.

En este contexto, votar bajo una dictadura no es más que un acto de complicidad. Participar en elecciones controladas por el régimen es darle oxígeno a una tiranía que ha demostrado ser inmune a la voluntad popular. La historia reciente nos recuerda que la dictadura solo puede ser derrotada mediante acciones contundentes y organizadas que apunten a su desmantelamiento.

El Ejemplo de los Adecos de Antes

La historia venezolana ofrece un valioso antecedente para estos tiempos oscuros. Durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, los adecos liderados por figuras como Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Andrés Eloy Blanco y Leonardo Ruiz Pineda, lograron desde la clandestinidad organizar acciones que eventualmente contribuyeron al derrocamiento del régimen. Este ejemplo nos muestra que la resistencia organizada, aun en las condiciones más adversas, puede convertirse en el germen de la libertad.

No queda otra

Con las vías democráticas agotadas, es el momento de que María Corina Machado nos lleve a una nueva etapa de lucha: la resistencia desde la clandestinidad. Como heroína de esta historia, le corresponde liderar un movimiento destinado a minar la eficacia operativa de un régimen ya muy debilitado. Esta estrategia debe incluir acciones de calle cuidadosamente planificadas, cuyo anuncio y ejecución se conviertan en catalizadores para una nación hambrienta de cambio.

María Corina representa a ese pueblo decente que se niega a rendirse ante la opresión. Su liderazgo será crucial para organizar una resistencia que no solo desafíe al régimen, sino que también inspire a las nuevas generaciones a luchar por una Venezuela libre y justa. La clandestinidad no es un fin en sí mismo, sino un medio para construir las bases de una transición hacia la democracia.

El Legado de una Luchadora Incansable

Durante más de veinte años, María Corina Machado ha dedicado su vida a la lucha por la libertad de Venezuela. Ha enfrentado persecuciones, amenazas, inhabilitaciones políticas y el constante hostigamiento de un régimen despiadado. Su valiente trayecto está marcado por sacrificios personales inmensos, incluyendo la separación de su familia y el riesgo constante de su integridad física y emocional. María Corina ha demostrado ser una mujer de principios inquebrantables, una líder que ha puesto siempre el bienestar de su país por encima de sus propios intereses.
¿Merecemos los venezolanos esa gesta individual de esta maravillosa mujer? Esa pregunta debe invitarnos a reflexionar profundamente sobre nuestro compromiso con la libertad y nuestra disposición para respaldar su esfuerzo heroico.
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Autor: Alfredo Gonzalez [VenezuelaUnida.com]

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