Este 11 de marzo de 2021, a un año del reconocimiento de la pandemia de COVID-19 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sufrimiento de las personas aún está latente, con mayor impacto en quienes perdieron a sus seres amados y no pudieron despedirse de ellos por última vez.

«Así como me ha afectado a mi, afectó a muchos, he vivido de cerca la pérdida de seres amados y un gran amigo, él vivía en San Cristóbal y mi primo en Caracas, igualmente aquí en Mérida gente que ha fallecido a merced de este terrible virus», fue el relato de Carlos Peña quien además ha tenido que sufrir por la muerte de compañeros que laboraban el área de la salud.

Existe una impotencia por parte de los familiares al no poder despedirse como se acostumbraba antes de la pandemia, una situación que se debe a los protocolos sugeridos por la OMS, pero por otra parte, la prevención que cada ciudadano aplica para no asistir a dar una compañía cercana y calurosa a los demás familiares y enfrentarse al riesgo de contraer el coronavirus.

«Rigoberto Duque fue mi compañero en una maestría, un hermano de la vida como le llamamos nosotros y para mí dejó un gran vacío, una situación muy difícil saber desde el inicio de su enfermedad hasta que falleció», comentó.

«La tecnología nos une, pero también nos hace sufrir en estos momentos», manifestó vivir una gran impotencia al no poder verlo más, «como cuando uno está detrás de un vidrio y no puede acercarse a esa persona», lamentó.

Su compañero y gran amigo murió el 13 de octubre de 2020 y el duelo permanece intacto en su alma en marzo de 2021, «cuando una persona amada se nos va de repente, no hay palabras, no hay emociones, no hay un equilibrio que nos permita asimilar la situación», asegura con experiencia.

Durante el duelo hay una fase de impacto, pero después viene la melancolía y la depresión, o así se manifiesta en algunos casos, agrega Peña.

Los médicos también pierden familiares

La doctora Nadia Ramírez trabaja en el Instituto Autónomo Hospital Universitario de Los Andes de la ciudad de Mérida, a ella no solo le ha tocado ver el sufrimiento de los familiares de los pacientes, pues también como muchos perdió a dos miembros de su familia el mismo día, pero con cuatro horas de diferencia.

La médica María Amelia Zambrano aparte de ser su prima fue su colega, era especialista en neumología, dejó de respirar el pasado 2 de marzo, día en el que también el coronavirus le ganó la batalla a su padre. «En el momento que ellos fallecen lamentablemente no pude estar presente, y tampoco puede estar en el momento que se llevó a cabo el acto de cremación», señala la galena.

Revela igualmente, que el manejo de los pacientes una vez fallecidos es una de las etapas más dolorosas, no solo para el personal de la salud, sino para los familiares, «una vez que el paciente entra al área de aislamiento sufre esa separación física y emocional del familiar con la incertidumbre de si lo volverán a ver, conversar o abrazar de nuevo».

Pacientes podrán recibir a familiares con estrictos protocolos de bioseguridad

Indira Briceño, directora del Hospital Centinela, indica que luego de asesorías por parte de las comisiones científicas que atienden la pandemia, se permite el ingreso de un familiar a las áreas de aislamiento bajo estrictas medidas de bioseguridad, para que el enfermo no sufra la separación.

Aseguran que ver la separación del familiar con el paciente para el médico fue muy duro porque no estaban acostumbrados a observar ese distanciamiento entre familiar, paciente, médico, razón por la que han adoptado medidas más solidarias.

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