YVQK continuó con su mortífero discurso demoledor de clichés bajo el cielo grisáceo de una Caracas entristecida y maltratada.

“Ha sido tan, pero tan persistente el martilleo goebbeliano de las trilladas frases que hemos visto incluso a figuras pertenecientes a la muy denostada oposición radical repitiendo babosidades del estilo de la ‘octava república’, ‘nuestra constitución del 99 (¡asco!), ‘los raquíticos’, ‘el chavetonismo es mayoría’, ‘el golpe del 11 de abril’…

Ahí brinqué como un resorte lubricado con aceite 3 en 1.

“¡Ajá!”, le canté la zona, “¿te atreves a negar también el dogma sacrosanto del golpe de estado carmonero?”

YVQK giró sobre sus pasos en su peripatético hilvanar. Yo permanecía sentado en el banco del parque, atento a sus disquisiciones.

“¿Qué pasó realmente ese día? A falta de una comisión de la verdad, nos queda entretejer los diversos testimonios conocidos y llenar con un razonamiento desapasionado los espacios en blanco”, argumentó.

“Te aceptaré la versión siempre y cuando no me vengas con conventional wisdom”, le propuse.

“Fíjate bien, conspiraciones siempre ha habido en nuestra Historia Patria. La prueba está en la misma conjura desarrollada por el séptico galáctico durante tantos años y que el gocho CAP se negaba a aceptar con el argumento de que eran chismorreos de la alta oficialidad en épocas de ascenso. Insólito argumento en el hombre que desportilló complots de extrema izquierda y extrema derecha como ministro del interior de Rómulo Betancourt en el quinquenio 1959-64 (el andino olisqueaba los alzamientos en el aire en aquella época, pero en 1992 le comieron el maíz saltiao, como decimos en mi llano natal).

“Acatarrados por ese antecedente de su propia felonía, el degenerado galáctico y su pandilla cultivaron una repetitiva paranoia golpista. Agreguémosle a esto, el fundado pavor castrocomunista a un pinochetazo, cosa que nunca estuvo sobre el tapete pues había sólidas presunciones de que el problema venezolano iba a solucionarse con gigantescas movilizaciones ciudadanas. Como en efecto iba a ocurrir.

“¿Y qué fue lo que efectivamente aconteció?” prosiguió YVQK. “Que una marea de centenares de miles de personas se dirigió a Miraflores. Un grupúsculo armado hasta los dientes le disparó a mansalva a la multitud desde el puente de la avenida Baralt. El insalubre galáctico dio la orden en clave para el ametrallamiento aprovechándose de una de sus mabitosas cadenas con la que pretendía ocultar la perfidia. En un rasgo de coraje de los periodistas de varios medios (en algunos casos no avalado por los medrosos y solapados dueños de esos mismos medios), los hechos fueron transmitidos en directo. Todo el mundo lo vio. No hubo ediciones, ni trucajes, ni manipulaciones. Ahí se evidenció la culpabilidad flagrante del siquitrilloso galáctico. Sin medias tintas. Sin excusas. Sin dialécticas balurdas (posteriormente intentaron tergiversar esa demoledora verdad con bodrios como el seudo documental ‘La revolución no será televisada’. ¡Miéchicas!).

“De seguidas, el alto mando militar decidió no obedecer — ¡ah, la desobediencia como herramienta de lucha! — las órdenes del piojoso galáctico de desplegar tropas que hubieran conducido, irremediablemente, a una masacre. Lo convidaron a que se apersonara en Fuerte Tiuna para debatir sobre lo que estaba aconteciendo.

“El sarnoso galáctico entró en pánico. Es sabido por todo el mundo que él era un gallina, pero un gallina sortario. Así se demostró el 4F92. Así lo atestiguan muchos, muchísimos que lo conocieron. Por cierto, cuando uno hacía mención de esta gallinácea condición del interfecto ante cierto afamado líder catire proveniente de la vieja izquierda y devenido en editor, el rubio entraba en una de sus bien ponderadas rabietas y negaba a rajatabla esta peculiaridad del susodicho.

“Ahí fue cuando el gallineto galáctico recibió la recomendación de la jerarquía eclesiástica para que atendiera la invitación del alto mando. Es sabido que parte del entorno gansteril se opuso a esta comparecencia, entre ellos alias ‘El Beltranejo’, el sanguinario ex policía hoy en día devenido en súper esbirro y súper enchufado. El inefable José Farsante decidió ponerse a buen resguardo. Lo mismo hizo la mayoría del sanedrín chavetón. Todos estaban chorreados. Sabían que la ira de eso que los comunistas llaman ‘las masas’ les iba a caer encima sin conmiseración alguna.

“El bellaco galáctico decidió apersonarse, a lo mejor pensando que lograría marear con su discurso apolillado a los militares indignados por la balacera descarnada contra civiles indefensos. Además contaba con que el mayor prelado religioso venezolano lo iba a acompañar para garantizarle la integridad.

“Precisamente, cuando se vio a solas en el vehículo que los transportaba a ambos rumbo al emplazamiento castrense de la Valle-Coche y percibiendo que el purpurado no se dejaba subyugar por sus artes sociopáticas, entonces le dio por llorar a moco tendido. Ahí lo que hacía falta era un buen siquiatra (y no me refiero al del diván ensangrentado y mucho menos al hijo del secuestrador de Niehous).

“Una vez en la instalación militar, pretendió activar su cotorra mabitosa, pero los oficiales no lo dejaron. Es más, según mis fuentes, uno de ellos hasta le dio un pescozón para hacerlo callar. El moquilloso galáctico, tan envalentonado a la hora de golpear a mujeres indefensas, tan insolente ante las multitudes pacíficas que le manifestaron su repudio la tarde anterior en las calles de Caracas, se volvió puro lloriqueo. Y ahí fue cuando le pidieron la renuncia”.

“Pero, ¿firmó o no firmó por fin esa dimisión?”, le requerí al fogoso pero a la vez impasible YVQK (debo puntualizar que es extraño ver tanta convicción apasionada en un ser tan calmado e impertérrito como mi amigo).

“Dispongo de testigos confiables así me lo aseguran, aunque la versión oficialista avalada por algunos personeros de la oposición plastilina (como el catire que mencionamos hace un tanto) afirma lo contrario. Según me manifestaron en ese entonces, el papel rubricado por el interfecto fue sustraído por el general ‘en jefe’ (¡cómo han prostituido ese rango!) que la ‘acetó’, quien en la actualidad sigue gozando de las mieles diplomáticas de la satrapía chavetona y, al parecer, lo guarda como trasto de protección, o de chantaje, vaya usted a saber.

“En todo caso, en un país donde el estado de derecho dejó de existir en 1999, me parece una exquisitez rancharse en un requisito oficinesco cuando lo que estaba en juego era recuperar la democracia ante un enemigo harto inescrupuloso, artero, narco, tramposo, ratero y, para más ñapa, sociópata narcisista bipolar”.

“Ya va, ya va”, insistí en mi rol de abogado satánico. “Hay que guardar las formas y hasta el decoro, caso contrario somos ‘golpistos’ y golpistas. No podemos vencerlos con sus mismas artimañas. Tenemos que ser puros, cuando no puritanos, en nuestros procedimientos, sino somos iguales a ellos”. (Sonaba yo ahí como película inspiracional gringa).

“Eso es válido en un mundo ideal. Pero cuando batallamos con monstruos mafiosos entonces todo vale, como en la guerra y el amor. Recordemos, además, que aparte de las asonadas del 92, aquí el verdadero golpe lo ejecutaron el tariloco galáctico y sus malandros cuando disolvieron el congreso de la manera más írrita. Ahí, por cierto, se acobardó cierta dirigencia opositora, presta desde siempre a abrirle las piernas al despotismo, quién sabe a cambio de qué. Ahí estaba igualmente el candidatico de los fraudes de 2012 y 2013 como presidente de la cámara de diputados y, nos preguntamos legítimamente, ¿qué hizo para defender la honra del poder legislativo? ¿Qué hicieron ciertos líderes dizque demócratas ante tamaña afrenta? ¿Ya se estaban aprestando para el colaboracionismo tan notorio y aberrante en este casi cuarto de siglo transcurrido?

“Y colorín colorado, este cuento no se ha acabado porque de seguidas pasamos al referendo revocatorio del 15 de agosto del año de Nuestro Señor 2004”

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