Los que deben tomar nota son los dirigentes de las diversas izquierdas que fracasan en Latinoamérica, desde el insistentemente fracasado castrocomunismo enterrado por 64 años en Cuba desde la entrada con rosario al cuello de Fidel Castro en La Habana hasta la visita de Diosdado Cabello a la roca que fue Fidel hace un par de días, hasta el poder militar sobre el hambre en Venezuela y los enredados discursos de Gustavo Petro en Colombia. Habrá que ver cuál es el camino que emprenderá ahora el Ecuador que pendulea entre el descaro criminal de Rafael Correa y la muerte no sabemos si útil o inútil de Villavicencio.
Lula da Silva no ha logrado reventar al Brasil porque los brasileños lo quieren mucho pero no van a renunciar por él a sus industrias y a Embraer; en Perú los políticos se pelean entre sí y ponen presos a los presidentes pero la economía marcha por su cuenta; en Bolivia Evo Morales manda por intermediario y aún no ha logrado regresar para reforzar el hundimiento de su país; en Chile el joven Boric anunció revolución pero se vio en el espejo de Maduro y se está haciendo el loco.
En Argentina el sorpresivo triunfo del peludo Javier Milei, la aplastante derrota del populista peronista Sergio Massa y la mucha cantidad de votos a políticos conocidos pero nada socialistas como la señora Bulrich y el líder bonaerense Larreta, no debe ser juzgada por los estallidos de la economía de este lunes -¿dolores de parto?- sino por el cambio de actitud de las masas argentinas tras seis décadas de mentiras peronistas.
Antes de Perón, en la primera mitad del siglo XX, Argentina llegó a saborear la condición de potencia mundial. Perón y los militares se hicieron con el poder y después fue el desierto de generales necios, políticos populistas, funcionarios corruptos e incompetentes, gobernar un país que cada mañana amanecía con la posibilidad de ser grande y cada noche se acostaba con la resignación de mañana quizás. Perón fue un ídolo pero aún más un fracaso, fascista de medio pelo porque Franco lo halagaba más que Roosevelt y Truman, hablador de fantasías para hacer creer al pueblo que todo lo haría él y ellos sólo necesitaban bailar tango, preparar y beber mate y esperar las prebendas que siempre les prometieron mientras Perón envejecía dejando como herencia Presidentas que recogíó en el cabaret Todo Paris de Caracas.
Argentina no es gran cosa al lado de la Venezuela petrolera que éramos antes que el chavismo y el madurismo arrasaran con todo lo que no se robaron o estropearon –el último experto que Maduro puso al frente del petróleo aseguró hace pocos días que la contaminación petrolera del Lago de Maracaibo es sólo una ilusión visual-, pero es mucho más que la Venezuela petrolera en la riqueza agrícola y pecuaria, y en los intentos de desarrollar una nación industrial. Argentina tiene el espíritu de gran nación de cara a Europa, pero Dios también les puso, junto con el trigo, los ganados y el espíritu industrial, la confusión peronista.
El Padre Eterno es mas que creador un equilibrador, a los argentinos les puso tierras fértiles, cultura y ganado y junto a ese vergel políticos y dirigentes mediocres, igual que a Venezela le puso playas, paisajes, petróleo y minería y agregó el mismo veneno, políticos mediocres, ladrones y con muy reducido contenido.
Pero pareciera que los argentinos ya están hartos de ser pateados a la cola del mundo, están hasta las narices de las mentiras de políticos corruptos, del peronismo hablador de grandezas y ejecutor de necedades durante ya más de sesenta años, ahora los argentinos parece que sacan cuentas y le entregan su confianza a un peludo que sabe decirles claramente que dos mas dos son cuatro menos uno tres. Milei gana sin dudas, contundentemente, millones por encima del segundo, la señora Bulrich, y muchos más por encima de Massa, el kirchnerismo y el peronismo tradicionales que, hay que recordarlo, no son muertos sino derrotados. Veremos si la mayoría argentina insiste en que lo que vale no es el Banco Central ni el tango ni los palabreríos de la viuda, sino cuánto y qué de verdad puede comprar los pesos con los cuales les pagan y ellos salen corriendo a cambiar por dólares.
Milei puede reconducir la economía de los argentinos, porque lo que cuenta no es el cambio frente al dólar sino qué se compra con un peso. Si el apoyo a Milei se ratifica en octubre, estaremos viendo una nueva Argentina dispuesta a cruzar el duro pero atractivo camino del capitalismo, un líder y un pueblo a los cuales les importan un bledo los viejos y contundentemente fracasados socialismos. Lo mismo que –salvando las distancias- parece representar en Venezuela María Corina Machado siempre y cuando los militares se decidan a ser nuevamente demócratas, disciplinados, obedientes y sin opinión política, y los civiles pobres salgan a defender su derecho a vivir mejor.
Mientras los brasileños terminan de decidirse a quitarse de encima las gaguerías socializantes de un Lula da Silva que parece haber decidido morirse como comunista necio y enterrado, a imitación de sus amados Fidel y Chávez, en piedra. Pero no para que se quede más sólidamente enterrado, sino para que no haya riesgos de salirse.
En México los mexicanos tendrán que seguir haciendo oídos sordos a las ingeniosidades personales de López Obrador, pero tienen al lado el peso de los Estados Unidos, y eso cuenta aunque Donald Trump termine o no de construir el famoso muro.
Pero eso está por verse, en el Sur podrían estarse produciendo cambios mientras Cuba y Díaz-Canel siguen sin petróleo ni economía, sobreviviendo sólo de médicos mal preparados y espías expertos bajo contrato del Estado.
En Venezuela, ya veremos.
https://www.analitica.com/opinion/los-argentinos-estan-hartos-el-peronismo-no-resuelve-milei-gana/