Hablar de la mujer, en el marco del día internacional que reconoce las luchas por sus plenos derechos, es en el caso de Venezuela, una obligación y un compromiso complejo, por la envergadura de su aporte a nuestra sociedad.
A lo largo de todos estos años hemos podido comprobar, cuando estamos en la calle con nuestros líderes, que hay un rasgo esencialmente “femenino” cuando el liderazgo lo ejercen las mujeres, a saber, una aguda percepción de la necesidad de que los proyectos de Alimenta la Solidaridad y Caracas Mi Convive, alcancen un nivel de eficiencia y autonomía que les permita ser auto sustentables en el tiempo.
Aunque conocemos y sobre todo reconocemos la labor de todos nuestros líderes, sean mujeres u hombres, es evidente que en los proyectos a cargo de nuestras líderes, su enfoque de trabajo apunta con mucho más énfasis a la necesidad de lograr que el cambio en las condiciones de vida sean siempre sustentables, una aspiración que tiene en el largo plazo el horizonte de trabajo, una mirada, una vocación y un compromiso de activistas que piensan como ciudadanas y como madres, es decir, que se preocupan de las nuevas generaciones.
Nuestras mujeres, cuando asumen su natural disposición a ser líderes, comprenden mejor que muchos de nosotros, la importancia de pensar el futuro como un compromiso y una obligación con las nuevas generaciones.
Es por eso que desde Alimenta la Solidaridad hemos venido trabajando desde hace tres años con las líderes de las comunidades a través del Programa de Liderazgo Femenino, una iniciativa que busca generar espacios de formación, articulación y desarrollo del activismo comunitario. A través de esta iniciativa, se persigue promover la igualdad de género, la formación en capacidades técnicas, al tiempo que se construye espacios para la reflexión, visibilización y problematización de las estructuras y prácticas de poder que mantienen y perpetúan la desigualdad social.
Gracias a este proyecto, en el que han participado más de 200 nuevas líderes, el trabajo en las comunidades ha tenido un nuevo impulso gracias a su aporte, nos ha permitido llegar a nuevos espacios de trabajo y nos ha reencontrado con una fuerza vital que se ancla en profundas convicciones sobre el valor de la libertad e independencia frente a las imposiciones de la dictadura.
El régimen, tan proclive a usar estas fechas para el proselitismo político partidista, debe asumir su responsabilidad en la lucha contra los feminicidios, la violencia doméstica y las prácticas machistas que existen en el país y que son fuentes de desigualdades económicas entre hombres y mujeres. Una agenda de trabajo compleja que requiere del apoyo de las ONG que están en el terreno, conociendo de primera mano la realidad.
Estamos en el mes de la mujer y en Venezuela esta fecha tiene que trascender las consignas para convertirse en un llamado para apoyar las iniciativas de trabajo, formación y articulación en redes para que los buenos deseos se transformen en mejores realidades.
Nuestras mujeres, nuestras madres, son una fuerza de cambio imprescindible para una nueva sociedad caracterizada por los valores de la solidaridad, el emprendimiento y las libertades civiles. En ellas se concentra buena parte de la fuerza que necesitamos para reconstruir nuestro país, en definitiva, en ellas atamos nuestra esperanza por un cambio que está por nacer en Venezuela.
A todas ellas, extendemos nuestro agradecimiento con el compromiso de seguir trabajando juntos en el propósito de construir una mejor sociedad, un país de oportunidades para nuestras familias.
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