Joselia entró a trabajar en el año 1974 como empleada doméstica en la casa de una profesora y amiga a quien quise entrañablemente. En su casa tuvo a su hija, y su hija tuvo a sus hijas. Mi profesora las quiso como si fueran su familia, porque, de hecho, lo fueron. Ella no tuvo hijos, vivió con uno de sus hermanos toda la vida, quien la sobrevive.
Hace dos años, mi profesora enfermó. Todos sabemos los sueldos de los profesores. Su seguro de hospitalización alcanzó para la primera semana, si acaso. Sus alumnas hicimos una colecta para asumir los gastos de su enfermedad. Joselia se hizo cargo del hermano, viejo y con la mente algo perdida. Su hija y sus nietas iban todos los días a la clínica. Todas las veces que fui, allá estaban ellas.
Una mañana, cuando mi profesora se sentía mejor, le pregunté si ella había hecho testamento: “No”, me respondió. “Mi casa es para mi hermano, y cuando él muera, se la quiero dejar a Joselia. Ayúdame, por favor”, me dijo.
Pero no hubo tiempo de ayudarla, porque dos días después ella falleció. En el entierro apareció el sobrino que nunca se había presentado en la clínica, con sus lagrimones de cocodrilo. Le reclamé que dónde estaba él cuando su tía estaba enferma. “Estaba ocupadísimo”… Umjú…
Joselia se quedó cuidando al hermano después de la muerte de mi profesora. Todos los bienes de valor de la casa habían sido ya retirados por dos primos y el sobrino, “para hacerle frente a los gastos de la clínica”. Pero los gastos de la clínica los habíamos pagado sus alumnas… Querían que pagáramos la cremación y me presentaron unas cuentas de gran capitán. Lo consulté con unas compañeras y decidimos que no. Que lo que había quedado del fondo sería para Joselia y otra persona más, que también la había ayudado y acompañado.
De vez en cuando yo llamaba para saber del hermano. Me contaron que los parientes le llevaban muy poca comida y Joselia compartía con él la suya. Un vecino me dijo que, en ocasiones, cuando Joselia se iba para su casa, el pobre hombre registraba los basureros de las casas cercanas.
En noviembre de 2020 el sobrino despidió a Joselia. Me dicen que el hermano de mi profesora hoy parece un indigente. Que ni siquiera se baña. Joselia era quien lo cuidaba, le llevaba comida y hacía que se aseara.
Hace tres días, me escribió la hija de Joselia. Me reenvió el mensaje que el sobrino le había enviado a su mamá, que transcribo textualmente:
“Se}ora Joselia, segun tengo entendido usted inicio su relacion laboral el a}o 1978 y al 2020 son 42 a}os, su salario imputable era de bs 800.000, paralcular su liquidacion se tomo en cuenta los siguientes items: prestaciones sociales, dias adicionales, utilidades 2020 y bono vacacional, lo q da un monto de bs 100.466.666,67, apenas tengamos disponibilidad financiera le realizaremos el deposito correspondiente”.
Inmediatamente le escribí al sobrino… Me respondió que él no tenía nada que hablar conmigo. Y no es que yo tuviera ganas de hablar con él… Es que me pareció espantoso que después de 42 años de trabajo (le rebajó 4 años, porque fueron 46), su liquidación sea menos de $50. Después hay gente que se pregunta por qué caló el discurso de Chávez… Caló por gente como ésta.
Sé que las liquidaciones son un tema y un horror, sobre todo en esta época de hiperinflación. Pero esto es una cuestión de simple humanidad. Si el sobrino quería tanto a su tía, debería tener una consideración especial para quien la cuidó y estuvo con ella tantos años. ¿O es que las tías solteras solo sirven para heredarlas?…
Llamé a una abogada laboralista y ella me dijo que eso no estaba bien calculado. Que en el año 1997 hubo un corte en la Ley Orgánica del Trabajo, cuando mi profesora ha debido cancelarle a Joselia lo que le correspondía, pero eso no sucedió. Que como las prestaciones sociales no fueron canceladas en aquel momento, han generado unos intereses que deben ser tomados en cuenta. Por otra parte, después de 1997 se debe incluir una antigüedad doble, porque la relación laboral no terminó por una causa imputable a ella, sino que fue despedida sin justificación. Tiene que añadir también los intereses sobre prestaciones sociales, vacaciones, utilidades. La cuenta no está ajustada a derecho. No puede regatearle. Los intereses deben ser pagados a la tasa más alta hasta 1997. Lo más increíble es que diga que “cuando tenga dinero le paga”… y en bolívares. Eso también genera intereses de mora. No es que él pague cuando le dé la gana…
En fin… relato esta historia, porque me sublevan las injusticias. Joselia es la protagonista de ésta en particular, ¡pero hay tantos “Joselias” en su misma situación! Trabajar toda la vida, cuidar con amor y dedicación a dos personas para luego no tener nada en su vejez… Y venir a caer en manos de un sinvergüenza, que le importa tres pitos lo que le pase… ¡Si no le importó la tía, no le importa el tío, menos le va a importar Joselia! Porque el heredero en estos momentos es su tío, a quien no cuida, será esperando que se muera rápido. Ojalá que exista la justicia divina…
Quienes me conocen, saben de quiénes hablo. Estamos recogiendo para ayudar a Joselia, pero exigimos también que le paguen hasta el último centavo que le deben. Si mi profesora resucitara, se volvería a morir de la tristeza…
@cjaimesb
https://www.analitica.com/opinion/la-triste-historia-de-joselia/