En la historia de esta tierra es notable el papel de la Legión Británica. La independencia de Cuba se coronó con la intervención norteamericana. Los marines incursionaron repetidamente en el Caribe hasta 1989. Y la generación de posguerra se crió con películas de vaqueros donde al final sale la caballería rescatando a los buenos.
Quizás por eso algunos buscan que desde el Norte nos saquen las patas del barro. Pero las acciones internacionales suelen responder a temas básicamente pragmáticos: El caso de Bahía de Cochinos y la negociación de la crisis de misiles en 1962 son claros ejemplos de ello.
Justo tras aquella crisis Estados Unidos estrenó USAID, promoviendo políticas bienhechoras ante mucha gente que ni agradece ni merece. Tras medio siglo de fracasos, burlas y desprecios ya entienden que en política los “agradecimientos” son efímeros.
Volvimos a tiempos de rudas confrontaciones: Como cuando Franklin Delano Roosevelt – santo venerado de la socialdemocracia – describió al viejo dictador Anastasio Somoza como: “Será un HDP pero es nuestro HDP”.
Viene una etapa de crudas decisiones pragmáticas, desprovistas de todo ropaje romántico o moralista, donde las aspiraciones solidarias y altruistas pasan a un segundo plano, dar lástima aporta pocas ganancias, y las leyes resultan de utilería.
En un planeta con sangrientos problemas en Europa, el Medio y Lejano Oriente, los temas hemisféricos no resultan prioritarios para las potencias: Quizás porque en el fondo intuyen que esta tragedia es fácil de aislar y que las soluciones serían para ellos sencillas y vertiginosas.
Y en Venezuela no ha variado la situación: nuestra infraestructura e industria petrolera exigen mil millonarias inversiones que exigen credibilidad, solidez y condiciones altamente confiables tras los embates de las últimas décadas.
Tal credibilidad jamás puede ofrecerla un régimen tracalero, de raíz hostil a Occidente, declarado como “centro de terrorismo, corrupción, narcotráfico, lavado de dinero, y fuerza desestabilizadora en la región”: Un sistema del cual la gente huye despavorida.
No son tiempos para leguleyos. El bravo pueblo brilló por su ausencia el pasado 9 de enero, y está probado que nadie entrega la vida voluntariamente por ninguno de los bandos en esta contienda.
Para renovar interés internacional por Venezuela se requieren representantes muy pragmáticos, que sepan moverse discretamente, con visión, habilidad, sin aspavientos y reacciones bipolares: Un mandado hecho para quien fue electo por aplastante mayoría el pasado 28 de julio. La pelota anda por acá.
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Autor: Antonio A. Herrera-Vaillant [aherreravaillant@yahoo.com] Imagen cortesía de Pixabay.com
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