En estos tiempos, cuando muchos países realizan esfuerzos por resurgir y retomar la normalidad social y el rumbo de crecimiento económico, otros siguen y profundizan su caída libre.
El FMI ha presentado sus nuevas proyecciones económicas (abril 2021) y de los países desarrollados se espera que muestren signos de recuperación variados, pero sostenidos en el bienio 2021-2022. Las economías avanzadas tendrían una recuperación de su producto interno bruto de 5.1% en 2021 y 3.6% en 2022, luego de la caída de 4.7% estimada para 2020.
En Venezuela, en el marco de la pandemia del Covid-19, las perspectivas muestran que ni se crece económicamente ni se atiende adecuadamente la pandemia. Es el peor de los mundos, que en lo económico harían del 2021 su octavo año consecutivo de contracción de su producto doméstico (10.0%). Así, se acumularía una larga contracción de más de 80% entre 2014-2021, extensible al 2022 (5.0%), según las proyecciones del FMI. Para 2020 se estimó una fuerte disminución del orden de 30%.
Ni siquiera la dolarización de facto que rige en Venezuela para gran parte de las transacciones parece detener la caída de su producción nacional, aparejada por la continuación de un fuerte proceso inflacionario. Esto ha validado aún más el tránsito de un escenario de fuerte contracción económica e hiperinflación. Las proyecciones de inflación para 2021 y 2022 son de 5.500% en cada año, cuando se estimó en 2.355% el año pasado.
Mientras tanto, en lo sanitario no se ve un horizonte para comenzar a superar la pandemia. El método de cuarentena al que se está obligado a acatar no permite el desempeño de una actividad económica normal en el país debido a sus permanentes “arranque y paradas” de producción, distribución y comercialización, y el confinamiento de la masa trabajadora.
Como si lo anterior fuese poco, la pandemia, lejos de controlarse, se ha agudizado como lo demuestran las estadísticas y las decisiones del gobierno en cuanto al manejo de la cuarentena. La cifra de contagios y fallecidos alcanza cifras record, a razón de más de 1.000 casos diarios de contagios, una acumulación que ya supera los 170.000 casos, y un total de fallecidos de 1.700 personas (1% de los contagiados). La incertidumbre en cuanto a la disposición de las vacunas necesarias para paliar la situación y frenar los contagios no termina de aclararse.
Todo esto profundiza al país en una fuerte crisis en términos sanitarios que se suma a la económica, amenazando a las generaciones actuales y futuras de trabajadores y sus dependientes por las secuelas adversas que la pandemia va dejando a su paso en términos de salud mental, ansiedad, enfermedades y padecimientos crónicos, como ya empiezan a sugerir ciertos estudios en otros países.
Urge una decidida conciencia política nacional e internacional para superar esta grave y alarmante situación en la que está sumida el país. En este sentido, Venezuela requiere un fuerte giro en el manejo de la pandemia y la conducción del país que anteponga claramente los intereses de sus ciudadanos. En el ámbito económico, se requiere una profunda rectificación en la política económica que permita reversar la marcha que se lleva, de manera tal de recuperar progresivamente la capacidad de producción y combatir la inflación, con estabilidad política y social, todo bajo un clima de credibilidad y confianza en los gobernantes y las instituciones. El bienestar social vendrá por añadidura, pero debe ser apoyado en todo momento durante este camino de la recuperación económica, garantía para evitar la conflictividad social.
Lo cierto es que mientras la marcha va en reversa en algunos países para superar los efectos de la pandemia, para otros como Venezuela se está lejos de ver la luz al final del túnel, con lo cual se agravaría aún más la crisis que atraviesa el país desde hace años. La situación actual debe verse con sentido de urgencia nacional.
https://www.analitica.com/opinion/la-marcha-va-en-reversa-para-quienes/