Por años, los esfuerzos de concientización sobre el cáncer de mama se han enfocado en la importancia del autoexamen. “Tócate para que no te toque”, suele ser uno de los lemas más populares durante el mes de octubre, cuando se conmemora el Día internacional de la lucha contra el cáncer de mama.

Si bien esto es importante, no es suficiente. Cuando se trata un cáncer, el tiempo es clave. Si el cáncer de mama se detecta y trata temprano, la probabilidad de sobrevivir puede superar el 90%, estima la Organización Mundial de la Salud. Es fundamental encontrar los tumores antes de que se puedan percibir al tacto. Para eso es la mamografía. 

Este 19 de octubre de 2021, Prodavinci organizó la videoconferencia “Cáncer de mama en Venezuela”, moderada por los periodistas Luisa Salomón y Ricardo Barbar. En ella participaron cuatro especialistas: 

  • Elizabeth Curcio, oncóloga médica, jefe del servicio en el Hospital Domingo Luciani.
  • Álvaro Gómez, cirujano oncólogo y jefe del Servicio de Patología Mamaria del Hospital Oncológico Padre Machado.
  • Sara Altuna, oncóloga médica con consulta privada y atención en la Clínica de Prevención del Cáncer de la Sociedad Anticancerosa de Venezuela.
  • Gabriel Romero, cirujano oncólogo y jefe del Servicio de Patología Mamaria del Instituto Oncológico Luis Razetti.

A continuación, cinco claves y lecciones que dejaron los especialistas sobre la atención del cáncer de mama y la situación venezolana:

1. La mamografía es el estándar de diagnóstico

“Comenzamos la prevención secundaria a partir de los 35-40 años con mamografía, que es nuestro caballito de batalla, nuestra herramienta fundamental en el diagnóstico temprano de la enfermedad”, dijo Álvaro Gómez, jefe del Servicio de Patología Mamaria del Hospital Oncológico Padre Machado. 

Un tumor que se detecta a través de la palpación debe tener más de un centímetro. Álvaro Gómez dijo que es probable que una mujer que se toque un tumor maligno de dos centímetros ya lleva con él tres o cuatro años, un tiempo que se podría haber usado para atender el cáncer si se hubiese detectado más temprano. El autoexamen, dice, puede dar una falsa sensación de seguridad.

“Debemos de dejar a un lado ese tipo de términos como ‘Tócate’ y abocarnos a la época moderna. Los diagnósticos precoces no son detectables a través de la autopalpación. Puede detectarse sólo a través de los estudios radiológicos mamográficos y en estudios de ecografía. Son métodos mucho más sensibles que la palpación. Por supuesto que es importante la autopalpación, pero para nosotros es fundamental el estudio radiológico y la mamografía” explicó Gabriel Romero, jefe del Servicio de Patología Mamaria del Instituto Oncológico Luis Razetti.

2. No se puede evitar el cáncer, pero sí hay “prevención secundaria”

No existen medidas para prevenir el cáncer de mama. Hay algunos factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollarlo, como ser mujer, tener más de 50 años, fumar o tener obesidad. Pero tener varios factores de riesgo no implica necesariamente que se desarrollará la enfermedad. Todavía no se ha determinado cuál es el detonante que provoca el cáncer. 

“¿Qué quiere decir ‘prevenir’? Que el cáncer de mama esté localizado y uno lo detecte a tiempo. Lo más importante es que no se diga prevención, sino detección precoz del cáncer de mama”, dijo la oncóloga médica Elizabeth Curcio, quien dirige el servicio de oncología médica en el Hospital Dr. Domingo Luciani. 

Para fomentar la detección temprana hace falta un programa de pesquisa que permita el acceso a mamografías a todas las mujeres que tienen la edad recomendada. La Sociedad Venezolana de Mastología recomienda la primera mamografía a los 35 años.

“A mí me gusta hablar de prevención secundaria. No puedo hacer una prevención primaria, pero sí puedo hacer prevención secundaria: diagnosticar la enfermedad cuando no se palpa, cuando no hay un síntoma. Prevención secundaria y detección precoz son más o menos sinónimos. Es fundamental que la gente se lleve la idea de que es verdad, detección temprana, pero eso se llama prevención secundaria. Hay que hacer prevención secundaria y la prevención secundaria es con un mamógrafo”, dijo Álvaro Gómez. 

 3. Los hospitales no tienen recursos: mastectomías y radioterapia

El estándar mundial de cirugía para cáncer de mama es el procedimiento preservador: conservar la mayor parte del tejido mamario siempre que las posibilidades lo permitan. Esta técnica es posible cuando el paciente puede acceder a un tratamiento complementario con radioterapia. 

“A lo largo de los años hemos aprendido que hacer menos cura más, cuando podemos hacer menos. Hacer menos significa no retirar toda la glándula mamaria, no retirar todos los ganglios centinelas a nivel de la axila. Pero hay dos medicinas: una pública y una privada”, explicó Álvaro Gómez.

En Venezuela, la falta de acceso a tratamientos adecuados en el sistema de salud pública y la crisis económica que limita las opciones accesibles en el sistema privado ha ocasionado que muchas mujeres deban someterse a mastectomías radicales. Aún si pueden preservar su seno y tratar el cáncer, la falta de radioterapia y los estadios avanzados en los que llegan las pacientes impiden la opción preservadora.

“En el 2010, un 40% de los pacientes que nos llegaban tenían tumores localmente avanzados. Hoy por hoy representan el 75% de los cánceres avanzados. En 2010, al 50% de los casos les hacíamos una cirugía preservadora. El año pasado, al 81% de las pacientes le hicimos mastectomías radicales. Para este año, al 85% de las pacientes le hemos hecho mastectomías radicales. La mortalidad ha aumentado. Prácticamente estamos haciendo algo paliativo y no curativo”, dijo Gabriel Romero sobre la situación en Venezuela. 

La situación es similar en el Hospital Padre Machado. Álvaro Gómez dijo que el 70% de las cirugías que practican son mastectomías radicales y mastectomías totales. La razón, dice, no es solo por un tema de radioterapia, sino porque reciben a pacientes con estadios de cáncer avanzado. “Si los pacientes traen los recursos, nosotros podemos poner el hotel, como digo yo. Le ponemos la tabiquería y el personal de salud para resolver. Pero si no traen los insumos necesarios probablemente no se pueda operar”, concluye.

Uno de los pocos equipos de radioterapia disponibles en el sistema público de salud está en el Hospital Domingo Luciani, en Caracas, donde la doctora Elizabeth Curcio dirige la sección de Oncología médica. 

“El aparato de radioterapia, después de tres años que estuvo parado, desde enero del 2020 creo que está funcionando. Es el único. Tienen una lista creo que de mil personas. Vienen de todo el país. Y no es sólo para mama, es de todas las patologías. Eso prolonga la colocación de la radioterapia adyuvante, o complementaria posterior a la cirugía. Tengo una paciente que la vi hoy y tiene desde abril operada (…) La señora sobre la cicatriz operatoria tiene el cáncer otra vez a nivel de piel. Lo que uno ve es terrible. Y es porque no ha recibido radioterapia todavía. Los cirujanos tienen la buena intención de realizar las cirugías preservadoras, pero lamentablemente ellos ven lo que viene después. Porque los pacientes reciben la radioterapia cuando hay o se mueven para recibirla en otro país […] Los pacientes no reciben radioterapia y vuelven a tener recaídas. Es un círculo en el que estamos encerrados y no salimos de ahí. Nos quedamos solo los oncológicos con ellas, perpetuando la quimioterapia”, contó la oncóloga Elizabeth Curcio.

4. La crisis retrasa tratamientos y colapsa el sistema de atención

Ante la precariedad de los hospitales públicos, la única alternativa es acudir al sector de salud privado. Sin embargo, los pacientes pueden cubrir la consulta, pero no el tratamiento. Entonces los médicos del privado remiten a los pacientes a los hospitales. 

“El tema de la medicina privada no escapa de la medicina hospitalaria. El sistema privado se sobrecarga, de cierta forma,  por las deficiencias del sistema público. La consulta privada se colapsa porque los pacientes necesitan resolver su patología. En la consulta privada vemos pacientes que tienen meses esperando al servicio de Medicina Interna del Padre Machado, del Domingo Luciani o Luis Razetti, pero nosotros nos sobrecargamos de trabajo en el privado a expensas también de que los pacientes no tienen cómo costear los tratamientos. Entonces al final, sobrecargamos al sistema público, porque tenemos que referir al paciente al hospital para suministrar el tratamiento. Entonces, a pesar de que el sistema privado se sobrecarga, nosotros recargamos el sistema público”, dice Sara Altuna.  

La lista de espera de pacientes en hospitales públicos se eleva cada día y los médicos no pueden operar todos los casos. 

“Yo tengo en mi lista de espera por operar a 96 pacientes al día de hoy. Sacamos a la semana si acaso cuatro casos. Imagínese cuánto tiempo tiene que esperar una persona para ser tratada”, dice Gabriel Romero.

“Probablemente una paciente espere entre dos y tres meses en conseguir un cupo quirúrgico en un hospital público. Si es un paciente que necesita quimioterapia antes de una cirugía, puede esperar hasta seis meses para el inicio de un tratamiento de quimioterapia. Es diferente para una paciente que tenga recursos para su tratamiento o se vea en un centro privado. ¿Qué es lo ideal?: me siento un bulto, en una semana me hacen una biopsia; en dos, tres semanas estoy operándome; en un mes estoy recibiendo quimioterapia y al terminar la quimio recibo radio”, dice Álvaro Gómez.

5. No hay suficiente personal y poco relevo

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) calcula que casi seis millones de venezolanos han emigrado de Venezuela. En los hospitales oncológicos, gran parte de los estudiantes terminan su posgrado y se van del país, dicen los médicos. “Los médicos son insuficientes, por lo menos los de oncología médica. Es insuficiente esta generación de relevo. Necesitamos mucha generación de relevo”, dice Elizabeth Curcio. 

“En este momento tenemos una migración muy importante de especialistas jóvenes formados en nuestros hospitales y posgrados oncológicos. Nunca estuvimos en un nivel de suficiencia de personal de salud para tratar el cáncer, pero tuvimos épocas mejores que estas. Eso es un tema que tenemos en este momento: entusiasmar y motivar a los que se van graduando”, dice Álvaro. 

“Después de tantos años de ejercicio, puedo decir ahorita que represento a la generación de los viejos, a la generación de relevo. Represento a la generación de residentes y de internos. Hago las funciones de cada uno de los médicos. Toda la generación de relevo se fue. Así que yo estoy regresando a la etapa inicial de residente y voy otra vez para adelante. Lo que sí puedo decir es que seguiré estando aquí, dando lo mejor que puedo. Yo sé lo que tengo que seguir haciendo”, concluye Gabriel Romero. 

Puede ver la videoconferencia completa aquí:

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