Acaba de publicarse un libro titulado: “Quien Destruyó a PDVSA: Balance de la Gestión de Rafael Ramírez Carreño”, verlo en AMAZON : https://www.amazon.com/Petroleum-Spanish-Fossil-Fuels/s?rh=n%3A13774%2Cp_n_feature_nine_browse-bin%3A3291439011
El valor de este volumen radica en que describe múltiples aspectos de la tragedia que condujo a la ruina a la empresa petrolera del estado venezolano. Representa un verdadero prontuario de la gestión de Rafael Ramírez Carreño en su papel dual de ministro de energía y petróleo y de presidente de PDVSA durante la dictadura de Hugo Chávez y parte del régimen de Nicolás Maduro. Por 10-12 años Ramírez fue el brazo destructor de la empresa petrolera venezolana, siguiendo al dedillo las órdenes del enloquecido Hugo Chávez quien, como un Calígula moderno, iba caminando por las calles de Caracas gritando: “EXPRÓPIESE”, apuntando con el dedo a edificios y complejos comerciales, así como a la estatua de Bolívar, cuya memoria enlodó.
Hugo Chávez seleccionó a Ramírez para el ministerio y para PDVSA por consejo de Ali Rodríguez, otro de los asesinos de la empresa. La recomendación de Rodríguez se debía a su estrecha amistad de guerrilleros con el padre y el tío de Ramírez Carreño. Esta violación de la meritocracia y las órdenes cada vez más grotescas de Chávez llevaron al despido de miles de gerentes y técnicos de la empresa y a su remplazo por cinco veces más empleados, una marabunta de reposeros y oportunistas. Los resultados de este abuso de poder no se hicieron esperar: la producción comenzó a bajar mientras las paradas de refinerías se incrementaban y los derrames petroleros se hacían rutinarios. Las contrataciones comenzaron a hacerse sin licitación, contratos dados a dedo a Ruperti, bolichicos, amigos y familiares de los chavistas. A pesar del inmenso ingreso petrolero registrado durante esa etapa la ineficiencia y la corrupción de Ramírez Carreño y sus amigotes sirvieron para endeudar a la empresa en unos $150.000 millones (deuda externa más deuda interna). PDVSA llegó a la vergonzosa situación de tener que recibir préstamos en bolívares del Banco Central para poder pagar sus compromisos internos. Las ganancias de la empresa se fueron reduciendo a aquellas derivadas del cambio monetario, no a la operación específica de producir y vender petróleo, hasta que llegó al colapso. Durante su presidencia de PDVSA Ramírez Carreño abjuró de sus responsabilidades como gerente, declarando que él no era un gerente petrolero sino un político y diciendo que quien no fuera chavista sería sacado a golpe limpio de la empresa. El robo y el despilfarro durante su período fue inmenso y, hoy en día, su entorno ha sido indiciado de robo y lavado de dinero y algunos de sus integrantes, incluyendo sus familiares, han sido apresados o están siendo activamente buscados por la justicia internacional.
El libro consta de 12 capítulos que describen todos los aspectos de la tragedia de la empresa en manos de Ramírez Carreño. Este es el prólogo que yo escribí para resumir su contenido.
PROLOGO
Gustavo Coronel
Este volumen que damos a conocer a la opinión pública venezolana y a todos los estudiosos de la industria petrolera y de los fenómenos de corrupción a nivel mundial ha sido el producto de un grupo de gerentes y técnicos petroleros quienes desean contribuir con este esfuerzo al conocimiento, enjuiciamiento y castigo de una pandilla de aventureros que – en el transcurso de los 20 años de este siglo – ha conducido a la ruina a la empresa PDVSA.
La ruina de PDSVSA ha significado – dada la importancia del petróleo en la vida económica y social del país – el colapso de la nación venezolana. Este ha sido un crimen de magnitud nunca vista antes en Venezuela y pocas veces vista en la historia de las naciones. Debido a ese crimen una nación que hace 50 años se encaminaba segura al primer mundo se ha visto reducida hoy a los niveles de los más pobres países del planeta. En nuestra región, Venezuela, país que en la década de los 60 disfrutaba de una calidad de vida superior a Chile, Uruguay, Costa Rica y otras naciones latinoamericanas, se encuentra hoy en día al nivel de Haití y continua en descenso.
Esta tragedia venezolana del siglo XXI tiene nombre y apellido, no llegó por vías difusas o misteriosas. Los dos grandes culpables de la debacle han sido Hugo Chávez Frías y Nicolás Maduro, quienes han ocupado la presidencia del país durante estos años, convirtiendo la democracia venezolana en un festín de muerte, hambre y represión. Esto dos hombres, esencialmente ignorantes e indigestos de ideologías fracasadas se convirtieron en títeres del castrismo, entregándole el país al régimen cubano. .
En un acto de traición sin precedentes el par de tiranuelos semi- analfabetas transfirieron mucha de la riqueza petrolera venezolana a la Cuba castrista, rodeándose de una pandilla de incondicionales y estructurando una política de limosnas que les permitió captar adeptos para consolidarse en el poder. Pretendiendo terminar con la pobreza a realazos terminaron ahondándola. Hoy en día la miseria y la desesperanza han sentado su imperio en el alma de los venezolanos.
Entre los más notorios nombres de los lugartenientes de Chávez y, parcialmente, de Maduro, hasta que fue expulsado del régimen, está el de Rafael Ramírez Carreño, quien fue ministro de Energía y petróleo y, en paralelo, presidente de Petróleos de Venezuela por 10 largos años, entre 2004 y 2014 y titular del ministerio del sector por doce años, entre 2002 y 2014. Este personaje ha llegado a simbolizar los años más negros de nuestra historia, años en los cuales el país despilfarró o permitió el robo, el mal uso o la entrega a países y líderes extranjeros cómplices de una suma difícil de calcular pero que se estima en no menos de un millón de millones de dólares, es decir: $1.000.000.000.000, Un 1×10 a la doce. En otras palabras, la pandilla chavista mal utilizó una suma que es unas 80 veces superior a la utilizada por el Plan Marshall para recuperar la Europa de la post segunda guerra mundial.
Este volumen está dedicado a documentar esta tragedia y ha seleccionado el nombre de Rafael Ramírez Carreño como el más causante más representativo de la debacle. Creemos que ninguno de quienes escriben en este volumen lo conocen personalmente (ni desean conocerlo). Ninguno de los autores de este volumen tiene nada en su contra a título personal, pero todos rechazan lo que lo que él ha representado como artífice de la tragedia venezolana.
Junto con Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Tareck El Aissami, Jorge Giordani, Nelson Merentes, Vladimir Padrino López y unos 600-800 otros nombres de cómplices destacados, Rafael Ramírez Carreño integra la lista de lo que pudiéramos llamar los candidatos a un Núremberg criollo, un juicio ejemplarizante que permita enviar un mensaje al país: el crimen no paga.
El volumen contiene doce capítulos.
En el primer capítulo Sergio Sáez ofrece al lector una semblanza de quien es el personaje. De donde sale, cuales son los contactos que le permiten ir escalando posiciones en un nuevo reinado chavista donde el tuerto es rey. En el segundo capítulo Héctor Riquezes nos habla del modelo meritocrático que fue la base del éxito de PDVSA en sus primeros años y de cómo este modelo se resquebrajó con la llegada del chavismo y , en especial, con la llegada de Rafael Ramírez Carreño a su presidencia, durante la cual la entregó por completo en manos del proyecto político del paracaidista. En el tercer capítulo Víctor Poleo habla de los antecedentes burocráticos de Rafael Ramírez Carreño, de cómo utilizó contactos y astucia para ponerle la mano a PDVSA. El cuarto capítulo, cuyo autor es Allan Brewer Carías, narra de manera muy detallada y con impecable lógica la manera como el chavismo fue destruyendo el basamento legal que permitía a PDVSA ser independiente, para transformar la empresa en un instrumento ciego de la ideología castro-chavista, describiendo como se fue abrumando a PDVSA con tareas no medulares y de cómo se prostituyó el concepto de nacionalización. En el quinto capítulo Gustavo Coronel analiza el trágico espectáculo de un gerente del estado poniendo a su empresa en manos de un tirano, traicionando así su misión suprema de trabajar para salvaguardar los intereses de la Nación. En el sexto capítulo Miguel Lara y José Gregorio Aguilar describen como Rafael Ramírez y su principal protector, Ali Rodríguez, aprovecharon el déficit eléctrico existente en el país para planificar un estado de emergencia que le permitiera junto a sus amigos, en especial Nervis Villalobos, cometer toda clase de irregularidades técnicas y financieras. El séptimo capítulo, cuyo autor es Nelson Hernández, analiza la situación del sector energético venezolano y como la tribu de Ramírez logró controlar ingresos petroleros para beneficiarse, gracias a la fusión de un ministro supervisor y de un gerente supervisado en una sola persona.
El octavo capítulo, escrito por Sergio Sáez, describe los numerosos fraudes financieros en los cuales participó Rafael Ramírez, para ayudar el proyecto político chavista y ayudarse a sí mismo. es dedicado En el noveno capítulo Rómulo Estanga narra la tragedia de Amuay y se establecen las responsabilidades administrativas y técnicas de Rafael Ramírez y su grupo.
El décimo capítulo, escrito por Horacio Medina y Eddie Ramírez narra el acoso llevado a cabo por la PDVCSA de Rafael Ramírez en contra de la Gente del petróleo. La protesta de gerentes y técnicos de PDVSA en contra de la politización de la empresa llevó al despido de más de 20.000 técnicos y gerentes de PDVSA, acto grotesco que inició el colapso operacional, financiero y gerencial de la empresa. En el capítulo once Gustavo Coronel enumera y describe los casos más notables de corrupción en PDVSA que pueden ser directamente atribuibles a la presidencia de Rafael Ramírez Carreño, de cómo la inmensa masa de dinero ingresada al país fue despilfarrada o sustraída por la pandilla chavista. En el doceavo capítulo Rafael Gallegos nos habla de cómo Ramírez Carreño demolió la empresa, mediante la utilización de una abusiva estrategia de dominio, la cual incluyó la expulsión de los gerentes y técnicos de la empresa y la eliminación de las herramientas de control gerencial, lo cual dio paso a una loca carrera hacia la ruina.
Cada capítulo es escrito por sus autores desde su perspectiva, en su estilo y bajo su responsabilidad. Cualquier error será corregido, cualquiera apreciación que se pruebe injusta será modificada y las correspondientes excusas serán proporcionadas. El objetivo fundamental de este volumen es denunciar el inmenso crimen cometido por gente como Rafael Ramírez Carreño y sus cómplices en contra de la nación venezolano, a fin de que el país tenga en sus manos instrumentos para proceder, si ello, fuese lo indicado, al enjuiciamiento y eventual castigo de los malos venezolanos que destruyeron su industria petrolera.
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