La incesante búsqueda de lo sagrado del homos religiosus se remonta a más de 200.000 años, desde ese entonces el Homo Sapiens ha dejado huellas de rituales funerarios, figurillas de cultos a la fertilidad a través de las venus como la de Willendorf, a los astros movido por un incesante anhelo de religarse con su origen y encontrar un sentido cósmica a la vida. Es éste un impulso vital por trascender el devenir, y adentrarse a niveles de percepción, de sentimientos que le transmitan certezas existenciales en un universo que pareciera ser dominado por el caos en expansión. En la contemporaneidad la dimensión de lo sagrado se ha ido perdiendo por la dialéctica de la desacralización, que ha ido ocultando y metamorfoseando esta dimensión en la cultura y la ideología.
Ante este repliegue se ha ido creando un agujero negro en el alma colectiva que ha generado una crisis existencial, espiritual y ética que ha dado nacimiento a una humanidad desligada del cosmos y a una civilización contra-natura. Para encontrar vías de recuperar el poder sanador del Homos Religiosus es lícito indagar en ¿Cuáles son las expresiones del sigo XX donde se manifiesta lo sagrado en occidente? Paradójicamente el impulso de búsqueda de lo trascendental se materializa en contextos donde menos se pudiera haber esperado, una de ellas es el arte al generarse rupturas con los lenguajes estéticos conocidos, tan innovadoras como lo fue para la ciencia la revolución copernicana.
La primera gran ebullición de esta tendencia del arte se da a principios del siglo XX, en el contexto histórico que dio origen a la revolución rusa, cuando Lenin y sus bolcheviques tomaron el poder en febrero de 1917 al dar un golpe de estado a Kerenski, socialdemócrata ruso. Era difícil en ese años imaginar que la cultura creadora de los iconos, de un arte religioso barroco dominado por cúpulas de oro, de un patriarcalismo y poder sacro absoluto como era el zarismo, iba ser el espacio-tiempo donde se crearía un lenguaje visual que daría un giro copernicano al arte moderno al plantear un reencuentro con lo numinoso. Se negó la realidad y se convirtió en el objetivo de la estética el encuentro con la nada y el vacío fue metáfora de la trascendencia al dar nacimiento a la abstracción Suprematista, en obras de obras que eran hierofanías, o manifestaciones de lo sacro.
Uno de los creadores de esta ruptura y de replantear la necesidad que tiene la humanidad de la dimensión extática fue Kasimir Malevich (1878-1935) pintor ruso, nacido en ucraniano, al mostrar en San Petersburgo pinturas como Cuadrado blanco sobre negro, 1913, Cuadrado negro sobre blanco, 1915, Cuadrado negro sobre negro, 1917, Cuadrado blanco sobre blanco (1918) para representar el alejamiento de la objetividad, de las apariencias a lo que el hinduismo llamaría maya, y sería el objetivo del nirvana en el budismo.
El mundo cultural quedó horrorizado ante la propuesta y calificó este lenguaje visual como un desierto. Estaba negando la realidad, para enfrentar al público a una propuesta que la trascendía y la llevaba por la senda de lo sagrado como vibración y transformación del Ser. Había nacido el Suprematismo, que suprime y simplifica al mínimo los elementos estéticos creando un universo sacro-abstracto que buscaba recuperar lo que se había perdido con la desacralización del arte moderno.
“Cuando en 1913, a lo largo de mis esfuerzos desesperados por liberar al arte del lastre de la objetividad, me refugie en la forma del cuadrado y expuse una pinturas que no representaba más que un cuadrado negro sobre un fondo blanco. Los críticos y el público se quejaron: Se perdió todo lo que habíamos amado. Estamos en un desierto ¡Lo que tenemos ante nosotros no es mas que un cuadrado negro sobre fondo blanco! …La Crítica y el público consideraban a este cuadrado incomprensible y peligroso…”(Kasimir Malevich, Manifiesto Suprematista) En la exposición se había ubicado el Cuadro-Cuadrado-Negro sobre Blanco en el lugar en que en los hogares rusos se colocaban los iconos, fue un acto intencional para que se asociara el arte a la devoción y la religiosidad.
¿Cuál fueron las razones para que un artista rompiera con la modernidad y planteara un reencuentro con lo sagrado? Este alejamiento de lo sacro en la estética en parte se debió al dominio casi absoluto que tuvo sobre el arte y los artistas Roma y la iglesia, junto a la expansión del positivismo y la revolución científica-tecnológica. El retorno a lo numinoso en el arte de Malevich esta vinculada al contexto socio-político que vivía Rusia desde principios del novecientos, donde parecía vislumbrarse el nacimiento de una civilización que llevaría a la humanidad a un Edén terrenal a través del comunismo-marxista. Proceso que se catalizo en 1905 con la masacre del domingo sangriento en San Petersburgo el 22 de febrero, cuando doscientos mil rusos iban a rogar al padrecito el zar Nicolás II entre oraciones, iconos, cantos y estandartes religiosos entre pancartas pidiendo mejoras salariales y laborales. Le costaba al pueblo ruso creer que su padrecito conociera sus hambrunas y de la cruel explotación a que era sometido. Ante tal muchedumbre los asustadizos soldados dispararon quizás por un error sus fusiles, y a esos solitarios disparos le siguieron miles y la plaza se tiño de rojo. Esto aceleró la entropía social y la esperanza de un cambio que impregnó no solo lo social, lo político y lo cultural: artistas, escritores e intelectuales creían que la utopía marxista transformaría a la humanidad. Pero que se convertiría en una trágica distopía y que como un Leviathan devoraría a más de 120.000.000 vidas en décadas, proceso que aún continúa. Ante tales sucesos, una propuesta estético filosófica como la de Malevich de crear un nuevo arte, que plantea un retorno a lo sagrado a través de su lenguaje visual, fue un acto radical; como fue también la búsqueda del constructivismo ruso al intentar poner al arte en función de la nueva sociedad, tendencia liderizada por Vladimir Tatlin. Era tal el desencuentro entre ambas tendencias, que en esos años se encontraron en un salón de arte en 1915 en Petrogrado en la exposición “0.10” donde exponían ambos y empezaron discutiendo sobre sus posiciones de la función del arte en la nueva utopía, terminaron las palabras en una ruda pelea, la cual no fue la primera ni la última. Esto nos puede ilustrar el ambiente y la pasión con que los artistas vivían la ruptura de paradigmas sociales, políticos y existenciales.
Cuadro Blanco sobre Negro, parte de una estética que genera una negación de la realidad. Materializa un lenguaje visual que enfrenta al público ante la nada, ante el vacío, a lo presentido más no visto se buscaba crear en el otro un temblor en el alma; al no representar en el arte formas vinculadas al entorno natural y social. Se sustituye la realidad por una geometría sagrada y la monocromía, se estaban creando los mandalas modernistas.
“He roto los eslabones y las limitaciones del color. Quiero que se sumerjan en la blancura…y que naden en su infinidad”(K.M.) El espacio lo percibe el artista Suprematista como una nada, o un vacío cósmico tal como describe en el aforismo: “El cuadrado=sentimiento, campo blanco=la nada más allá de este sentimiento.”
El blanco es el símbolo de la pureza, de la iluminación mística, es el color del atuendo de los derviches cuando en su danza circular se embriagaban de extásis. Esta tensión con la negritud con lo oscuro, la noche, el caos, la muerte que bordea la vida y lleva al renacer como la semilla que brota de la tierra. Color que simboliza también el nigredo de los alquimistas que al purificarse se convertirá en piedra filosofal. Ambas realidades crean una tensión en estas obras similares a la que se da en el yin y yang, y a las teorías actuales del origen del universo y de la materia. K. Malevich además de ser un místico cristiano era conocedor de diversas tradiciones esotéricas, como el hinduismo, el budismo, la cábala.., Consciente del salto que estaba dando sabía que debía justificarlo, de ahí su cantidad de escrito y su Manifiesto Suprematista. Sabía que debía hacer comprensible la ruptura que había dado. Sus cuadrados eran superficies pictóricas monocromas, como Cuadrado Negro sobre Negro, asociado a la noche dentro de la noche, a la oscuridad abisal de la que brota la vida y la muerte, a el caos del que brotara el orden. Se podrían establecer relaciones entre esta obra y la iniciación mística que se describe en el poema de San Juan de la Cruz, Noche Oscura.
Toda la innovación y la radicalidad estética del Suprematismo tuvo su fin en 1928, al Lenin profundizar la Dictadura del Proletariado y la creación del comunismo, artistas e intelectuales tuvieron que asumir el realismo socialista y su culto a la persona. Los que no se plegaron a estos lineamientos fueron perseguidos, encarcelados, asesinados, reeducados en los Gulag, o exiliados a Siberia, tal como es propio del comunismo. Los que se adaptan terminaron haciendo afiches y telones de obras teatrales propagandísticos como fue el fin de Tatlin, o como fue el caso de Malevich que tuvo que retornar al arte figurativo, otros asumieron trágicos destinos como el del poeta de la revolución rusa, que elogiara a Lenin Mayakovsky, colaborador del Manifiesto Suprematista. Desesperanzado por el rumbo de la revolución se suicidó en 1930 ante la distopía naciente y la monstruosa Dictadura de Partido.
https://www.analitica.com/opinion/la-blancura-del-infinito-cuadrado-blanco-sobre-negro/