La población cubana de la isla ha podido sobrevivir al régimen de estrechez impuesto por sus gobernantes a lo largo de los años gracias a las remesas que los cubanos del exterior envían a sus familiares en el país que los vio nacer. Una cuarta parte del PIB cubano proviene de ese flujo de dinero. Sin embargo, la mitad de las remesas no entran por las vías oficiales.
La razón no puede ser más simple. El cubano de a pie, aquel a quien alguien del exterior envía la remesa, nunca recibe el monto en dólares del que su familiar se desprende. Todo lo que llega a sus manos, a través de una cuenta oficial, es el contravalor electrónico en moneda local a una tasa de cambio ad hoc y absurda establecida por las autoridades, de un monto que además no puede ser utilizado sino para adquirir bienes en las tiendas oficiales que venden productos de consumo ordinario a un costo 250% superior de aquel que se practica por el mismo bien en el exterior. El monto global de las remesas oficiales que tradicionalmente pasaba a través una conocida empresa transnacional de servicios financieros, se mantiene en cuentas del Estado en el exterior. De ellas usufructúan los militares que sirven de soporte a la camarilla de comunistas que dirige al país para usarlos en fines poco transparentes.
No extraña, pues, que desde siempre, el régimen de La Habana y particularmente su componente militar, hayan querido ponerle la mano a una cantidad de divisas nada deleznables. En dos platos, un bien aceitado sistema de incautación de las remesas, con una cara oficial (GAESA y sus subsidiarias) ha estado en marcha por al menos dos décadas en detrimento de la población nativa. Y por supuesto, no existen reportes oficiales de estos manejos irregulares.
La situación actual es que gracias a una acción del Departamento del Tesoro estadounidense y de la Cancillería durante el gobierno de Donald Trump, este flujo se ha detenido por las sanciones que le fueron impuestas a las empresas receptoras de los fondos, afectando así el enriquecimiento de quienes lo administraban. Solo que, por igual, han impactado severamente a aquellos ciudadanos cubanos que dependían de este género de ingresos, por muy escuálidos que estos terminaran siendo a nivel de cada quien. Por desgracia, además, la suspensión de los vuelos al país caribeño desde el exterior también ha afectado muy negativamente el flujo de dólares que los viajeros traían a sus familiares y relacionados. Esto representa un 48% de las remesas totales del país.
Para entender el tamaño de la catástrofe, hay que retener que durante el año 2020 el envío de remesas en efectivo y mercancía a Cuba se desplomó en un 54,14 %. Cayeron de 6.616 millones de dólares en 2019 a tan solo 2.967 millones en el año de la pandemia.
El nuevo gobierno norteamericano no ha sido insensible ante la calamitosa situación para el hombre de la calle que se viene produciendo desde antes de la pandemia. Joe Biden está ya embarcado en un proceso de búsqueda de solución a un entuerto que afecta a gran parte de la ciudadanía y al país en su conjunto, ya que lo que está en juego es la mitad del PIB nacional que se origina por esta vía. Buena parte de las protestas pacíficas que acaban de ocurrir en el país tienen su origen en el malestar que se ha generado en la colectividad por la falta de disposición de recursos para adquirir los productos básicos, una gran proporción de los cuales provienen de las remesas paralizadas. Ello motivó a la creación de una unidad de propuesta en Washington que acaba de rendir su informe. Su resultado está a punto de ser anunciado. Esta tenía como propósito determinar la vía a través de la cual las remesas llegarán a los bolsillos de sus destinatarios e impedir desvíos hacia los órganos del poder de La Habana.
A quienes acusan al gobierno demócrata de reeditar el acercamiento con Cuba que se produjo durante los días del gobierno de Barak Obama les tocará revisar concienzudamente sus argumentaciones. Esta ha sido una vía de presión indirecta que ha estado surtiendo efecto en el sentido de flexibilizar el accionar gubernamental oficial en temas que afectan a la población. Pero en otro terreno, no cabe duda que este tipo de sanciones selectivas han conseguido horadar la estructura criminal que opera en manos de las Fuerzas Armadas para su propio beneficio. Y si el objetivo se logra , a Joe Biden alguien deberá montarle alguna estatua en un malecón cubano.
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