El 20 de enero pasado, minutos antes –segundos, prácticamente– de entregar la presidencia de Estados Unidos de América, el señor, Joseph Biden, Jr., indultó a dos de sus hermanos, a una hermana, más un cuñado. Tendría que cargarse a su cuenta, además, que el referido expresidente ya había indultado a su muy problemático hijo, en diciembre de 2024
El presidente Trump, por su parte, el 23 de diciembre de 2020, a un mes de expirar su primera Presidencia, indultó a un consuegro. Cuatro años después, el indultado en cuestión recibiría del propio señor Trump, el premio mayor de sentarse en el mismísimo sillón de uno de los padres fundadores de la Patria al ser designado, como lo fue Benjamín Franklin, embajador de USA en Francia.
Para centrarnos en el año en curso, el señor Trump, apenas juró como jefe de Estado, perdonó a cerca de 1.600 conmilitones, por los controvertidos hechos del seis de enero de 2021, con lo cual superó el récord nacional que había implantado, el 12 de diciembre de 2024, el entonces presidente Biden, al indultar o conmutar las penas, en solo un día, a alrededor de 1.500 condenados, algunos esperando turno en el “callejón de la muerte”.
Cuando la justicia conmutativa, como la llamaba Aristóteles, no se eleva sobre sus miserias, surgen como paliativos el indulto, junto a sus “parientes” jurídicos: El sobreseimiento presidencial –como el otorgado, en hora menguada, por el doctor Caldera, al narcofelón, Hugo Chávez– la conmutación, la amnistía, la inmunidad popular, como la recibida por el propio señor Trump de los 71 millones que lo votaron en el noviembre más reciente.
Menéndez –con quien jamás he cruzado palabra– se la jugó como senador, por las libertades de Cuba, Nicaragua, de mi amada Venezuela, como por las más depauperadas familias de Nueva Jersey. Siempre me preguntaba si tendría la oportunidad de demostrarle mi gratitud, de venezolano. Nunca imaginé hacerlo, de corazón, ahora que caído en desgracia, ha sido condenado a 11 años de prisión.
Señor presidente, Donald J. Trump, respetuosamente: ¡Indulte a Robert “Bob” Menéndez!
¡Ah, las mujeres! ¡Las cosas que es capaz un caballero por el amor de una dama! Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra, señor Trump.
Sé muy bien a lo que me exponen estas reflexiones. Peor que la posible ira del Presidente de EE. UU., sería el fuego cruzado de las ultrafeministas, tipo, Carolina Jaimes, autora de la novela, “De aquello no se habla”, ed. Planeta, Bogotá, Colombia, 2024 ¡Qué disparen sus dardos envenenados las ultrafeministas, verdaderas versiones del siglo XXI, de las brujas de MacBeth!
En todo caso, de lo que sí estoy seguro y lo puedo demostrar matemáticamente: Las penas por los delitos atribuidos al exsenador, están muy por debajo del término medio de las impuestas a los otros indultados antes referidos. Además, el señor Ménendez ha denunciado manipulación política en el juicio que le han seguido ¿También le suena, señor Trump?
Escribía el maestro Carrara, “La Justicia y la política, no nacieron hermanas” (…) “Cuando la política entra al templo de la diosa Temis, esa divinidad de lo justo y lo ético, huye despavorida por la ventana”.
Una cana al aire le ha significado al exsenador, 11 años de cárcel lo cual, en consideración de su edad, equivale a cadena perpetua. Hay que detener tamaño ensañamiento.
Tiene la palabra, presidente Trump.
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Autor: Omar Estacio Z. [@omarestacio]
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