En Latinoamérica, se están produciendo cambios políticos aceleradamente. Y el liderazgo que ejercen quienes creen en la libertad, optan por el liberalismo como objetivo rector de los cambios y de la evolución, sencillamente, parecieran haberse desentendido de que tal modificación, cambio o evolución, no es un hecho fortuito. 

Y tal es el alcance de lo que se ha planteado que, innegablemente,  es muy triste apreciar  cómo la mayoría de los latinoamericanos, en la mayoría de sus expresiones culturales, insisten en la recurrencia a manifestaciones verbales, documentales, gráficas fílmicas, entre otras,  para dar a conocer ante el mundo la  imagen de lo negativo, en lo que sobresalen características de vida y condiciones sociales propias del subdesarrollo. 

Lo peor,  muchas de ellas promovidas a partir de una exaltación de lo adverso, como consecuencia del hecho de ser de esta zona del mundo, como de lo que es y equivale a ser irresponsable, pueblos en extrema pobreza y a merced de los efectos que genera la insatisfacción de la mayoría de las necesidades individuales y familiares. 

¿Se es pobre y se vive entre la miseria y lo que traduce el empobrecimiento, únicamente por el hecho de haber nacido en América Latina?. Adicionalmente, ¿acaso dicho empobrecimiento es -y siempre será como tal- mientras sea en liberalismo y el sistema de cambios y desarrollo del sistema de vida humano, por lo que los cambios deben ser concebidos, promovidos y dirigidos en respuesta a la «opción renovadora de lo que es y traduce el comunismo o la nueva careta que se identifica como socialismo»?. 
¿Y todo es así y tiene que ser así, para que los equilibrios de la convivencia no sigan siendo lo que Latinoamérica ha venido proyectando después de haberse visto y vivido lo que se planteó después de la Segunda Guerra Mundial?.  

Lo cierto es que, al igual que se proyecta en todas las ciudades y pueblos del mundo, en Latinoamérica hay barrios pobres, gente con pocos recursos y muchos problemas sociales por resolver. Pero esa no es la única realidad que distingue a la región. También existen -porque las tenemos- muchas virtudes, avances, logros y cosas bellas que ofrecer y mostrar.

Como en todos los países del mundo, en la región se padece de los mismos problemas en mayor o menor cuantía. Pero, internamente, han trabajado y dispuesto de recursos, voluntad y disciplina administrativa para saber aplicar la disponibilidad doméstica de los trapos sucios, como de  convertir recursos internos e internacionales, en la aplicación de la solución de los problemas, y no del sostenimiento de éstos para alimentar paraísos fiscales. 

En Latinoamérica, sin duda alguna, también se trata de corregir y de mejorar la calidad de vida de los distintos  pueblos. Después de todo, sí hay conciencia de que las grandes metrópolis como New York, Paris, Roma, Madrid y tantas otras, sufren de los mismos problemas y muchas veces peores de lo que sucede en esta parte del mundo. . ¿0 es que acaso no se dan hechos dolorosos en los meses de invierno?. Allí también la indigencia es una verdad, tanto como la solicitud de limosnas, de las vestimentas  con harapos, como la obligación de dormir acurrucados  sobre las aceras, a la puerta de un edificio casi congelándose y arropados con cartones o periódicos. 

Pero hay una gran diferencia entre las grandes metrópolis y la zona latinoamericana. Y es que en las primeras, las imágenes que se trasmiten o se destacan, es lo mejor, lo más bello, el rostro de la gente próspera y feliz. De hecho, a New York la venden como la gran ciudad financiera del mundo, como la  meca del espectáculo, de los grandes lujos y de la abundancia. En el caso de Paris, el rostro que se conoce es el de la gran ciudad luz, bella y atractiva; a Madrid, como  la histórica tradicional y acogedora ciudad española con sus grandes y múltiples tascas y restaurantes, así como su tradicional flamenco y la tradicional alegría colectiva. 

En tanto que, en el caso latinoamericano, lo que se destaca y sobresale es la imagen de la pobreza, la trata de seres humanos, además del consumo y tráfico de drogas, entre otras tantas calamidades.

En Latam, también hay bellas ricas y acogedoras ciudades, grandes tradiciones y mucho de lo que sus nativos  pueden sentirse orgullosos. Y es por eso por lo que se considera que hay que superar el comportamiento que refleja el de los complejos de segundones subdesarrollados. Es innegable, hay  mucho por mostrar ante el mundo, más allá y tanto de lo que traduce la independencia de las bellezas y de las comodidades turísticas. Después de todo, Latinoamérica también traduce una innegable verdad. Y es que representa a una región de gente de progreso, de afecto transparente, alegre, bondadosa, amigable y familiar, además de una cultura sobresaliente, como de un riquísimo folklore.

Pero a los latinoamericanos, lamentablemente, se les sigue presentando como el prototipo de ser culpables de liderar una desafortunada imagen de tercermundistas, al no haberse ocupado y dedicado a valorar y exaltar riquezas, cualidades y posibilidades. Por lo que su nuevo liderazgo debe trabajar para deslastrarse de  esos complejos tercermundistas y, en su lugar, proyectar logros y virtudes. Después de todo, la región demuestra la vigencia de ser una raza fuerte, híbrida, alegre, preparada y con innegables grandes potencialidades. A la vez que respeta a personas sin discriminaciones genéticas de raza, mientras que potencia el reto de tener que hacerlo a partir de la necesidad de creer en sí mismos, de valorarse socialmente, como de entender que la unidad no puede ser visto como un accidente, sino como un propósito de unidad a partir de la ventaja de las mismas raíces. 

Por otra parte, ¿cómo restarle importancia y utilidad al hecho de hablar el mismo idioma?. No es cualquier cosa, definitivamente. Se trata de millones de ciudadanos que, ante sí, tienen la ventaja de poder conformar una expresión integradora de  cientos de millones de ciudadanos orgullosos de poder conformar y proyectar los alcances de una multiplicidad de patrias, regidas por una integración de propósitos transformadores de sus economías, como de sus ciudadanos.

Proteger al Continente, no es sólo un asunto de frases y de discursos. Es de admitir, inclusive, que  hay que  dejar de creer en falsos Mesías, de interesadas luchas de ricos contra pobres. Si se quiere, de anular con hechos la falsedad de  la prédica uniformada de que «Ser rico es malo», sobre todo porque  ES FALSA. Lo que sí es malo, en cambio, es ser pobre y analfabeta, y asumir pseudoliderazgos alrededor de la figura del Estado, a la vez que se insiste en vender el discurso en torno al igualitarismo.

Luce atrevido, osado y agresivo. Pero lo ideal sería trabajar con dedicación  para que todos puedan ser ricos, Sobre todo porque la ruta no es quitarle a los ricos para ser todos pobres. Así han engañado a los pueblos con esas prédica cargada de odios, que ahora la disfrazan con el nombre de » SOCIALISMO DEL SIGLO XXI » y con lo que sólo han logrado arruinar al rico, y convertir al pobre en más pobre. 

En todas las partes del mundo donde se han cultivado engaños, tal socialismo no ha hecho otra cosa que avivar y estimular la  corrupción, para luego  fortalecer tiranías, mientras se arengan propuestas dirigidas  a imponer sistemas  funcionales dirigidas a propiciar ruina y destrucción, a la vez que se promueven diásporas obligadas a refugiarse en otras latitudes en busca de seguridad, progreso y un supuesto soñado porvenir. 

¡DESPIERTA LATINOAMERICA¡ NO AL ENGAÑO. 

LOS HECHOS Y EXPERIENCIAS  DE HOY PLANTEAN QUE HAY QUE CONSTRUIR UNA PATRIA GRANDE. LOGRAR EL BIENESTAR Y EL PROGRESO CONTINENTAL, A PARTIR DE LA VIDA EN LIBERTAD, Y  SIN TEMERLE A LOS ERRORES EN LOS QUE SE INCURREN CUANDO SE VIVE EN DEMOCRACIA. 

NADA JUSTIFICA HOY EL RESPALDO AL COMUNISMO COMO FORMA DE GOBIERNO, SOBRE TODO CUANDO LOS HECHOS Y LA HISTORIA DEMUESTRAN QUE  SU ÚNICO EFECTO SE TRADUCE EN RUINA , HAMBRE Y ODIO.

https://www.analitica.com/opinion/en-latinoamerica-se-esta-imponiendo-el-comunismo-o-se-esta-evaporando-el-liberalismo/