Mucho se ha escrito sobre el odio, desde cuentos y novelas, hasta tratados y tesis. Lo cierto es que es un tema complejo y requiere para una aproximación certera y una comprensión profunda y cabal del tema , que lo abordemos con la mayor objetividad posible y despojados de prejuicios.

Hay muchas definiciones de odio, una que la resume con certeza es “un sentimiento profundo y duradero, intensa expresión de animosidad ,ira y hostilidad hacia una persona , grupo u objeto».

Esta definición asume al odio como un sentimiento, es decir es el resultado de procesos mentales que ocurren después de experimentar una emoción; en otras palabras son emociones conceptualizadas que determinan el estado de ánimo.

En estas líneas no pretendemos hacer un tratado sobre el odio ni mucho menos , pero sí considerar nociones básicas para comprender su significado, su trascendencia, y su importancia en la historia.
El amor es el sentimiento opuesto al odio y el proceso civilizatorio de la humanidad se ha desarrollado en una pugna entre el amor y el odio. Los conflictos y las guerras , las pugnas por el poder de alguna manera están impregnadas y a veces hasta determinadas por el conflicto amor / odio.

El odio se induce con facilidad, se generaliza rápidamente y se ha convertido en el generador y sostenedor de Grandes y terribles episodios de guerras y matanzas.

El odio religioso – insólito- ha sido recurrente a lo largo de la historia , se incita al odio y se actúa con odio, paradójicamente en nombre del amor. Las persecuciones contra los cristianos primitivos , quizás la representación más emblemática del conflicto amor/odio ha sido la crucifixión de Jesús; siglos después la inquisición, la persecución contra los protestantes; la masacre a sacerdotes y fieles católicos en Asia y Africa , el fanatismo de radicales islámicos y muchos etcéteras ha sido inducido y de alguna manera vinculado a pugnas por el poder.

El odio étnico – racial. También recurrente en la historia, quizás el más protuberante en la historia reciente fue el holocausto judio cometido por Hitler y el nazismo que costó más de cuatro millones de muertes; otros ejemplos significativos fueron el Apartheid en Sudafrica y la segregación racial en los Estados Unidos, afortunadamente ambas superadas. Las guerras intertribales en África solo para nombrar a las más resultantes.

El odio genera intolerancia, segregación, extremismo y violación de los Derechos Humanos, que sectores de la sociedad vivan con miedo.

Desde el punto de vista individual, el odio es un sentimiento que enferma psicológicamente, que corroe el alma, que intoxica el espíritu de quien lo siente vive permanentemente con ansiedad, con rabia, con pensamientos obsesivos recurrentes, en fin un infierno de vida. El odio es venganza, no justicia.

En Venezuela el odio es un fenómeno relativamente nuevo, no existía en nuestro país ni el odio religioso, ni el odio racial, ni el odio político. En los últimos años se ha estimulado el odio, el rencor y el resentimiento político, el que disiente o piensa distinto, no es considerado adversario sino enemigo, con toda la terrible connotación que implica esa palabra.

A estas alturas, no tiene sentido discutir quien inició el odio político en Venezuela, lo importante, lo sustancial es reconocer que el odio está instalado en nuestra sociedad y encontrar la manera de superarlo.

Se aprobó hace poco tiempo una ley contra el odio que ha sido utilizada irresponsablemente y con motivaciones políticas bastardas para acallar las protestas sociales y las voces disidentes, para someter, sojuzgar y amedrentar. Es común ver sentencias que condenan a ciudadanos inocentes por instigación al odio y están presos en las cárceles injustamente violándoseles todos sus derechos .

La disidencia es señalada como lacayos del imperio, como agentes de potencias extranjeras, sometiéndola al escarnio público, o el decir con ensañamiento que el Arzobispo de Barquisimeto es un demonio con sotana, solo por colocarse al lado del pueblo y apoyarlo en sus luchas, sin duda es un discurso de incitación al odio y a la intolerancia.

Los venezolanos tenemos la obligación histórica hoy de reencontrarnos, de reconciliarnos más allá de los “dirigentes“ extremistas de lado y lado. Un país o una sociedad cargada de odio va directo al abismo.

Es necesario un gran estremecimiento espiritual, un sacudón emocional y de conciencia para en una gran y noble unión derrotar al odio y recuperar la democracia y la libertad.

https://www.analitica.com/opinion/el-odio-2/