El Gran Garrote

Quienes comparan a Donald Trump con personajes como Chavez y Hitler tendrían mejor puntería recordando a otro gran toro en cristalería llamado Teodoro Roosevelt, el hombre del “gran garrote”.
Populista reconocido como gran “showman” en su tiempo, TR dividió al Partido Republicano tradicional y terminó creando uno suyo que llamó de los Bisontes Machos (“Bull Moose”).

Su lucha contra los monopolios y la corrupción oficial fue legendaria, junto con la promoción de parques nacionales, y de pureza en alimentos y medicamentos. Fue Premio Nobel de la Paz en 1906 y de paso le dio independencia a Cuba y Panamá e hizo el famoso Canal.

Aborreció cuanto oliese a dependencia social y como ferviente individualista decía: “El primer requisito de un buen ciudadano de nuestra República es ser capaz y dispuesto a cargar su propio peso – que no sea un simple pasajero.”

Dejó muy mala estela en Iberoamérica pero fue reverenciado por el electorado y – aunque luego fue derrotado – en 1941, mucho después de su muerte, fue colocado en el monumento nacional de Mount Rushmore junto a Washington, Jefferson y Lincoln como uno de los líderes más emblemáticos de aquella nación.

También fue atacado virulentamente en la siempre sensacionalista política norteamericana, y llamado “dictador”, “tirano” y “déspota”, epítetos nada nuevos que adversarios han aplicado a muchos mandatarios de ese país. Hoy todo está potenciado exponencialmente por nuevos medios electrónicos y la extrema politización de los medios tradicionales pero aquella democracia siempre ha sobrevivido.

Ningún paralelismo es perfecto, pero el prototipo no es nuevo y las conductas etnocéntricas, arrogantes y desconsideradas de demasiados norteamericanos se resaltan en la afamada novela “The Ugly American” – “El Americano Feo” (1958).

Para atenuar ese rasgo con Kennedy surgieron políticas como la Alianza para el Progreso y programas similares a los que demasiados vivianes de latitudes sureñas ordeñaron frecuentemente, burlándose de los gringos por “pendejos” o “ingenuos”. Y ahora apareció la reacción.
Aún no se sabe si Trump tendrá éxito o fracasará en aquella gran democracia de grandes tendencias pendulares, y parece aconsejable aprender a navegar y aún aprovechar esta nueva realidad, ciertamente no enfrentarla con histéricos desplantes como Petro. Más bien es de observar la siempre taimada técnica de México con su larguísima experiencia toreando al vecino.

Por lo pronto si ahora queremos devolverle la libertad a Venezuela, Cuba y Nicaragua más vale que hagamos limonada con los limones que han tocado.
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Autor: Antonio Herrera-Vaillant   [aherreravaillant@gmail.com]

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