Las hambrunas son más antiguas que los Libros Sagrados. En ellos nos enteramos de su origen y la dimensión de los daños ocasionados. Así, nos informan de la que ocurrió luego que Moisés, tras protestar por la cruel esclavitud sufrida por el pueblo judío y en vista de que el faraón impedía la salida de Egipto, hiciera caer sobre esas tierras la plaga de langostas y saltamontes, provocando una hambruna. El faraón permitió a Moisés conducir a su pueblo, en travesía por el desierto, hasta la tierra prometida.
En tiempos más recientes, en el transcurso del Siglo XX, hubo varias. En los años 1931-1932 ocurrió la gran hambruna de Ucrania (Holodomor) que dejó más de 5 millones de muertos, provocada por la tiranía comunista mediante el comiso de las cosechas, para abastecer regiones donde ya habían socializado el hambre, producto de la colectivización diseñada Lenin, Trotski y Stalin, la troica diabólica que transformó tierras fértiles en rastrojos, usando la dialéctica de la ametralladora de indudable eficacia persuasiva.
La otra gran hambruna tuvo lugar en Biafra, como consecuencia de la guerra secesionista de los años 1967-1970. El gobierno totalitario instaurado luego de la descolonización no presupuestaba justa participación en los beneficios provenientes de la explotación petrolera, tanto para el funcionamiento como para impulsar el desarrollo de la región asiento de la industria. Optaron por la secesión y fueron derrotados en una cruentan guerra civil y con ella tanto la posibilidad de desarrollo independiente como de la democrática en libertad. Sobrevino una hambruna descomunal. Biafra cosechó más de 1 millón de muertos y la diáspora de grandes contingentes de la población.
La Venezuela del Siglo XX enterró el flagelo de la guerra civil en 1903, pero desde el comienzo del XXI el gobierno castrocomunista instaurado por Hugo Chávez Frías y heredado por el ignaro Nicolás Maduro, continúa realizado denodados esfuerzos en la tarea criminal de hundir el país en la miseria.
Con tal propósito y fidelidad perruna al legado de Fidel Castro y su pandilla, arremetió contra toda empresa productiva. Arrasó la agricultura expropiando fincas y empresas ganaderas productivas, sembradíos de alimentos para humanos y animales, así como con las procesadoras de éstos. Como la actividad destructiva no llenaba sus expectativas, embistió contra los centros urbanos y expropió fábricas, expendios de alimentos, edificios ocupados por comercios, incluido uno de propiedad estatal otorgado a la Universidad de Oriente, con el propósito constituirle patrimonio rentable.
Apoltronado en una tumbona sostenida por cuatro bayonetas, se percató que Venezuela disponía de empresas capaces de proveer suficiente dinero para su recuperación y decretó la destrucción de las industrias petrolera, del acero y el aluminio junto con la de generación de energía eléctrica. Y dijo: oro, diamante, coltán dijo:¡Allá vamos! Y con entusiasmo desbordante lo entregó al Cartel de los Soles, a rusos, chinos y turcos. A los bandoleros de del ELN y los de José Santrich, Iván Márquez y El Paisa les tocó un productivo repele: la custodia de la cocaína que transita por nuestros espacios terrestres, acuáticos y aéreos. La Seguridad del Estado, incluidas la identificación y las comunicaciones, las puso en manos del gobierno cubano.
En un país que vivió una interminable matazón durante 100 años, el hambre fue flagelo que dio continuidad al de la guerra y consumió muchas décadas erradicarlo. Hoy, por acción de los genocidas que usurpan el gobierno, sentimos la proximidad del monstruo. No puede ser otro el resultado de la guerra que Chávez, Maduro y la élite del Socialismo del Siglo XXI emprendieron contra la Nación desde que asaltaron el poder en 1999.
Cuando verificamos que con el salario mínimo de 1.8 millones de bolívares no se puede comprar 1 Kg de arroz, duelen las penurias que debieron sufrir nuestros abuelos; sentimos en la nuca el resuello del espectro del hambre que devastó a Biafra, dejando más de 1 millón de muertos más la incalculable diáspora; por el retrovisor podemos ver la horrenda imagen totalitaria del Holodromor inducido desde Moscú por los jefes comunistas y ejecutado por sus lacayos comisarios, para asesinar 5 millones de personas en Ucrania.
https://www.analitica.com/opinion/el-espectro-del-hambre-en-ucrania-y-biafra/