El 10 de diciembre se celebra el día de los derechos humanos. Ello se debe a que el 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas firmó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. A raiz de ese día, como antes, en la comunidad internacional, se empezó a legislar, a celebrar tratados, congresos, convenciones para proteger los derechos de todos los seres que habitan en el planeta. Ya en 1789 en Francia, la Asamblea Nacional había aprobado la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

A lo largo de la historia, de lege lata, es decir ley aprobada, es mucho lo que se ha promulgado para proteger, aunque de lege ferenda, es decir legislación que hay que aprobar, queda mucho por hacer en pro de esa protección. Si bien hay convenciones internacionales, como la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la Europea, el Pacto Internacional de Proteción de los Derechos Civiles y Políticos y otras que tienen el objeto de proteger esos derechos, aunque con frecuencia no lo logren, y a tal respecto se puede recordar a Montequieu, quien dijo: “Cuando visito un país, no examino si en el mismo hay buenas leyes, sino si se cumplen las que en ellos hay, puesto que hay buenas leyes por doquier.”

Es justo que haya un día en que se celebre la protección de los derechos humanos, pero opino que también debería haber un Día de los Derechos de la Naturaleza. En efecto, hoy en día, la naturaleza, el medio ambiente, la diversidad, lo que se conoce como biosfera están siendo objeto de ataques despiadados, producto de la avidez de los seres humanos, de los gobiernos, del mundo empresarial, en obtener cada vez más provecho económico. No hay que olvidar que cuando se produce daño al ambiente, también se dañan los derechos humanos de los que viven en el mismo.

Observo, con optimismo, que en el mundo hay seres humanos, instituciones, como la Stop Ecocide Foundation, que junto a millones de personas, se están esforzando en lograr que el ecocidio, el daño al ambiente, sea declarado crimen internacional. A la Asamblea de los Estados Partes del Estatuto, se les acaba de proponer que el ecocidio se convierta en un quinto crimen, de los que se pueda enjuiciar a quienes lo cometan. El día en que se logre criminalizar el ecocidio, podría declararse “Día de Protección de la Naturaleza.

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