El contexto es lo que clarifica

Algo curioso me pasó el fin de semana pasado en la competencia de F1 en Barcelona, quizás parezca a primera vista inconsecuente, pero me hizo reconocer un importante elemento que pone todo en perspectiva y ayuda a reconocer un elemento importante que hemos descuidado.

Estábamos en una tribuna donde podíamos ver la ultima secuencia de cinco curvas antes de la recta final frente a la tribuna; físicamente estábamos a unos 250 metros de la primera curva y a unos 60 metros de la cuarta. Los bólidos pasaban frente a nuestra tribuna haciendo ese giro a 240 km/h. Teníamos unos excelentes binoculares, si veías la primera curva con ellos, parecía que veías la carrera en tu casa desde tu sofá en una pantalla gigante de altísima calidad; pero cuando seguías el carro se complicaba la cosa. Primero, mantenerlo en foco para apreciar los detalles era complicado por la velocidad, pero cuando pasaba a 240 frente a nosotros era imposible ni siquiera ver el número en el fuselaje, aunque supieras donde estaba. Era más sencillo ver detalles a simple vista.

Curioso.
Me pregunté, “¿Por qué?”

Nuestra vista es la más desarrollada en todo el reino animal luego de aves rapaces. Tiene una particularidad, ha evolucionado a través de millones de años para asistirnos a mantener el foco en una presa y no distraernos con detalles; cuando un depredador está en proceso de captura de su presa, entra en lo que se llama Visión de Túnel (EN: Tunnel Vision). Es la evolución biológica que hemos desarrollado para ser eficientes en la caza y asegurarnos la subsistencia.

En nuestra visión, la calidad en el punto focal es de altísima resolución, a medida que salimos de ese punto, va bajando de resolución hasta la periferia que no puedes detallar ni siquiera colores. Lo que aprecié mientras veía los carros de carrera más rápidos en pistas, es que lo que me permite enfocar en alta resolución ese punto central es precisamente la predictibilidad del entorno. Cuando miraba con los binoculares, no tengo ese entorno, solo el punto focal. Si mantenía los binoculares en la curva lejana, apreciaba todos los detalles y veía el entorno y el detalle a donde orientaba mi punto focal; pero al intentar seguir con los binoculares al bólido, todo se desdibujaba: no podía mantener el foco porque no había contexto, no podía mantener el punto focal separado del entorno. Sin los binoculares y sólo con mis ojos, no tenía problema por muy cerca que fui a la curva (unos 25 metros), veía infinidad de detalles sin dificultad alguna a pesar de la velocidad.

Lo que permite sentido al foco es el contexto

El científico y filósofo Dr. Iain McGilchrist es un investigador del cerebro y sus funciones por más de 30 años. La interpretación de los hemisferios del órgano cerebral los ha redefinido enormemente y deja demodé la interpretación del hemisferio izquierdo como el de los números, la lógica y la razón, y el derecho como el poético, creativo, innovador y emocional. Hay una interacción entre ambos hemisferios, el izquierdo es el que ve, alcanza, agarra y posee; el derecho es el que interpreta, entiende, da sentido, asimila y descubre valor. Ambos hemisferios envían señales inhibidoras al contrario, para que le permita ampliar su propia función. El izquierdo diciéndole al derecho, “déjate de tanto detalle, vamos a por esto y ya”; el derecho al izquierdo, “no te afanes tanto, que eso no tiene valor… déjame que te explico”.

¿Quién es el que decide a cuál de los dos hacer caso?

Nuestra cultura presente está secuestrada por el hemisferio izquierdo; la predominancia en tener, alcanzar, poseer y asegurar sea dinero, status, reconocimiento o seguridad, convierte al individuo en un tirano al servicio del hemisferio izquierdo.

¿Qué nos impide ver esta realidad?

Las cosas pequeñas son cruciales para cambiar tu vida

Tendemos a creer que las cosas pequeñas que hacemos cada día no son cruciales para cambiar nuestra vida. Parte porque creemos que, para alcanzar grandes cambios, necesitamos lograr grandes metas: un trabajo con sueldo de seis dígitos, o lanzar exitosamente un megaproyecto ampliamente reconocido; y cuando estas metas grandes no son factibles, redimensionamos nuestra visión menoscabando nuestra vida. Nos olvidamos de que quién logra esos objetivos soy Yo, y ese “Yo” no está solo, sino está anidado en un entorno, si dispensa de la base para crecer o ampliar el campo de acción… aunque logre ese objetivo audaz, será a expensas de todo lo que constituye su entorno y por ende, al final el logro le desarticulará profundamente.

NO, la transformación valiosa y trascendente va de lo pequeño a lo grande.

Cómo me levanto cada mañana (5 min. al día)
Cómo saludo a aquellos con quien convivo luego de levantarme (de 2 a 4 min. al día)
Preparar desayuno (10 min. al día)
Sentarme a desayunar con quien convivo (15 min. al día)
Cómo me despido cuando me voy de casa (3 min. al día)
Cuando llego al trabajo… te haces una idea.

Aquellos hábitos y actos que repito cada día y suponen una interacción real con mi entorno y las personas de alrededor, son de inmensa importancia. Suma todos esos momentos que parecen insignificantes: cómo saludas a los compañ[email protected] de trabajo, el trato con los clientes, cómo te relacionas con las personas que compartes mesa para comer, cómo es tu llegada a casa luego de un día de trabajo y cómo interaccionas con los que convives; son no menos dos o tres horas al día, unas 830 horas, o más de 3 meses al año… es no menos de 30% de todas tus horas despierto cada año, quizás mucho más. Si logras “arreglar” esos momentos pequeños, ello tiene el poder de transformar la base de la vida que te sostiene; y te permite enfocar lo que es verdaderamente relevante mucho más que ninguna otra opción al alcance de tu mano. Ese es el contexto en tu vida, lo que soporta tu visión en alta resolución para que puedas alcanzar tu presa.

La piedra que desecharon los arquitectos es la piedra angular

Una vez un sagaz psicólogo me dijo, “vas muy rápido, quizás debes valorar hacer todo más lento”. Nuestra cultura ha ido evolucionando en las últimas décadas, a tal punto que lo que absorben nuestros adolescentes como valor primario, es una presión por tenerlo todo ya y sin esfuerzo alguno. Quiero ser famoso, destacar, ser reconocido, admirado, tener mucho dinero… pero no quiero trabajar para alcanzarlo y esforzarme lo mínimo.

Déjame clarificar, si hablamos de un adolescente, está descubriendo quién es, necesita conocer los bordes, lo natural entonces es que empuje para descubrir ese límite real… en las relaciones, en la autoridad, en lo que puede hacer o dejar de hacer, el límite de quién es y quiénes son los demás, en lo que acepta o no acepta como válido o auténtico, en el sexo y qué es eso del amor.

Porque nosotros los adultos vamos rápido y no tomamos en cuenta esos momentos pequeños de intercambio con nuestro entorno, la calidad de tiempo e interacción que tenemos con nuestros pequeños le falta profundidad, le falta densidad y le falta autenticidad. Entonces todo en nuestra unidad familiar sufre.

La vida es una empresa delicada que, para que valga la pena todo el esfuerzo y las vicisitudes que necesitamos soportar, es indispensable lograr una profundad de significado del porqué de todo ello. Lo que me garantiza vivir una vida con sentido y a plenitud son tres elementos primordialmente: tener una visión a dónde quiero ir, clarificar unos principios que sean capaces de sostenerme en el tiempo y asumir responsabilidad para lograr la visión mientras mantengo esos principios… con sangre si fuese necesario. En la historia de la humanidad, vemos como la religión, la filosofía y hasta la ciencia, han buscado clarificar los elementos que nos permiten discernir esas decisiones para establecer esos tres elementos en mi vida; pero soy yo exclusivamente quién toma la decisión.

Si no hacemos este trabajo en nuestras vidas, si no nos esforzamos por clarificar a dónde queremos ir, con qué empaco las maletas para ese viaje y con cuanta determinación persevero en el camino, entonces no somos los adultos de casa y poco podemos exigirle a nuestro entorno; sean nuestros hijos compañeros de camino, empresa donde trabajo o políticos e instituciones.

Entonces es cuando la cultura toda se descarrila y, por ejemplo, nuestros hijos llegan a la conclusión de que son de género fluido, como está sucediendo. Todos los extremos que vivimos en la presente cultura, tienen su fundamento en la disipación de los valores y principios que los adultos en la familia sostenemos y enseñamos. No nos dimos cuenta, pero por décadas la velocidad nos desdibujó el contexto, nos sacó fuera del entorno; y ahora empujamos hacia adelante queriendo lograr grandes objetivos que son sólo espejismos de una vida con sentido.

“Si todo parece estar bajo control, simplemente no estás yendo lo suficientemente rápido”

Esta cita de Mario Andretti, a mí personalmente me recuerda que cuando creo que tengo bien encausado mi objetivo, estoy lejos de alcanzarlo. Vivir es un balance sobre una cuerda floja, si en verdad estoy bien alineado con ella, siempre estoy descubriendo algo que me falta y algo que me sobra… y los principio me clarifican cuál tomar y cuál soltar, aun cuando parezca que desorganiza todo.

Enfocar y adentrarse en lo verdaderamente transformador, me empuja fuera de mi límite. Hay algo que sabemos muy bien internamente, aun cuando hemos desajustado nuestra brújula.

Pregúntate: ¿Cuál es la acción correcta que necesito hacer en mi vida para avanza?
…y escucha!

Próximo martes…

Cuando era pequeño, no apreciaba el país donde había nacido. El dolor, la adversidad, el totalitarismo me han hecho redimensionar y apreciar lo increíblemente afortunado que soy de ser venezolano.

https://www.analitica.com/opinion/el-contexto-es-lo-que-clarifica/

Compártelo:

Publicaciones relacionadas