Tras el fraude electoral del 28 de julio, las reacciones internacionales parecieron ofrecer un destello de esperanza. Gobiernos y organizaciones de diversas latitudes condenaron el proceso espurio que mantuvo a Nicolás Maduro en el poder, demostrando una vez más su habilidad para manipular las instituciones a su favor. Sin embargo, al analizar estos pronunciamientos más de cerca, queda claro que, aunque retumban en los titulares, carecen de acciones concretas que puedan inclinar la balanza en favor de la libertad del pueblo venezolano.
El historial reciente lo confirma: sanciones económicas, restricciones diplomáticas y declaraciones solemnes no han mermado el control de Maduro. Los actores internacionales, atrapados en un dilema geopolítico, se limitan a gestos simbólicos, dejando a los venezolanos a merced de sus propias luchas.
Es en este contexto donde surge la figura de María Corina Machado como un faro de esperanza y determinación. Su liderazgo no es solo una cuestión de discurso, sino de acción, respaldada por un pueblo dispuesto a arriesgarlo todo. Machado ha demostrado ser una mujer de principios firmes, dispuesta a desafiar el autoritarismo desde las entrañas del régimen. Sin acceso a recursos estatales ni el respaldo pleno de las fuerzas internacionales, su estrategia radica en movilizar a los venezolanos para retomar el poder que les pertenece.
La historia de otros líderes que enfrentaron dictaduras, como Nelson Mandela o Lech Wałęsa, demuestra que los verdaderos cambios nacen desde dentro, impulsados por el sacrificio y la valentía de quienes lideran. Machado se encuentra ahora en esa encrucijada histórica, donde el destino de una nación depende de su capacidad para inspirar y organizar una resistencia efectiva.
El camino no será fácil. Machado y su pueblo deberán enfrentar no solo la represión del régimen, sino también la indiferencia práctica de una comunidad internacional que, aunque emite declaraciones grandilocuentes, no asume compromisos reales. Pero como bien dice el refrán, “El buey solo bien se lame”. Será la voluntad y el sacrificio del pueblo venezolano, guiado por un liderazgo genuino, lo que eventualmente derrumbará los muros de la dictadura.
En última instancia, la libertad no se otorga; se conquista. Y, en el caso de Venezuela, esa conquista no vendrá del exterior, sino de las entrañas mismas de su pueblo, con María Corina Machado a la cabeza, arriesgando su propio pellejo por el futuro de la nación.
Y el próximo 8 de enero todos con María Corina. “Salgamos llenos de confianza. Paralizados no logramos el cambio. Maduro no se va a ir solo, hay que hacerlo salir con la fuerza de un pueblo que no se rinde jamás”
_______________________________________________________________________________________________________________Autor: Alfredo Gonzalez [VenezuelaUnida.com] [Imagen cortesía de ventevenezuela.org]