Muy empinada es la cuesta colombiana para intentar recuperar la senda de crecimiento que llevaba en el año 2019, porque no solo ha sufrido los efectos de la pandemia del COVID como en el resto del mundo. Con ese serio descalabro como punto de partida, este año el país tuvo que enfrentar este 2021 un largo periodo de paro en la actividad económica como consecuencia de disturbios en las calles de las ciudades, lo que le agregó peso al fardo que ya llevaba el país vecino sobre sus hombros.

Esta semana al DANE – Departamento Administrativo Nacional de Estadística- le tocó poner al alcance del público los resultados de sus investigaciones y estos aún siguen siendo preocupantes: la economía neogranadina no se detiene en su expansión, a juzgar por el PIB del tercer trimestre del año actual cuando se expandió 8,7% en relación con el tercero del año anterior, pero sin embargo, ante las cifras anuales que miden el rebote comparado con 2019, todavía no se puede cantar victoria. Aun los vecinos deben asumir el hecho de que durante los nueve primeros meses del año la economía cayó un 8,1%. 

Es preciso recalcar que todas las cifras de todos los países están impactadas por el efecto estadístico de la pandemia. Todas éstas aportadas por el DANE lo que pudieran  significar es que por mas esfuerzo que hace el gobierno de Iván Duque, y por más que hay una especie de pequeño rebote frente al destrozo del año 2020, Colombia aun no saca la cabeza del agua. Si habría, en efecto actividades que comienzan un proceso de expansión: el comercio, la construcción y la explotación de minas además del consumo de los hogares comienza a dinamizarse, pero este año se cerrará aun bajo efecto de la recesión que inicio la Pandemia y que termino de consolidar el desorden público del inicio del año.

Por ello es preciso ampliar el espectro de visión y dotarse de la capacidad de análisis de instituciones como el Fondo Monetario Internacional que hace apenas un mes mostró al mundo lo que su lupa investigativa ha encontrado no en una visión corta sino en las tendencias contantes de la economía colombiana. El FMI actualizó sus pronósticos hasta el 2026 y su diagnóstico es que “el país no crecerá menos de 3,3% (en 2023) y que posteriormente irá mejorando gradualmente. Es decir, volvería a registrar tasas de avance similares a las de antes de la crisis, las cuales estaban entre las mejores de Latinoamérica”.   

Al ver el asunto mas de cerca lo que es claro es que la senda es buena, pero resultados muy significativos apenas se verán a partir del año 2023. “Esto porque mientras que en 2019 el PIB colombiano sumaba US$323.380 millones, este año terminará eventualmente en US$330.790 millones y sería ese año cuando llegaría a US$336.250 millones”. De seguir en esa vía, es decir, de no existir sobresaltos ni cambios de ruta en la estrategia de desarrollo que se ha abrazado hasta el presente, para el 2026 ya este país vecino estará rozando US$ 400.000 millones.

Y desde la óptica del ciudadano común, temas como el desempleo es indispensable que sean abordados con muy novedosas estrategias porque la inercia – incluso un movimiento inercial de expansión- no resuelve uno de los principales males del país: el desempleo.  Según las cifras del FMI, “la tasa de desocupación sería de 14,5% este año, para bajar a 13,8% en 2022, a 13,1% en 2023, 12,4% en el 2024, 11,8% en 2025 y, por último, descendería hasta 11,1% en el 2026”.

Así las cosas, lo anterior amerita un juicioso examen de parte de quienes tendrán en pocos meses la posibilidad de cambiar el rumbo del país en elecciones presidenciales: o bien apuntalar un manejo dinámico de la economía y exigir énfasis en estrategias aperturistas como lo que se viene haciendo, o bien favorecer un cambio hacia sabe Dios cual modelo propuesto por quienes ven con buenos ojos las políticas, manejos y componendas desarrolladas del otro lado de la frontera con Venezuela.   

https://www.analitica.com/opinion/el-balance-economico-en-vispera-electoral/