El Artículo 231 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela ordena: “el 10 de enero tomará posesión del cargo quien resultare electo (a) Presidente (a) de la República para el período que se inicia ese día”.
Por supuesto que para alcanzar esa fecha faltan por recorrer varios trancos, pero cuando se trata de actividades políticas o bélicas el tiempo escasea, siempre se hace corto. De allí que no considere aventurado empalmar la actividad cívica que estamos obligados a realizar en 2024, si no dispone otra cosa el Burdégano miraflorino, con la posibilidad de que los estremecedores tambores de guerra en la frontera rusoucraniana den paso al estruendo de cañones y bombas convencionales que, dependiendo del curso que tome la conflagración y la locura de un disparo “inocente”, podría pasar a mayores con la utilización del armamento atómico en poder de Rusia, la Unión Europea y Estados Unidos de América. Y China… ¿Qué actitud asumiría China? Según palabras atribuidas a Mao “siempre contará con un (1) millón de habitantes para repoblar la tierra”.
Porque el asunto en liza no es tan simple como el que Ucrania sea admitida o no en la Unión Europea, aunque también y, de consiguiente, entre a formar parte del Tratado del Atlántico Norte. Se trata de dar cumplimiento al destino manifiesto del imperialismo ruso de tener fronteras lo más alejadas posible de su centro del poder; así como el control de la producción, en este caso agrícola a gran escala y la consiguiente comercialización nacional e internacional entre los países de su entorno.
Ucrania es tenida como el más importante granero a nivel mundial, por tanto no es lo mismo que Rusia se resigne a comprarle la producción de alimentos a precios internacionales que hacerlo a un país bajo su control político-militar, en cantidades y precios favorables a su economía. De allí que el bloqueo al ingreso de ese país a la UE sea para Moscú una acción defensiva de la soberanía alimenticia y a la integridad territorial de la Gran Rusia.
A tal designio obedece el emplazamiento en su frontera occidental de centenares de miles de soldados, equipados con cientos de toneladas de armamento, listo para invadir a Ucrania y de nuevo aproximar la frontera occidental moscovita a los predios de la Unión Europea. Si da ese paso seguramente habrá guerra y Venezuela estará metida en un berenjenal, empujada por la solidaridad automática de los socialcomunistas del siglo XXI. Porque, sin duda, USA disparará su cohetería contra los emplazamientos militares rusos donde quiera que estén y si en Venezuela existieren algunos, no quedará títere con cabeza. Pero de no materializarse la destrucción masiva que auguran los tambores de guerra, en 2024, repito y si no dispone otra cosa el burdégano miraflorino, debemos enfrentar la dictadura y ahogarla con millones de votos, único y poderoso armamento ciudadano.
Por supuesto que ese armamento debe ser más que abundante, desbordante como para ahogar la mafia Socialcomunista del Siglo XXI y comenzar la restauración del Sistema Democrático. Para ello es menester que los actores dentro de la MUD y otros no plegados a la dictadura, renuncien a la mutua descalificación y, por lo contrario, formen un bloque granítico, impenetrable por las arremetidas disociadoras de los áulicos de la tiranía. Unidad que se haga sentir en la calle, denunciando a quienes arruinaron al país y explicando que será necesario afrontar años de sacrificio y hacer los mayores esfuerzos, para que el ciudadano víctima de la inseguridad, de la carencia de empleo y vivienda digna, de la carestía de medicamentos, alimentos y servicios infames, haga suyo el programa de rescate nacional que le garantice una mejor vida.
Así, solo así, podrá garantizarse la masiva concurrencia ciudadana a las urnas para enterrar, con un aluvión de votos, al Socialcomunismo del Siglo XXI y restaurar el Sistema Democrático, con la elección del Presidente de la República, escogido en elecciones primarias.
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