Así era el conocido pregón de la abnegada militancia del Partido Comunista de Venezuela (PCV) cuando solicitaba el apoyo a su target político, el proletariado, al concurrir a los portones industriales de las zonas petroleras, barriadas populares y mercados públicos, requiriendo la compra de su periódico Tribuna Popular y el apoyo financiero para su organización política.
Las ironías del destino tras casi un siglo de historia al ser fundado en marzo de 1931, le haría enfrentar esta vez su enajenación por parte de un estado que se autocalifica falsamente como socialista, y por un presidente que se jacta de nombrarse como “presidente obrero”, aún cuando ha sido el exterminador de las conquistas de los trabajadores tras 10 años de gestión gubernamental conocida como la década de la infamia.
El PCV fue el primer partido político fundado en Venezuela siendo su origen marcado por un lastre de nacimiento, al ser promovido por la IIIa Internacional Comunista controlada por Stalin, cuyo control autoritario en la época sobre los partidos comunistas del mundo derivó en derrotas decisivas para la historia de la humanidad, como fueron los casos de Alemania en 1933 al ordenar la confrontación entre partidos obreros facilitó el camino a Hitler, y en España con el menguado apoyo al gobierno republicano de 1936.
Esa posición incondicional a la Madre Patria del Socialismo Real, la URSS, le conllevó a apoyar la política internacional del PCUS cuyo curso fue una evidente contradicción con los orígenes de la revolución de octubre de 1917. En tal sentido apoyaron las invasiones a Hungría en 1956, a Checoslovaquia en 1968, la ofensiva contra el sindicato Solidaridad de Lech Walesa en Polonia (1980), la invasión a Afganistán (1979).
El impacto de estas acciones imperialistas de la URSS le significó desprendimiento de capas de valiosos militantes y directivos, siendo la más destacada la del MAS en 1971, la cual derivó en el anatema de Leonid Breznev contra Teodoro Petkoff y Pompeyo Márquez por haberse opuesto a la invasión de los ejércitos del Pacto de Varsovia en la anteriormente indicada Primavera de Praga en 1968.
La influencia del PCV como promotor del sindicalismo fue disminuyendo a largo del siglo XX, de ser el fundador de sindicatos en el sector petrolero a tal nivel que competía con Acción Democrática, fue diezmando sus filas al separarse de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) en 1963, al definirse por la lucha armada como copia de la revolución cubana y fundar otra central sindical la (CUTV), dejando el camino libre a AD en el control del sindicalismo venezolano. De esa decisión equivocada jamás pudo recuperar su fuerza original en el sindicalismo venezolano.
No obstante, se mantuvo presente durante el siglo XX en el escenario político nacional al acogerse a la política de pacificación de Rafael Caldera en 1970, tratando de resurgir de las catacumbas de la historia intentó diversos frentes populares infructíferos. Dicha oportunidad surgió al presentarse Hugo Chávez y su malogrado proyecto del Socialismo del siglo XXI como alternativa política, social y económica para el país.
De esta manera desempolvaron sus anacrónicas tesis aun cuando la URSS había desaparecido en 1991, “sobre el antiimperialismo yankee, la toma del poder por la clase obrera, la soberanía nacional, la reforma agraria y el impulso de la revolución socialista”, como pilares ideológicos del nuevo país que se avecinaba para el siglo XXI y como copia al carbón de la jerga castrista para justificar el fracaso de la isla de la felicidad.
A lo largo del presente siglo la realidad les fue develando el verdadero rostro de la tiranía, ni hubo toma del poder obrero por el contrario precarización laboral, mucho menos soberanía nacional al entregar los destinos de nuestro país a China, Rusia, Irán, etc., ni reparto de tierras a los campesinos solo expropiaciones ilegales, y por supuesto menos democracia solo un régimen dictatorial cada vez mas cercano a los gorilas del cono sur que asolaron esos pueblos en el transcurso del siglo XX.
En definitiva, alguien pudiera recitar “así paga el diablo a quien le sirve”, siendo en realidad la agresión a un partido político a quien le arrebataron, sus símbolos: la hoz y el martillo soviéticos, el gallo rojo diseñado por Pablo Picasso y lo mas importante su existencia como organización política autónoma y libre. Lo sucedido a este partido amerita la reflexión a aquellas organizaciones políticas que son incondicionales ideológicos a los regímenes autoritarios
Ahora sólo queda la reedición de un PCV que jugó un rol fundamental en la caída de la dictadura perejimenista en la década de los 50, en función de la nueva etapa que significa para nuestro país el restablecimiento de la democracia y los derechos laborales, aprendiendo de las lecciones del 23 de enero donde democratacristianos, socialdemócratas, comunistas, la juventud y las fuerzas armadas forjaron la unidad nacional para derrotar la tiranía.
https://www.analitica.com/opinion/echale-maiz-al-gallo/