Al referirse uno a “democracia deliberativa”, se entiende que se trata de concebir la democracia que se conoce como “representativa”, es decir aquella que toma en cuenta lo que deciden los ciudadanos, sino más bien aquella que se basa en adoptar lo tomado en forma colectiva mediante la participación activa de todas las personas a quienes afectan las decisiones, y que se fundamenta en la “deliberación”, es decir el hecho de abordar públicamente los argumentos y la discusión de lo que se propone.

En Venezuela, en tiempos de “democracia” se ha respetado –aunque a veces no muy bien– la democracia representativa; en tiempos de totalitarismo ella ha sido irrespetada. En cuanto a la democracia deliberativa, los totalitarismos, las dictaduras la han despreciado. Por su parte, la democracia deliberativa ha sido inexistente en los regímenes totalitarios, y escasamente practicada en los regímenes democráticos.

Jürgen Habermas, ilustre filósofo y sociólogo alemán, en sus obras, ha tratado a fondo los temas relativos a la democracia y la política. En uno de sus libros titulado “Facticidad[1] y Validez”, expone lo siguiente:

p. 411

Por el lado del input el espacio de iniciativa del gobierno y de los partidos queda además restringido por la imprevisibilidad de esos electores cambiantes e inconstantes, ya sean ilustrados, ya sean movilizables en términos populistas, cuyas vinculaciones a los partidos se hacen cada vez más laxas. Cuando crecen el malhumor y el tedio políticos, los partidos establecidos han de temer una pérdida de legitimación por vía de abstención o de votos de protesta. Tanto los déficit de legitimación como los déficit de regulación y control sistémicos vienen a dar pábulo a un tipo de “incrementalismo” que apenas si puede distinguirse ya del quietismo.

Si analizamos la aplicabilidad del referido contexto en Venezuela, podemos observar que, en la historia electoral de nuestro país, por parte de los electores con frecuencia no han estado muy presente la previsibilidad de lo que puede ocurrir con el voto –a excepción la elección de los candidatos a favor de los cuales se sufragó. Más bien sea por la volatilidad de los electores, o por la motivación a la que se han sometido, muchas veces bajo los vínculos partidistas, que con frecuencia merman; también por la motivación proveniente de su descontento, por indiferencia política por voto de protesta en vez de búsqueda de mejoras. Habermas habla de “pábulo”, es decir “lo que sirve para que se mantenga o se ejercite cierta acción”[2]. Con frecuencia notamos que ese descontento, presente en más del 90% de los venezolanos, en lugar de buscar superarlo por la vía del sufragio, más bien provoca abstención. Es así que nos enfrentamos al hecho de salir de la dictadura y, ante ese enfrentamiento, son muchos los que dicen que con el voto no se va a lograr nada. Podemos decir que se corre el riesgo de que el pesimismo supere al optimismo.


[1] En filosofía, se entiende como el carácter contingente de ciertos hechos. Se trata de la condición de lo que tiene existencia de hecho.

[2] María Moliner, Diccionario del Uso del Español”. Editorial Gredos, Madrid. 2000/

https://www.analitica.com/opinion/democracia-deliberativa/