Cuando se supo —el 26 de marzo de 2024— que el Consejo Nacional Electoral (CNE) admitió una candidatura postulada por la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), tras rechazar la de la académica Corina Yoris sin explicación alguna, todo el mundo, chavistas y opositores, comenzaron a preguntarse quién era el abanderado. Al conocerse el nombre de Edmundo González Urrutia, la curiosidad aumentó: ¿quién es? ¿de dónde salió?
Así, del casi completo anonimato (fue diplomático al servicio del Estado venezolano) saltó a estar en boca de los venezolanos como el candidato presidencial de la oposición para el 28 de julio: “Edmundo pa´ todo el mundo”, arropado por el liderazgo de María Corina Machado.
Hoy, se encuentra en el exilio al igual que líderes opositores que en algún momento desempeñaron un rol importante en la lucha por el rescate de la democracia en Venezuela. Edmundo González se une a otros nombres como Juan Guaidó y Leopoldo López, lo que Miraflores intenta mostrar como un éxito de su estrategia.
Al respecto la politóloga, Nasstaja Rojas, consultada por Efecto Cocuyo, apunta que existen importantes diferencias por la legitimidad ganada por el embajador a fuerza de votos y por lo que aún puede lograr desde el exterior.
“Podría hacer mucho más afuera con la profundización de la presión internacional y esa es la diferencia en comparación con Guaidó. Guaidó sale al exilio cuando su legitimidad ha caído muchísimo, su imagen tanto internacional como interna y por eso su salida no tuvo mayor relevancia y desde que ha estado fuera su figura desaparece un poco del escenario político. La salida de Edmundo se está asociando a un proceso electoral y el aumento de la represión, eso hace que tenga una gran legitimidad frente a la comunidad internacional, los venezolanos en el exilio y la ciudadanía en general”, sostuvo.
Desde su candidatura, inicialmente tapa (provisional), pasando por el holgado triunfo electoral -67% de los votos según 83% de las actas de votación publicadas por la oposición- desconocido por el gobierno de Nicolás Maduro, la figura de González Urrutia ha tenido momentos claves. ¿Hasta aquí (exilio) llegó el exdiplomático? El tiempo lo dirá mientras tanto él como Machado aseguran que la lucha seguirá hasta lograr que se respete la voluntad popular expresada el 28 de julio.
A continuación, un resumen:
La candidatura tapa
Del 21 al 25 de marzo, fue el lapo establecido por el CNE para la inscripción de candidaturas para las elecciones presidenciales, convocadas para el 28 de julio de 2024. Momentos de mucha tensión se vivieron en el bando de la oposición mayoritaria, luego de que el ente comicial, sin explicación alguna, impidiera la postulación de Corina Yoris con la tarjeta de la MUD y se inscribieran por su lado, el gobernador del Zulia, Manuel Rosales y el exvicepresidente del organismo, Enrique Márquez.
Luego, en una prórroga de 12 horas, negociaciones tras bastidores hicieron posible que el 26 de marzo la tarjeta de la MUD inscribiera un candidato con la “venia” del poder político, que luego se aclaró era “provisional”: Edmundo González.
¿Quién es?
El 26 de marzo, dentro de la carpa donde la directiva del CNE dio sus declaraciones durante la organización de las presidenciales hasta trabajadores del ente comicial se preguntaban quién era Edmundo González Urrutia. En el transcurso del día proliferaron los perfiles del “candidato tapa” en los distintos medios de comunicación, para satisfacer la curiosidad de la opinión pública.
Internacionalista egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV) máster en Relaciones Internacionales en la American University de Washington, Estados Unidos; 74 años, natural de la Victoria, estado Aragua. Sirvió como embajador de Venezuela en Argelia entre 1991 y 1993 y ante Argentina entre 1998 y 2002, durante los primeros años del gobierno de Hugo Chávez, a quien incluso acompañó en sus primeros viajes como Jefe de Estado, de allí que no faltó quien lo catalogara como afecto a la revolución.
Ha sido además director suplente y coordinador del Grupo de Trabajo Seguimiento del Sistema Internacional del Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro, donde ha colaborado con otros destacados abogados y políticos venezolanos, además de directivo de la MUD, de la que fue su enlace internacional entre 2013 y 2015.
Su carácter “desconocido” le valió pasar el filtro del poder político para su inscripción en el CNE, cualidad que luego abonó el camino para la rápida aceptación por parte de los electores venezolanos.
De tapa a titular
Conocida la postulación del exdiplomático, desde la oposición se explicó que se trataba de una “candidatura tapa”, mientras los factores agrupados en la Plataforma Unitaria se ponían de acuerdo en torno a un único nombre para el 28 de julio. Fue la condición para que González Urrutia aceptara también poner su nombre en una coyuntura política nada sencilla.
El 19 de abril, fecha patria para Venezuela, la Plataforma Unitaria Democrática junto a María Corina Machado, llegaron a un acuerdo. Rosales declinó sus aspiraciones a Miraflores para apoyar a González Urrutia y este, con el aval de la líder opositora, aceptó pasar de ser tapa a abanderado definitivo para las presidenciales.
Hasta el 20 de abril se podía hacer la sustitución de las candidaturas ante el CNE con efecto en la boleta electoral, pero el ente comicial corrió el lapso tres días más para poner a sufrir a los opositores hasta el último minuto. El día 23 dejó que las tarjetas de Un Nuevo Tiempo y Movimiento por Venezuela se adhirieran a la candidatura del exdiplomático.
«Acepto el inmenso honor y la responsabilidad de ser el candidato de todos los que quieren un cambio por la vía electoral. Un abrazo al pueblo de Venezuela», expresó el embajador.
“No pareciera entenderse que su candidatura surge de una situación sobrevenida, durante una restricción absoluta de las inscripciones de candidatos. Es decir, ante la emergencia a la que se llegó sin ningún tipo de plan B producto de las inhabilitaciones masivas, Edmundo González presta su nombre ante una urgencia nacional. Si no hubiese aceptado la tarea histórica, no estaríamos hoy pudiendo demostrarle al mundo que se cometió un fraude y posterior golpe de Estado”, expresó la politóloga, Marisela Betancourt en su cuenta de la red X.
“Edmundo pa´ todo el mundo”
Con el candidato y la tarjeta, María Corina arreció su campaña por todos los rincones del país para promocionarlo. 80% de rechazo hacia la gestión de Maduro, 70% de disposición a votar si la oposición se ponía de acuerdo con un candidato unitario, reflejado por encuestas como Delphos, fueron abono para el rápido ascenso de González Urrutia entre las preferencias electorales. Hasta los últimos días de la campaña electoral (25 de julio) sondeos como Datincorp no le atribuían un porcentaje menor a 50% de intención de voto a favor, frente a un techo de 30% para Maduro.
Las restricciones para la movilización tanto de Machado como Urrutia, quien comenzó a aparecer en los actos masivos convocado por la líder y los comentarios irónicos del chavismo-madurismo en tono de burla hacia la edad, salud y condición física del exdiplomático, también sumaron a su favor, además de su tono conciliador y sin insultos para dirigirse a los adversarios políticos.
Prometió ser el presidente de todos los venezolanos y contribuir con una transición pacífica sin revanchas. La pregunta era si el chavismo madurismo reconocería una derrota electoral.
Triunfo arrollador
Llegado el 28 de julio, los sondeos no se equivocaron con la disposición a votar de los venezolanos que madrugaron para ejercer su derecho, incluso algunos pasaron la noche en los centros de votación antes de que abrieran sus puertas. Pasado el mediodía ya se vaticinaba que la participación pasaría de largo 50% y con ella la enorme posibilidad del triunfo de González Urrutia.
A la media noche del 29 de julio, tras denunciar un supuesto ataque informático al sistema de transmisión de resultados, el CNE decidió anunciar que, contra todo pronóstico, Maduro había ganado las elecciones con 51% de los sufragios, pero sin mostrar las actas de votación. Sí lo hizo la oposición al denunciar fraude y con la publicación progresiva de las actas en manos de los testigos electorales que dieron cuenta de una holgada victoria para el embajador con 67% de los votos frente a 30% para Maduro.
Clandestinidad
Decidido el poder político en Miraflores de la mano con el CNE, a no demostrar el supuesto triunfo de Maduro y perseguir y encarcelar a quienes no reconocieran la reelección del actual gobernante, comenzó a operar en consecuencia. Intervino el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que citó a González Urrutia dos veces para que consignara las actas que le dan el triunfo, no sin antes advertirle que su inasistencia tendría consecuencias.
A la par, la Fiscalía le abrió una investigación penal junto a Machado por un llamado a la Fuerza Armada (FANB) a hacer respetar la voluntad popular en la que firmó como presidente electo. A medida que el cerco se iba estrechando, el exdiplomático dejó de aparecer en actos públicos junto a Machado, el último fue el 3 de agosto y luego se resguardó. Sólo enviaba mensajes y videos a través de sus redes sociales desde sitios no especificados.
Pasó a la clandestinidad. A las citaciones del TSJ siguieron tres más de la Fiscalía para que el embajador declarara sobre la publicación de las actas electorales, la última con amenaza de captura. El 2 de septiembre la Fiscalía pidió la orden de aprehensión y un tribunal la aprobó casi de inmediato.
Exilio
Cuatro días luego de ordenado su encarcelamiento, la vicepresidenta Delcy Rodríguez anunció la salida de González Urrutia del país, rumbo a España, país que no sólo contribuyó a que saliera sin problemas de Maiquetía en un avión de la fuerza aérea española, sino que anunció su disposición a otorgarle asilo político.
Ya en Madrid, el embajador denunció haber sido víctima de coacción y amenazas antes de salir de Venezuela y prometió que su lucha política continuaría ahora desde el exterior. Se supo además que antes de salir de Venezuela estuvo resguardado en la Embajada de los Países Bajos en Caracas.
El poder repite estrategia
Rojas reitera que no se puede comparar el exilio de González Urrutia con el de Guaidó y Leopoldo López en términos de los efectos que pueda tener, aunque admitió que lo que tienen en común es que ha sido una estrategia de Miraflores, copiada de Cuba y Nicaragua, forzar al exilio a quien dentro del país le genere costos políticos mayores. Recordó que también se ha intentado con María Corina Machado y no duda que ahora dichos esfuerzos se concentrarán en ella.
“El costo para el oficialismo es que ahora haya pronunciamientos mucho más claros y se dejen de flexibilizar las formas de la comunidad internacional. Ese será ahora el rol de Edmundo González, aumentar la presión internacional, mientras María Corina busca aumentar la presión interna”, agregó.
La politóloga dice no dudar de que, ante la persecución, la oposición y el embajador trataron de evitar o por lo menos demorar hasta donde pudieron el exilio del exdiplomático hasta que no fue posible, sin dejar de aclarar que ante el peligro que corría su vida, como lo denunció Machado, fue forzado a irse. Ello, subrayó, porque estaban conscientes del impacto que podía tener en la ciudadanía: desesperanza y sensación de abandono por parte del liderazgo político. De allí que la oposición tiene el desafío de mantener viva esa esperanza, así como la disposición a movilizarse defensa de la voluntad popular.
“Edmundo González está siendo consecuente con la excepcionalidad de su rol. Estaba muy claro que ante un golpe, o ante la imposibilidad de una transición post electoral, él iba a salir del juego político de inmediato por la misma razón por la que entró en él: por circunstancias de emergencia (…) Abrir el espacio para generar una duda sobre los intereses que representa y poner en tela de juicio su convicción con la transición es por lo menos una canallada”, opinó Betancourt.
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