El Foco del Problema

El mes próximo se celebrará la IX Cumbre de las Américas en Los Angeles, California – Estados Unidos. Una de las premisas fundamentales para la participación en la Cumbre es que los países participantes, con su accionar, favorezcan la democracia en el continente. Es por ello que EEUU, actuando como país anfitrión y como sensor, está bajo la tensión/presión de dos grupos de naciones para la participación de sus respectivos presidentes: por una parte, tres países latinoamericanos que se ha especulado que no serían invitados por EEUU a participar de la misma, cuales son: Cuba, Nicaragua y Venezuela, y por la otra, algunas naciones que han manifestado solidaridad con las tres naciones mencionadas al anunciar que no acudirían a la Cumbre si no participan los tres países antes señalados, entre esas naciones se encuentran México y Bolivia.

Otros países como Argentina esperan que EEUU rectifique su posición, pero no supeditan su participación a esta rectificación, tal vez en una actitud más inteligente y conveniente a sus intereses, dada la imperiosa búsqueda de recursos financieros y acuerdos con naciones desarrolladas e instituciones multilaterales. En este contexto, cabe destacar la reciente gira del presidente argentino por varios países de Europa y la firma de un convenio con el Fondo Monetario Internacional que permitan reflotar su golpeada economía.

Todo este panorama hace pensar, como también se ha señalado, en la posibilidad de que esté en marcha un posible boicot a la Cumbre, por lo que estarán enfrentándose dos posiciones de por sí ya claramente encontradas que involucran visiones acerca de los sistemas políticos y económicos que deben regir en el continente americano. Es más, aun llevándose a cabo la Cumbre podría producirse un fuerte debate/critica/rechazo a la posición de EEUU, buscando comprometer no solo la utilidad de la IX Cumbre de las Américas sino también de las venideras cumbres.

¿Vínculo con Proyectos Anteriores?

Lo anterior hace rememorar lo ocurrido con el acuerdo multilateral denominado Área de Libre Comercio de las Américas –ALCA  (creado en 1994 y desaparecido prácticamente como proyecto en 2005 en la IV Cumbre de las Américas), por lo que de darse ciertas condiciones puede llegar a cuestionarse la utilidad de las Cumbres de las Américas. No obstante, su eventual desaparición no es algo que pueda vislumbrarse ahora como resultado de la presente Cumbre en puertas. El ALCA agrupaba a todas las naciones del continente americano, excepto Cuba.

Alternativamente, la finalidad de la nueva institucionalidad política creada en 2004 por los países de América Latina y el Caribe fue una donde se excluyese a EEUU y se enfatizase la lucha contra la pobreza y la exclusión social con fundamentos en pensamientos políticos de izquierda. De esta manera se evidenciaría la independencia de las naciones latinoamericanas respecto del país del norte, reformulando sus objetivos para incluir aspectos sociales y no solamente los económicos asociados al funcionamiento de un área de libre comercio como propugnaba el ALCA de EEUU, a decir por la interpretación que le daban algunos países de la región.  Así, se creó la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América – Tratado de Comercio de los Pueblos ALBA-TPC (originalmente llamada Alternativa Bolivariana para las Américas, con lo cual se mostraba su alternativa y oposición al ALCA defendido por EEUU). El ALBA fue complementada con otras instituciones, pero con el mismo “norte” de alternativa a los proyectos de EEUU; entre ellas, la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), Banco del ALBA y Petrocaribe, la mayoría con limitados efectos sobre la región, al punto de devenir en la salida de muchos de sus miembros en razón de los cambios suscitados en las orientaciones políticas de los años subsiguientes, lo limitado de sus adhesiones efectivas como países-miembros y a lo restringido de sus beneficios.

Mirando a los Desarrollos

El que esta discusión en torno a la IX Cumbre de las Américas esté tomando lugar hoy día en el subcontinente parece reforzar su aparente nuevo giro político hacia el manejo de modelos de corte socialista, obviamente alejados del capitalismo estadounidense. Esto ocurriría ante el eventual (pero realista) regreso a la Presidencia de Brasil de Lula Da Silva  y el posible estreno de Gustavo Petro con un gobierno de izquierda en Colombia (si se confirman los sondeos de opinión).  De concretarse estos dos resultados, los venideros años parecerían estar marcados con mucha pugnacidad política entre los países del norte de América y el resto del continente, puesto que las naciones más importantes de América Latina tendrían gobiernos de izquierda, a saber: Brasil, México, Argentina, Chile, Colombia, Perú y Venezuela, sin desestimar a otras naciones menos relevantes que también transitan o pudieran transitar  por gobiernos de izquierda. Todas estas naciones podrían buscar profundizar sus vínculos/lazos con países como China y Rusia, con lo cual el enfrentamiento con Occidente parecería claramente dibujado y evidenciando un escenario jamás vivido en la región.

La Cumbre y la Significación Geopolítica

Lo que es cierto es que sin haber comenzado la IX Cumbre de las Américas en EEUU ya se observa una división que compromete la unidad continental y limita los avances que pueden alcanzarse. Es bueno entender que vivimos tiempos en que tanto EEUU como Latinoamérica y El Caribe se encuentran necesitados de avanzar en cuanto a cooperación mutua en múltiples campos, pero enfrentan una elevada tensión geopolítica y estratégica, especialmente por los papeles que están jugando China y Rusia en la región, así como en el resto del mundo.  El escenario y los acuerdos que puedan resultar de la IX Cumbre serán un termómetro para medir el nivel de las tensiones en el Continente y visualizar mejor el futuro que le espera a la región.

En cualquier caso, hay que decir que nada está escrito en política, así que la conveniencia de un acercamiento entre EEUU y Latinoamérica pudiera darse mediante la convocatoria por parte de Estados Unidos a todos los países de la región, sin exclusión y sin distingo de modelo político o económico, o de otros condicionamientos relevantes. En este escenario, EEUU tendría que abandonar “posiciones principistas” mantenidas hasta hoy día, que si bien no se vislumbran en la actualidad, si pudieran ocurrir en el marco del juego de la geopolítica mundial actual.

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